POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les cuento.
El «Rastro» gijonés con sus puestos, sus baratijas, sus «tiendas del aire» como se decía antiguamente, sus ofertas de antigüedades y objetos sin aparente valor… es un cúmulo de sorpresas y de hallazgos casuales.
Sí, merece la pena visitarlo en domingos de sol y con ánimo de paciencia.
Allí estuve cuando, en días pasados, el tiempo nos engañó haciéndonos creer que el invierno se había transformado en primavera-verano.
Y allí, en el puesto de libros antiguos de mi amigo Adolfo, un gitano saladísimo y rebosante de amabilidad, encontré los dos tomos de Louisette Bertholle, «Les recettes secrètes des meilleurs Restaurants de France» (Opera Mundi.París 1972), obra que fue traducida al castellano y editada en Barcelona en 1978.
En el tomo I donde trata de sopas, entremeses, huevos, tortillas, mariscos y peces, veo una receta curiosísima: «POTIQUET DE MEJILLONES».
¿Qué será eso del «potiquet»?, me pregunté.
Como un servidor no domina el francés, fui al viejísimo diccionario de Cuyás Armengol, que era el que manejaba en mis primeros años de bachillerato y que aún conservo como tesoro de recuerdo, editado (18 ª edición) en 1950.
No encontré la palabreja en cuestión, pero si vi que POT significa puchero u olla; por lo que deduje que POTIQUET debiera referirse a lo que aquí llamamos CAZUELITA.
¡Oiga! ¿Y por qué no utiliza ese nombra tan castellano, si es lo correcto?
¡Caray! Porque estas cosas, en francés, tienen como más personalidad y señorío.
Piensen que las cartas de menú palaciegas, en tiempos de Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII, citaban EN FRANCÉS los platos que iban a servirse.
Nosotros, aunque plebeyos, no íbamos a ser menos. Digo yo…
¿Cómo se preparan?
Ya limpios externamente los mejillones, se disponen en una tartera con un vaso de vino blanco y media hojita de laurel (si gusta este sabor). Puesta al fuego, abren las valvas, se selecciona la carne y el «jugo» de cocción se cuela y reserva.
En un bol con un buen trozo de mantequilla muy fresca se hace un «amasijo» con un poco de ajo, perejil, champiñones y jamón de york, todo muy picadito.
En cazuelitas individuales se ponen 6 mejillones y sobre ellos una porción del «amasijo»; se cubre con una rebanada de pan de molde y se rocía con jugo de cocción de los mejillones.
Van al horno, a unos 170º C, durante 10 minutos y se sirven de inmediato.
Y a disfrutar, que los mejillones, ricos en vitaminas y sales minerales, son afrodisíacos.
Por eso, si a esta receta le ponen un poco de amor, tienen garantizado el éxito.
¡Ah! Y, además, es barata.