POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Santiago Hidalgo Chacel, pariente de la escritora Rosa Chacel, casado con la asturiana y fotógrafa Montse Álvarez, me regaló “Pucelín y Ansurón”, cómic que recuerda al Telva y Pinón de Alfonso, al que inspiró Rafael Arnáiz, que vivió en Oviedo, fue monje y llegó a santo. Hidalgo desbrozó la historia del Real Valladolid, club de fútbol, y Bellido la ilustró. Varias viñetas aluden al partido del 8 de marzo de 1996, cuando Japón Sevilla señaló seis penaltis en el viejo Tartiere y los de Brzic tenían asegurada la permanencia. José Luis Chacel lo versificó: “Logramos la salvación en un partido endiablado,/ tres a ocho el resultado y el Oviedo de anfitrión./ Peternac fue la atracción; cinco goles con su sello, de penalti cuatro de ellos./ Aquel encuentro estelar se puede denominar/ como un dichoso atropello”. Nuestras gradas coreaban: “¡Que se besen!”. Que los Chacel nos reconozcan por escrito, en castellano, es más que un beso, es un beso con lengua.
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