POR MARTÍN TURRADO VIDAL, CRONISTA OFICIAL DE VALDETORRES DE JARAMA (MADRID).
El día trece de Mayo se presentó en el edificio polifuncional del Ayuntamiento de Canencia esta obra que trata de rescatar su historia y tradiciones. El día fue caluroso. Terminó en alguna tormenta de esas que las buenas gentes califican como efecto de “la calor” y que significó la dispersión antes de lo esperado de los grupos que se formaron al finalizar el acto.
La asistencia a él sirvió de pretexto para que nos reuniéramos un grupo de amigos –con algunos de los cuales, por culpa de la Covid- hacía tiempo que no lo hacíamos. Los lazos existentes desde hace tanto tiempo entre Canencia y Valdetorres del Jarama fueron motivo suficiente para animarnos y hacer el camino. Parece ser, según la leyenda o la historia, que el patrón actual de Valdetorres, el Cristo de los Ultrajes, fue arrastrado por una gran riada desde una ermita de Canencia hasta quedar enterrado en el lodo en un paraje del Jarama cercano a Valdetorres. Hicimos el recorrido con un alto grado de expectación.
El acto comenzó muy puntual, para lo que suele ser costumbre en este tipo de eventos. Nos dirigió unas palabras la alcaldesa, Mercedes, en el que resaltó la importancia de que tiene para el pueblo la publicación de obras como ésta, en las que se trata de que la historia y las tradiciones del pueblo queden recogidas y sepultadas en el más absoluto de los olvidos. A continuación, tocó su turno a los autores. Primero a Antonio, que fue hilvanando una serie de agradecimientos a quienes les habían ayudado a hacer la obra e insistiendo en la importancia de la historia local. Después, Miguel puso de manifiesto algunos de los sucesos que se narran en ella, destacando alguno de los más curiosos que contiene.
Para terminar respondieron a unas cuantas preguntas que se les hicieron, aunque, al no tener un conocimiento previo del libro, versaron estas sobre cuestiones muy generales. El acto, para lo que se suele acostumbrar, resultó relativamente breve y conciso, cosa que, por otra parte, también es digna de agradecimiento. Siguió el reparto de libros con el ritual de la firma por los autores a los que desearon
Terminó el acto con animados corrillos en los que se habló un poco de todo, alrededor de unas mesas bien surtidas de vino moscatel y dulces, siguiendo una vieja tradición de Canencia. Sucedía esto en una plazoleta. Cuando se estaba empezando a ir la gente, comenzó a descargar la tormenta, debida al exceso de calor. Nos obligó a refugiarnos en el interior del edificio.
En resumen, calurosa resultó la acogida por parte de las autoridades de Canencia a quienes nos acercamos desde fuera del pueblo y calurosa también la reunión que pudimos tener entre amigos después de tanto tiempo. Cuando regresamos a nuestras casas, estábamos contentos también por ese doble motivo: haber podido asistir a un acto entrañable, porque todo lo relacionado con la historia local termina teniendo ese carácter, y haberlo hecho en una grata compañía. Así ocurrió que el calor tanto ambiental como amistoso se viviera de una forma intensa durante toda nuestra estancia en Canencia. Ahora, ha pasado a ser un grato recuerdo de aquella tarde del trece de mayo.
FUENTE: CRONISTA