EN 1989 FUE RECUPERADA POR ALUMNOS DE HISTORIA ORAL, DEL AULA DE LA TERCERA EDAD DE LA UNIVERSIDAD POPULAR, QUE DIRIGÍA FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
Se acerca el Carnaval y en Cáceres ya se está preparando el pelele El Febrero. Desde hace varios años su quema se ha convertido en el inicio de la fiesta. Será el próximo viernes, día 24. A las once de la mañana comenzará el desfile desde el Aula de Mayores de la Universidad Popular (donde se hace) hasta la Plaza Mayor, ahí se quemará pasadas las doce de la mañana, mientras la gente come coquillos y bebe licores que reparte el Ayuntamiento.
La quema de El Febrero es una fiesta que tradicionalmente hacían en Cáceres las lavanderas; pero no estaba vinculado, necesariamente, al carnaval.
Febrero suele ser el mes más frío en esta ciudad. Era cuando peor lo pasaban las muchas lavanderas que había. Por eso a principio de mes las mujeres ponían en el lavadero un pelele esperpéntico que representaba al molesto mes, al que insultaban en los días en las que las manos se amorataban con el agua fría. Al terminar el mes las lavanderas hacían una fiesta porque ya venía el buen tiempo y quemaban al pelele, al enemigo. Se asegura que de entonces viene un dicho cacereño, «eres más feo que un febrero».
En 1989 la fiesta fue recuperada por alumnos de Historia Oral, del Aula de la Tercera Edad de la Universidad Popular, que dirigía Fernando Jiménez Berrocal, cronista oficial de Cáceres. Tenían la colaboración del Aula de Cultura de la misma entidad, que dirigía Pilar González. Con mucha ilusión y esfuerzo, hicieron el muñeco, confeccionaron vestidos de lavanderas y aguadores, y consiguieron un burro para llevar al pelele en desfile hasta Fuente Concejo en donde lo quemaron entre canciones, coquillos y buen correr de aguardiente. Se hizo en los últimos días del carnaval de ese año que pregonó, precisamente el cantante Joaquín Sabina.
El experimento gustó y ya pasó a formar parte del Carnaval de Cáceres, como algo que le distingue de otros carnavales. En los últimos años son muchos los pequeños alumnos que acuden al desfile y a la quema, todos ellos disfrazados, y por eso los que hacen el muñeco se han autocensurado, ya que antes las lavanderas hacían de las suyas, y era muy normal que asomara por la cremallera abierta del pantalón del pelele un gigantesco nabo o una enorme zanahoria.
Lo curioso de esta fiesta es que hubo una época en Cáceres, que además del pelele hombre había un pelele mujer. Lo aseguraban entre otros, el periodista del Diario HOY Fernando García Morales. Lo escribió el 28 de febrero de 1982: «cada lavandero (que así se llamaban y no lavaderos), fabricaban dos muñecos, lo más feos posibles, uno macho y otro hembra, que solían pasear por las calles de Cáceres, montados en algún jumento, pidiendo a todo el mundo algo para la boda de ‘los febreros’, que este era el nombre de los muñecos, ‘El Febrero’ y La Febrera’». Luego, en la merienda que organizaban las lavanderas, los casaban y después los quemaban, «llorándolos por su prematuro fin».
En 1997 Concepción Dochao Sierra y Fernando Jiménez Berrocal realizaron un curioso libro titulado ‘Aprender desde el recuerdo’, en el que reviven la historia de las lavanderas de Cáceres y su fiesta, valiéndose de los testimonios de los alumnos mayores de la Universidad Popular.
Se cuenta en este libro que en Cáceres se tardó bastante en tener agua corriente en las casas. En 1936 la mayoría de las casas seguían sin tenerla, y no sería hasta los años 50 cuando se hizo común su instalación. Eran muchas las mujeres de clase humilde que se dedicaban a lavar la ropa de las mejores familias de la ciudad. El lunes solían recoger la ropa sucia en las casas para las que trabajaban. «A lo largo de toda la semana – se indica en el libro – iban lavando en los lavaderos, públicos o privados, que existían en la ciudad, algunos de ellos muy alejados del casco urbano, como Las Minas de Valdeflores, en la umbría de La Montaña; Beltrán, situado en la carretera vieja del Casar de Cáceres; Hinche, junto al Parque del Príncipe; La Madrila, situada en la finca del mismo nombre, y El Corcho, en la carretera que va al Santuario de La Montaña. Otros lavaderos se situaban más cerca del casco urbano, como el caso de La Huerta del Concejo, que estaba situado a la izquierda de la fuente del mismo nombre, junto a la Ribera del Marco, o el huerto de Benigno, que se encontraba frente a Fuente Rocha».
Hablan de las lavanderas como mujeres muy decididas, lenguaraces y algunas aficionadas al aguardiente para quitarse el frío. Entre ellas estaban Catalina ‘La Montanchega’ y ‘La Galapera’ de las que cuentan que en 1936 casi matan con sus cubos de zinc a un soldado de Franco que quería abusar de una de ellas. También estaba Lorenza ‘La Gata’, Ángela ‘La Polea’, Juani ‘La Caritaluna’, Feliciana Méndez, ‘Las Culolobos’ (madre y cuatro hijas que vivían en la calle Villalobos), o Vicenta ‘La Farruca’ que fue una de las últimas lavanderas, de la que encontramos una fotografía en el blog sobre Cáceres de Juan de la Cruz. Las lavanderas desaparecieron de Cáceres en los años sesenta, cuando en las casas ya había agua corriente y las lavadoras pasaron a ser un electrodoméstico cotidiano.
En Cáceres hemos recuperado la fiesta de las lavanderas, pero lo que no sabemos es porqué se ha indultado a La Febrera.
Quizás estaría bien recuperar la boda de Los Febreros y pedir dinero para la boda, dinero que quizá se podía utilizar para arreglar la muralla de Cáceres, porque si esperamos a las instituciones…
Por cierto, la muralla necesita alrededor de tres millones de euros para actuaciones urgentes; casi el mismo dinero que invertirá la Junta de Extremadura en conservar al cernícalo primilla. ¿Qué será más importante?
Al llegar a estas letras escucho, dentro de mí, una voz que me recuerda a la del difunto periodista Sanjosé:
-¡Cuidado! No sigas por ahí… ¡qué te van a quemar con el pelele!
Le hago caso. Yo también me autocensuro, como los que hacen El Febrero y ya no le ponen una zanahoria gigante saliendo de la cremallera de la entrepierna.
Fuente: http://www.hoy.es/ – Sergio Lorenzo