POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)

Es tiempo de Semana Santa; es tiempo para mí, de volver, de volver al recuerdo, recuerdo feliz. Semana Santa es mi abuela María Antonia, sus mantecados bastos y tortas de chicharrones.

Semana Santa es mi tía Pepita, sus roscos fritos. Es entrar en su casa, en el portal, abrir el postigo, cruzar la reja y subir las amplias escaleras. Llegar al salón y de nuevo, subir otro tramo de escaleras hasta la cocina y entrar en esa inmensa despensa, ventilada por un precioso ventanal redondo. Abrir la olla, destaparla y exhalar suaves aromas de anís, azúcar, limón y canela; tan penetrante, tan placentero, tan evocador.

Son recuerdos de roscos del Baño tan dulces, tan suaves, donde ese primer bocado, envuelto en saliva, mordía la corteza de azúcar blanca, consistente, la masa tan suave que se deshacía en la boca. Semana Santa es ese “Encebollao” tan sabroso, tan jugoso, con esa genial mezcla de patata, bacalao, almendras y tomates secos; ¡¡magistral!!.

Semana Santa son recuerdos, recuerdos en la etapa de cofrade, un poco gris por la entonces falta de cantera, aunque feliz y entusiasta, con el trono de la Borriquilla, donde los Jesuitas nos prestaban la túnicas. Unos pocos penitentes, pocos, muy pocos, empujando el trono con ruedas.

Nos hacía muy felices salir en la procesión; era ilusionarte, claro que no teníamos móviles ni Internet. Recuerdo tras una procesión del Santo Entierro, que acabó en el paseo, porque ya no había más personas, y subir el trono por la calle de Don José Bueno y la calle de la Iglesia, empujarlo y todos tatareando música, para acompañar al santo y darnos ánimos para llegar a la parroquia y entonar himno nacional al entrar a la parroquia.

Recuerdo las primeras salidas, las primeras escapadas juveniles con mi hermano, para sortear a nuestros padres y poder ver el encuentro de Viernes Santo en el paseo. Era pura magia poder estar en la calle. Subir a las eras, a la bendición de los campos, y terminar subiendo, andando, por las cuestas de “Torafe”.

Recuerdos de D Ramón Molina Navarrete, que nos hacía lecturas previas de algunos pasajes de Semana Santa y esa pasión que mostraba y transmitía. Recuerdos, recuerdos tan bonitos…

Cuando Don Bartolomé me propuso pregonar la Semana Santa coincidió que, junto a unos amigos, hoy afortunadamente presentes, estábamos inmersos en la preparación del de San Juan de la Cruz. ¿Una coincidencia?, ¿Un encuentro del destino?, ¿La mano de Dios en este azaroso mundo? No sé…

En Villanueva siempre ha habido tradición de San Juan y su camino al Calvario. De hecho encontré un recuerdo de mayo de 1947, de la peregrinación al Santuario y de la Ruta de San Juan de la Cruz, y recuerdo también, ¿cómo no? la tradición de bautizar con este hermoso nombre a muchos de los nacidos en Villanueva.