POR MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL, CRONISTA OFICIAL DE PRIEGO DE CÓRDOBA (CÓRDOBA)
En la sede de la Biblioteca-Archivo de la Provincia Franciscana de la Inmaculada Concepción instalada en el Real Convento de San Francisco el Grande de Madrid tuvo lugar el pasado día 7 de junio la presentación del libro de la Dra. Bárbara Palomares titulado “Nutka. Una misión evangelizadora franciscana en la Alta California del siglo XVIII”, editado por la Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, dentro de su colección “Monografías”·
En primer lugar hizo uso de la palabra el P. Pedro Gil, director de la Biblioteca-Archivo que en la actualidad acoge lo fondos del antiguo Archivo Franciscano Ibero-Oriental (AFIO), considerado uno de los Archivos Misionales ms importantes de la Iglesia, y la Biblioteca “Cisneros” de la CONFRES. El P. Gil aludió a la puesta en valor de este importante acervo cultural a disposición de los investigadores y de la comunidad científica y a la posibilidad de celebrar sesiones ilustrativas relacionadas con este objeto.
A continuación intervino el profesor Peláez del Rosal, responsable de la edición de la obra, publicada con el sello de la Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, haciendo la presentación de la autora, que además de ser doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense es diplomada en Estudios Avanzados especialidad restauración del patrimonio cultural, empresaria y asesora y guionista literaria de la productora de cine Pléyades para documentales históricos.
Acto seguido tomó la palabra el P. Cayetano Sánchez Fuertes, OFM, que abundó en la esencia de las misiones franciscanas, siendo la de Nutka un modelo diferente al que propugnó y ejecutó fray Junípero Serra, ya que lo que caracterizó a aquélla no fue la reducción de la misión, sino la de primar la evangelización con el ejemplo de la pobreza, el testimonio y el método del contagio, con el único objetivo de la conquista espiritual de los nativos, como puso en práctica Juan Pobre (Juan Díaz Pardo), testigo de la fe en China.
Y finalmente fue la autora Bárbara Palomares la que expuso lucidamente el contenido de su investigación y resumidamente las aportaciones de su obra.
A finales del XVIII, los derechos territoriales españoles sobre la costa noroeste del Pacífico comenzaron a ser cuestionados. Los rumores sobre la presencia rusa y la posibilidad de que tuvieran un establecimiento permanente en aquellas aguas con el fin de comerciar con las pieles de nutria, llevó a la Corona española a organizar una serie de expediciones, entre los años 1774-1789, que corroboraran esas informaciones y, de ser ciertas, reafirmar la soberanía de España en lo que hoy constituye las costas de Alaska y Canadá.
Tras las expediciones comandadas por Juan Pérez (1774), Bruno de Heceta (1775) e Ignacio de Arteaga (1779), no fue hasta 1788 cuando se ratificó la presencia rusa y las intenciones de éstos en aquella tierra ignota.
Revalidadas las sospechas, el rey Carlos III ordenó al virrey de Nueva España, Manuel Antonio Flórez, la salida inmediata de una nueva expedición con el fin de establecer un asentamiento permanente en aquel lugar que reafirmara la soberanía española.
En 1789, el alférez de navío Esteban José Martínez, recibió el encargo de comandar esa expedición hacia Nootka con las siguientes instrucciones: tomar posesión de aquel lugar, reafirmar la soberanía española, establecer un asentamiento permanente y llevar la Fe católica a aquellas tierras del septentrión novohispano con la finalidad de fundar una misión al igual que las ya existentes en la Alta California.
Con este fin, cuatro misioneros franciscanos seleccionados por el Colegio de San Fernando de México se embarcaron en esta expedición para cumplir el cometido misional, llevar el Evangelio y con él la lengua, la cultura y civilización europea a los confines del Imperio español.
El último intento de fray Magí Catalá, nacido en Montblanch en 1761, primer evangelizador de Nutka, es asimismo la prueba irrefutable de salvar el binomio presidio-misión, a favor del segundo de estos elementos, para hacerse tangible en el imaginario popular, en la vidriera de la iglesia de Yukot y en la toponimia (Catala Island), al margen igualmente de los conceptos de territorialidad y soberanía, en pro del de su legitimación.