POR PEPE MONTESERÍN. CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Me contaron que en el Centro de Salud de La Corredoria llamaron la atención a un niño que circulaba en patinete por los pasillos y enseguida saltó su madre en defensa del malcriado y los derechos de los pacientes: “¡Pues no veo ningún letrero que lo prohíba!”. Digo esto porque en las playas asturianas van a colocar carteles para vetar el juego de palas, el fútbol, cavar hoyos, volar cometas, llevar música y ponerla al altu la lleva… Medida acertadísima, sobre todo prohibir la música, con lo relajante que resulta el rumor de los álamos y el fragor del mar. En realidad, prohibir siempre se quedará corto porque llegará a los arenales gente en patinete, en tractor, a caballo, arrastrando una hormigonera, defecando entre las olas…, mientras no conste prohibición expresa. Si hubiera educación bastaría un letrero: “Respeto”. Mejor dicho: si hubiera educación, que no la hay, sobrarían los letreros y sobrarían también muchas madres.