POR JOSÉ JULIO ORTIZ CHISVERT, CRONISTA OFICIAL DE COBEÑA (MADRID)
Madrid en su provincia tiene tres ríos y los tres son afluentes; Jarama, Guadarrama y Alberche, que desembocan sus aguas en el más largo río de toda la Península Ibérica, «El Tajo», que también es rio que pasa por Madrid provincia en su parte más meridional.
Pero hoy escribiré sobre el río Tajuña:
Según Wikipedia, «Es el segundo río de mayor longitud, (200 km), de la cuenca del Tajo, después del mismo Tajo. Recorre las provincias de Guadalajara y Madrid. Es afluente por la margen izquierda del río Jarama y por tanto subafluente del río Tajo».
Entre los muchos municipios que recorre, el de Tielmes es uno de ellos habiéndole dado el apellido a esta villa siendo conocida por Tielmes de Tajuña, como apellidó a Morata, Orusco o Perales, aquí en nuestra provincia, o a otros cinco pueblos más de la provincia alcarreña.
Recorrer su cuenca es un verdadero placer para la vista descubriendo bosques de sabinas y encinares o humedales y bancadas de fértil tierra que son de huerta y frutal.
Un poco antes de llegar a Tielmes, en Carabaña, fueron famosas sus aguas.
En la provincia de Madrid entra por el término municipal de Pezuela de las Torres, luego vuelve a la provincia de Guadalajara haciendo de frontera entre ambas provincias para volver a entrar en nuestra provincia en el término municipal de Ambite, atravesando su casco urbano, después entra en el término de Orusco y de este al de Carabaña, Tielmes, Perales, Morata, Chinchón y Titulcia.
Pero a mi lo que me atrae es su paso por estos últimos municipios; Carabaña, Tielmes, Perales o Morata. Y es que en las «Relaciones Topográficas de Felipe II», cuando fue entrevistado Cobeña, en ellas se decía que los de nuestra villa, molían sus granos y hacían su aceite en los molinos del Jarama, pero cuando este venía sin agua, lo hacían en los del Tajuña.
Por lógica la gente recorría las distancias más cortas y la distancia más corta entre Cobeña y el Tajuña lo era con los pueblos mencionados, habiendo 48 km a Carabaña, 44 km a Tielmes, 44 a Perales y 45 a Morata, pudiendo haber ido también a Ambite que dista 45 km desde Cobeña. Todo distancias a pie o en jumento.
El Tajuña ha dado vida a una vega en forma de sustento de los habitantes de su cauce bajo, ya que a lo largo de la historia estos últimos pueblos de su cuenca se dedicaron a la hortaliza en gran medida, abasteciendo a la capital de España, que cada día demandaba más y más alimentos en su constante crecer demográfico. Es importante resaltar el sistema de regadío mediante acequias y caces que, heredados por los musulmanes, se asentaron en la vega del bajo Tajuña.
Según consta en la Plataforma de Antiguos Molinos y Fincas del Tajuña; «Desde hace mucho tiempo vienen existiendo multitud de antiguos Molinos y fincas a lo largo del cauce del rio Tajuña, teniendo varias de estas construcciones emblemáticas más de 500 años de antigüedad».
A bien seguro que en alguno de esos molinos desmenuzaron el trigo y la oliva de Cobeña para sacar harinas y aceites que alimentasen a sus gentes y a las de la capital.
También podemos leer en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes que: «En torno a la centuria de 1600, las autoridades se preocuparon de que los molinos instalados en ríos y arroyos estuvieran siempre activos. La antigua legislación (Fuero Viejo de Castilla, Fuero Real, las Partidas, etc.) y los fueros municipales cuidaron de todo lo referente a los molinos para asegurar su buen funcionamiento. En los ríos de la provincia de Madrid y en los principales arroyos que desembocan en ellos, hubo antiguamente numerosos molinos harineros. En algunos ríos hubo molinos construidos a corta distancia unos de otros. En el Tajuña llegó a haber en el último cuarto del siglo XVI más de cuarenta en el espacio de dos leguas. Esta proximidad fue a menudo la causa de litigios entre sus dueños e incluso entre pueblos vecinos. La mayoría de los molinos madrileños eran “de temporada”, es decir que sólo funcionaban unos meses al año, aproximadamente desde los Santos o San Andrés a San Juan. Fuera de esa época los vecinos de muchos pueblos de la provincia tenían que hacer con sus caballerías o sus carros desplazamientos de hasta 6 ó 7 leguas para hacer sus moliendas, principalmente a los molinos del Tajuña, río al que no solía faltarle el agua en todo el año.
A Ambite, Campo Real, Orusco, Perales, Morata, etc. iban a moler en la época de estiaje gentes de pueblos tan distantes como Ajalvir, Cobeña, Vicálvaro, Fuenlabrada, etc. En 1575, según los vecinos de Morata de Tajuña, iban de otros muy muchos pueblos a moler».
En una próxima entrada continuaré escribiendo de Tielmes, su vega, sus gentes y sus costumbres. Un pueblo con una rica historia que pretendo redescubrir.