POR FULGENCIO SAURA MIRA, CRONISTA OFICIAL DE FORTUNA (MURCIA)
Y no puede ser de otro modo cuando estamos viviendo momentos vidriosos en el impacto ambiental, ello consecuencia del crecimiento poblacional, la presencia de elementos contaminantes y la apatía de ciertos organismos competentes por dar cumplimiento a una serie de normativa amparada por la Unión Europea relacionadas con la custodia del medio ambiental, base de la vida, siempre en relación con la naturaleza. Precisamente el contorno del Mar Menor conforma un espacio donde la biodiversidad tiene su habitad, donde el litoral ha de ser objeto de esa defensa frente a los elementos externos que lo desdoren.
Como enamorados de esta Albufera única, mar familiar de tanta querencia; no podemos por menos que estar preocupados por la situación que está atravesando, producto de las Danas consecutivas que siguen su ruta aniquiladora y los vertidos de toda índole, como las urbanizaciones que cada vez más destruyen el ecosistema, pues ahí están los resultados. Es hora de que nos involucremos en esta recuperación. Entre otras cosas porque nuestra Constitución en su artículo 45 dice que el Estado promoverá la protección del medio, a los efectos de que los ciudadanos ejerzamos el derecho de gozar de nuestros recursos naturales, pero también exige cuidarlo, participar e intervenir con los organismos en aportar experiencias en la custodia de los bienes de la naturaleza. Pero es que la Unión Europea viene estableciendo normas en este sentido a nivel general que han de cumplirse por sus miembros. El Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea en su artículo 196 programa una serie de actuaciones sobre el particular, que hay que seguir, como las señaladas por otros tratados como el de Estocolmo de 1972 y de Rio de Janeiro de 1992, que crean las bases del derecho Ambiental, como son las del desarrollo sostenible, protección a todo nivel del espacio natural y la exigencia de que quien contamina paga.
Suficiente material para tomar las medidas frente a empresas que, una vez advertidos procedimentalmente, han de enfrentarse a multas pecuniarias muy fuertes.
En España hay suficientes leyes, que darían para un trabajo amplio, sobre la base de nuestra ley suprema y las Agendas y directrices de los tratados. Las hay que afectan a las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos basadas en la LBRL DE 1985, que plantean unas obligaciones desde las directrices del Ministerio de Transición Ecológica y sus órganos. El estado en que se encuentra nuestro mar justifican las actuaciones que se están llevando a cabo cerca de tal entidad, cuya ministra Teresa Ribera ya ha tenido contactos con nuestra Comunidad Autónoma y entidades locales, pues conocemos de las angustias del Consejero de Agua y medio ambiente, entre otras. Don Antonio Luengo, hombre firme en la defensa de la Laguna salada, trabaja en el plan “ vertido cero”, que estimamos pude dar los resultados que esperamos, sus técnicos buscan soluciones ante la realidad nefasta por la que pasa nuestro mar al que se suma la costa de Portman, como sabemos últimamente, referidas al drenaje del acuífero y control de los vertidos. El tema está sobre la mesa de nuestros organismos que tienen que ejercer sus obligaciones en bien de los intereses vecinales. Creemos que el enfermo, en este caso nuestro Mar Menor, que ahora está en la UCI, saldrá lentamente de su enfermedad. Un mar que como cualquier familiar debe la atención y dedicación necesaria que los expertos en la materia han de hacer con el asesoramiento jurídico suficiente, dando cauce a la revitalización de esta Laguna que necesita respirar de nuevo. La preocupación de los habitantes de esta costa tan admirada, se han unido para comunicar a quienes corresponde esta necesidad, para que se den soluciones de forma inmediata a esta catástrofe. Unos y otros, pescadores y amantes del Mar Menor lo anhelamos. Nos sentimos doloridos y Con una congoja en el alma. Porque nuestro mar forma parte del paisaje de la infancia al que tornamos constantemente. Es como una llamada que nos incita a tocar sus aguas y tomar contacto con sus orillas, otear sus lejanías, sus islas que esperan al aventurero veraneante. Es su vieja estampa de azul claro la que llevamos grabada en la retina, como los reflejos de viejos mosaicos de color que dejan sus barcas varadas que sirven para soñar. Ya le dedicamos a la Laguna, no hace mucho tiempo, un homenaje, extrayendo del Mar Menor su impresionante plasticidad. Ahora esos reflejos ayuntan un color de tierra, aprisionan cientos de peces muertos, como si el mar fuera un cementerio. ¡Válgame Dios¡. No puedo por menos que defender el derecho personal de cada pescador a seguir trabajando y el de todos al disfrute renovado del lago más bello de la tierra.
FUENTE: Fulgencio Saura Mira
Pintor y escritor