POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Llegado este tiempo emprendíamos veloz carrera para buscar una ronda con sonido de guitarra y olor a aguardiente. Porque allí entre las chinas y los rollos, comadres, suegras, cuñadas, muchachos y muchachas; hombres viejos, nuevos y pimpollos. Allí, en la calle de Arriba, todos cantaban bajo el compás del sonido ronco, áspero, rudo y grave de una zambomba. Sacaban mantones de seda y abrían las puertas de sus casas importándoles muy poco que el pellejo de aquella zambomba se rompiera por la inmensa alegría de quien nace, llega y trae tantas esperanzas.
Para que dentro de poco el silencio nos traiga una cruz de plata de miércoles santo, que nos diga que el niño se ha hecho hombre y nazareno, y que apenas sin fuerzas, sube la cuesta de esa calle haciendo la ronda de su pasión hacia el Gólgota, recordándonos con su mirada que una madrugada transparente y fría, allá por diciembre, quiso hacerse carne habitando desde entonces entre nosotros.
(Por la calle de Arriba. De mi libro “Los Quehaceres y los días-Montijo en la memoria”, pp.101-102).