POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Es Santiago el Mayor, Boanerges, el Hijo del Trueno, mi apóstol preferido; a su tumba fui andando, aunque ya sabemos que la urna de plata de Compostela quizá no guarde los restos del hijo mayor de Zebedeo, decapitado en Jerusalén por orden de Herodes Agripa, hacia el año 41, sino los del hereje Prisciliano, también decapitado, pero en el siglo IV. Prisciliano, originario de Iria Flavia, fundó una especie de comuna asceta que condenó la Iglesia por libertaria y naturista; Teodosio ordenó la ejecución de Prisciliano el año 389 en Tréveris y sus discípulos trasladaron a hombros sus restos desde la ciudad alemana hasta Galicia, quizá a Compostela. Así pudo nacer el Camino de Santiago, como Camino de Prisciliano, casi cuatro siglos antes de que se postrara ante sus huesos Alfonso II, el primer peregrino. Es muy posible que la urna de plata guarde a un hereje y millones de devotos hayamos caminado en balde.
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