POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO)

En esta temporada, hay quienes le dan rienda suelta a la comedera. Todo exceso es malo, y para muestra, un botón:

Según la versión popular, Adolfo Federico de Suecia murió de una forma realmente absurda: por comer demasiado. La noche del 12 de febrero de 1771, participó en un banquete en el que comió langosta, caviar, arenques, chucrut, carne y nabos, acompañado de abundante champán.

Después de esto aún tuvo ánimos para disfrutar de una ración de 14 pasteles suecos rellenos de crema acompañados con leche caliente condimentada con canela y pasas. Esa noche el rey empezó a sentir un fuerte dolor de estómago que fue en aumento hasta que, al cabo de unas horas, murió.

Podría haber sido un ataque al corazón, provocado por el exceso de comida. Sin embargo, también corrieron rumores de un posible envenenamiento ya que el rey era muy impopular. Por cierto, me acordé de un refrán popular que escuchaba en mi tierna infancia: “de limpios y tragones están llenos los panteones”.

Hace ya varias décadas que los dichos y refranes, otrora comunes y tradicionales, entre nuestras familias, se han vuelto hoy anticuados, obsoletos y, algunas veces, sin sentido. El sabio refrán “de limpios y tragones están llenos los panteones” no tiene ningún significado entre la gente joven de hoy y; sin embargo, tenía mucho de cierto.

Era importante saber que no debías bañarte en caso de tener alguna enfermedad respiratoria para no exponerte a los cambios de temperatura y que no te excedieras en la forma de comer para no padecer recargos intestinales graves. Y a propósito de cambios de temperatura, cuídense mucho, al menos en Zacatecas hace mucho frío y ha estado lloviznando.

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