POR MIGUEL ÁNGEL FUENTE CALLEJA, CRONISTA OFICIAL DE NOREÑA (ASTURIAS)
Ya hacía años que no circulaba más arriba de Laviana y todo lo más hasta el restaurante Canzana, lugar con vistas maravillosas hacia esa parte del valle del Nalón. En esta ocasión, nos fuimos con el amigo Andrés Pañeda carretera arriba en dirección al puerto de Tarna por el concejo de Sobrescobio, donde me vino a la memoria la labor informativa de aquel popular cronista, Julio, de Rioseco, buen amigo.
Continuamos, tras rodear el primer pantano de Rioseco y de nuevo la memoria funcionando y recordando las pastas conocidas como Suspiros del Nalón, con la docena de catorce unidades. Otra especialidad que seguramente desapareció y que, como dice un amigo, «aquí desapareció todo con las subvenciones, el día que estas desaparezcan, volveremos a echar imaginación a todo lo nuestro». Pues, en este sentido, quizás tenga razón Ramón Abad, que así se llama mi amigo, conocido en media Asturias como Ramón `El Gaucho´, insigne futbolero y copropietario conjuntamente, con su esposa María Luisa Iglesias, de la afamada sidrería felguerina del mismo nombre, y cuyo hijo de ambos, Misael, regenta un restaurante-asador con el nombre de Puente del Arrobio en un lugar recóndito de Anzó, justo donde desemboca al Nalón cerca de la presa de Tanes, la riega del mismo nombre.
Pues allí nos dirigimos, repito, siendo esperados por Ramón con un buen jamón de sabor a matanza asturiana y un tinto Glorioso que apetecía porque ya nos acercábamos a las dos y media de la tarde.
Con un Ramón dicharachero hablamos de todo, que si la crisis, que si la corrupción, que si los políticos trasnochados y de todo cuanto surgiese sin necesidad de ver los informativos televisivos, así que sin pérdida de tiempo y tras dar buena cuenta del jamón, probamos una cebollas rellenas con pitu de caleya de la otra vertiente del puerto de Tarna que estaban verdaderamente exquisitas. Es el momento de decir que a Ramón Abad le encanta la cocina, estudia elaboraciones de acuerdo a sus gustos y a base de preparaciones tradicionales, así que nos ofrece a continuación un cachopo de ternera adornado con una esmerada salsa casi transparente, hecha con trocitos muy finos de jamón, ajo y setas deshidratadas que hizo perdiésemos la compostura mojando trozos de pan hasta terminarla. Estábamos en confianza…
Aún nos faltaba probar la merluza que junto a la lubina y el pixín son preparados a la plancha, auténtica especialidad de la casa, la plancha y la frescura de los pescados, pero en buena lógica, desistimos de ello. Creo que acertamos para poder escribir estas líneas sin rencor hacia mi amigo Ramón porque para terminar, aún probamos la tarta fría de arroz con leche cubierta con chocolate caliente.
Después de todo, le prometimos volver para conocer sus especialidad con los corderos, el cerdo o la novilla a la estaca, práctica que nuestro anfitrión aprendió el oficio `in situ´ en la otra orilla atlántica.