POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Es un tópico comparar una nación o una familia con una orquesta, y al director con el jefe de gobierno o con los padres (el padre y la madre, el padre y el padre, la madre y la madre, la madre sola…) de esa familia, pero ayuda a entender cosas. Por ejemplo, hay camareros, recomendados o sobrinos del jefe, que no son profesionales de la hostelería, ni saben ni quieren, que atienden mal y desprecian al cliente, incluso lo envidian; entonces pienso si el director de una orquesta metería de chelista o simplemente con el triángulo a un sobrino desempleado, que es buena gente pero no sabe música ni le gusta y, en fin, que no da pie con viola; pues no, porque le chafaría los conciertos. De igual manera que, por Santa Cecilia, al director de la orquesta o al patronato que la administra, tampoco se le ocurre que un mosso d’escuadra, por ejemplo Lluis Trapero, abra la fiesta tocando la chirimía.
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