POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Hay un poemilla, precioso, creo que de Rubén Darío, que describe un cuento encantador que un abuelo narraba a su nietecilla Margarita. Era la historieta de un rey fabuloso que, en un palacio lleno de majestad, tenía «un trono de malaquita / y un gran manto de tisú; / y una gentil princesita / tan bonita, Margarita/ tan bonita como tú». Cada vez que leo y releo -o recuerdo- este poema lo asocio -no sé el motivo- a esa dulcería suave y gentil que, como la feliz Margarita, son las gijonesas PRINCESITAS, hoy bandera dulcera de Gijón, nacidas en el año 1921 en la Confitería LA PLAYA.
Les cuento la historia: Se llamaban Fabián Castaño y Ambrosia García, eran vallisoletanos y decidieron buscar futuro empresarial en Gijón.
Eran los inicios del siglo XX y abrieron obrador de confitería en Gijón casi frente a La Escalerona, en la playa de San Lorenzo, y lo bautizaron como LA PLAYA. Pasado el tiempo, en 1938, se traslada el negocio a la calle Corrida, antes llamada Calle Ancha de la Cruz, y allí sigue en su andadura dulcera. Es en 1921 cuando Fabián, en un alarde de inventiva, crea las PRINCESITAS, un a modo de pequeñas rosquillas de mazapán con yema que, una sobre otra, llevan un relleno de yema y luego se bañan con almíbar, secan a horno suave hasta que adquieran un brillo superficial, y se ofrecen colocadas en papel rizado.
Como es lógico, LA PLAYA, hoy regentada por nietos del fundador, tiene su «secreto» de elaboración para esta dulcería, lo que no impide que actualmente esté presente en la práctica totalidad de las confiterías gijonesas. Las PRINCESITAS, como el SPORTING, son emblema de GIJÓN.