LA FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE LAS PALMAS: DE LA CALLE DEL PROGRESO A LA DEL CONOCIMIENTO
Nov 17 2024

 POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

Tradición y vanguardia se aúnan en un edificio que, en gran medida, representa unos objetivos que han definido a esta Fundación, entre ellos el de un constante servicio tanto al mundo universitario como a la sociedad en general.

El viernes 8 de noviembre se presentaba en sociedad el edificio que, en adelante, acogerá la nueva sede de la Fundación Universitaria de Las Palmas (FULP), 22 años después de su constitución. Y prefiero hablar de ‘presentar en sociedad’ que de ‘inauguración’, pues el primer concepto es mucho más elocuente de lo que aquel evento representaba, además de abrir de nuevo un edificio que, a lo largo de sus casi 150 años de vida, ha tenido algunos usos diferentes, como el familiar, el comercial e incluso ser sede de la Sociedad Filarmónica. Se presentaba no sólo un magnífico trabajo arquitectónico, obra de las arquitectas Elsa Guerra y Noemí Tejera, en el que tradición y vanguardia se aúnan en un edificio que, en gran medida, ya representa una vanguardia, la de aquella modernización que en los años centrales del siglo XIX impulsó el gran artista, que también actuó como insigne arquitecto y proyectista urbano, Manuel Ponce de León (Las Palmas de Gran Canaria 1812- 1880), sino unos objetivos que han definido a esta Fundación, entre ellos, y prioritario, el de un constante servicio tanto al mundo universitario, como a la sociedad en general, a esa sociedad de la que surgió y en la que siempre se ha sustentado.

Ante destacadas autoridades, con el presidente de Canarias, Fernando Clavijo Batlle, a la cabeza, acompañados por representaciones de la sociedad civil y de numerosos empresarios y patronos de la propia entidad, la FULP presentaba y ofrecía a Las Palmas de Gran Canaria el importante patrimonio histórico-arquitectónico que ha querido rescatar y devolver a la ciudad, engalanando uno de los lugares mas sugerentes y elocuentes del devenir del centro histórico de esta capital, junto al espacio del Guiniguada, a la vera de donde se alzaba el «puente de piedra» y sus «cuatro estaciones» -que aún perviven-, en el trasiego de una calle que se abrió como calle del Progreso, sobre el antiguo toril, y que hoy lleva el nombre del insigne periodista que tanto lidió por el avance de estas islas, Juan de Quesada (Las Palmas de Gran Canaria 1857-Madrid 1919).

Se trata de un edificio que creció junto al cauce de un barranco, en ocasiones con vida y aspecto de sonoro río, por el que discurrió mucho de la historia del devenir local, que se constituyó, entre los barrios y núcleos poblacionales que conforman el centro histórico de Las Palmas de Gran Canaria, en un eje fundamental en la vida urbana, una vía cultural, social y de ocio que se ha mantenido con pujanza, al menos en el imaginario colectivo, incluso cuando el cauce seco se cubrió con una enorme loza de cemento, y que hoy se aspira a recuperar como arteria fluida y participativa del devenir ciudadano. Un trazado, sobre el sepultado Guiniguada, que aúne, muestre, impulse y permita el progreso cultural de la ciudad, en el entorno de instituciones y entidades históricas y actuales, que son la base de eso que ahora se denomina sociedad del conocimiento, entendiendo el concepto como algo que va mucho más allá de una mera innovación de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Y a ello, en una suerte de anticipación, se une esta nueva apuesta de la Fundación Universitaria de Las Palmas, que no sólo ha rescatado, con este, dos magníficos y elocuentes edificios para dos momentos progresivos de la historia de Las Palmas de Gran Canaria, en la segunda mitad del XIX y en los años veinte del siglo pasado, sino que los ha preparado para que sean un monumento vivo, vivido cotidianamente, utilizado fecundamente en las labores de una Fundación que nació buscando la creación de estudios universitarios superiores, que fueran base para la construcción del progreso de las islas, y que luego entregó sus esfuerzos a apoyar todo lo que la universidad, ahora las universidades en su conjunto, hacen para crear ese saber que es base de toda docencia, de todo avance ciudadano, que es sustrato de la sociedad del conocimiento que debe señalar y engalanar a nuestra comunidad.

Manuel Ponce de León y Falcón fue un joven artista grancanario que, como Juan de Quesada, también debió marchar a Madrid para cursar sus estudios superiores, los de Bellas Artes en la Escuela Superior de Nobles Artes, bajo la tutela del artista Federico de Madrazo, a quien siempre consideró su maestro y marcó muchas de sus obras. A parte de su labor como pintor y requerido retratista de la época, ante la ausencia de arquitecto titulado, y por encargo del municipio, así como de numerosos particulares, proyectó numerosos edificios y monumentos, como la antigua y desaparecida pescadería o la admirable Fuente del Espíritu Santo, en un rincón urbano encajado entre las mansiones cuyas fachadas también diseñó.

Y no olvidemos la elegante portada trasera del Obispado, otra obra suya que se puede contemplar desde las ventanas traseras del edificio de la FULP, dando a unos amplios jardines. Su intenso trabajo, que marcó la imagen y el sentir de esta ciudad en el siglo XIX, mereció reconocimientos como el de Pintor de Cámara Honorífico de la Reina Isabel II. El proyecto de este edificio, que le encarga el comerciante José Romero Henríquez, para levantarlo sobre dos casas antiguas de una planta que poseía en este lugar de El Toril, y que le pide, como ha apuntado la profesora María de los Reyes Hernández Socorro, que le haga «una casa elegante de tres pisos, contando desde el nivel de la calle, al estilo de las casas de Cádiz, con balcones de cristales», lo firma en abril de 1870, aunque su construcción se dilataría unos años por diversos problemas administrativos.

Ahora, con su restauración, este edificio levanta de nuevo su rostro para significarse como faro de lo que la recuperación urbanística puede y debe aportar a Las Palmas de Gran Canaria en pleno siglo XXI, al tiempo que convertido en monumento a una de las instituciones culturales, educativas y sociales más relevantes del tránsito del siglo XX al XXI, y que muestra su capacidad de proyectarse ineludiblemente al futuro, como es la Fundación Universitaria de Las Palmas, surgida de la misma raíz del pueblo grancanario, de sus aspiraciones educativas y de adelantos, algo que señalaba, y señala ahora, el esplendente nombre con el que se inició la vida de este entorno, y con el que deberá potenciarse en el futuro, «el progreso».

FUENTE: https://www.canarias7.es/opinion/firmas/juan-jose-laforet-fulp-calle-progreso-conocimiento-20241117225954-nt.html

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