POR LA CALLE DE ARRIBA VA MI COMADRE CON EL MANTÓN DE SEDA Y EL CULO AL AIRE
POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
(Ante la proximidad del tiempo de Navidad). Nacimiento y manifestación, que nos provoca una leve sonrisa en el recuerdo de las heladas sufridas por aquel gallo hermoso, no el de la pasión, no el que avisó a san Pedro para que echase unas lágrimas, ese no, este otro, firme, fuerte, estirado, serio -como un buen gallo de corral- con aguzados espolones, encaramado en lo alto del chozo que cubría la fuente de granito, gris, sosa y simplona de la inmerecida Plaza de España que desacertadamente nos hicieron, proclamándonos, con su ferviente y claro quiquiriquí, que el niño Dios nace a eso de la media noche.
Llegado ese tiempo emprendíamos veloz carrera para buscar una ronda con sonido de guitarra y olor a aguardiente. Porque allí entre las chinas y los rollos, comadres, suegras, cuñadas, muchachos y muchachas; hombres viejos, nuevos y pimpollos. Allí, en la calle de Arriba, todos cantaban bajo el compás del sonido ronco, áspero, rudo y grave de una zambomba. Sacaban mantones de seda y abrían las puertas de sus casas importándoles muy poco que el pellejo de aquella zambomba se rompiera por la inmensa alegría de quien nace, llega y trae tantas esperanzas. (‘Por la calle de Arriba’, en mi libro: Los quehaceres y los días, Montijo en la memoria).
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