POR FLORY FERNÁNDEZ CASTRO PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN DE VECINOS ALJAMA DE PUENTE CASTRO (LEÓN)
El tesón y la suerte… han hecho que a Puente Castro le haya crecido una margarita: Margarita Torres, concejala de cultura, Patrimonio y Turismo, que incluso antes de salir elegido su grupo político para gobernar el Ayuntamiento, se tomó la molestia de escuchar a la Asociación de Vecinos Aljama que ha perseguido durante varias décadas el reconocimiento y puesta en valor dentro del propio barrio de su historia y hallazgos arqueológicos, para que sean visibles.
Con seriedad y constancia, Margarita, mantuvo su promesa de dar forma a esta reivindicación por justicia, una vez llegada al gobierno del Ayuntamiento. De su mano, en este 2019, vemos como florece un proyecto perseguido y solicitado por activa y por pasiva, y que solamente ella ha sabido plasmar: la puesta en valor de las pertenencias e importancia histórica del barrio en un museo hasta ahora lleno de lucha e ilusiones y vacío de contenido. La Iglesia Vieja, tras el trabajo de la primera directiva de Aljama primero sede de la escuela taller y después del Centro de Oficios, fue posteriormente desalojada quedando vacía y sin uso con el traslado de estas instalaciones a las «escuelas de las chicas».
Desde 2005, en aquel conflicto de intereses con el obispado de León en su intención de dejarla para uso y disfrute a la comunidad ortodoxa, Aljama en representación del barrio de Puente Castro, con el apoyo de Mario Amilivia, alcalde popular de León y Ángel Valencia como concejal de barrio y mediador impecable en sus formas, siempre al servicio de los intereses de Puente Castro, consiguen un acuerdo para su puesta en valor. Cuánto trabajo, cuanta lucha, cuanto agradecimiento desde entonces. El sudor de nuestros antepasados dando frutos al futuro del barrio.
Entonces la vieja iglesia dio el salto en los medios de comunicación como protagonista del enclave, y también como protagonista de la verdadera reivindicación vecinal en la calle. Cuánto bien nos han hecho también los distintos medios con el puntual seguimiento y alineación con nuestros justos intereses. Estos años en que hemos perseguido darle forma a aquel sueño, dejan ver que en política importa el trabajo y las personas, también su sensibilidad para comprender ciertas luchas y trabajar en pos de las mismas. Ayuntamiento y vecinos, cada uno en su papel, cada uno cumpliendo, firmemente con su función, sin complejos, pero ambas partes trabajando por el mismo objetivo.
Justo es recordar también aquel convenio de colaboración entre Ayuntamiento, Caja España y obispado, donde Evelia Fernández, concejala socialista, dejó patente sus mejoras pero sin dotar del suficiente contenido la coqueta iglesia de San Pedro, algo cojo el proyecto como para considerarlo un referente en León de las tres culturas y la importancia de los hallazgos dentro del barrio.
La ciudad tiene desde hace siglos una deuda histórica, una deuda de peso con el barrio extramuros que forma parte inseparable de la historia de León. No valorando lo nuestro, no nos valorarán nunca.
El río Torío y el puente de Carlos III son barrera, más psicológica que física, para la integración de Puente Castro, pero son nuestros gobernantes quienes nos han mantenido sistemáticamente apartados de cualquier desarrollo y solo se nos ha tenido en cuenta para dar los servicios municipales que a nadie ha interesado reivindicar, unos por desagradables, otros por dolorosos, y que dentro del barrio hemos asumido sin pedir nada a cambio y sin recibir compensación alguna.
A León poco le ha importado fomentar un desarrollo favorable y equilibrado en todos los sentidos: urbanístico, de conexiones, de equipamientos, cultural… con relación al resto de barrios de León.
Llegando hasta el punto de considerar el alcalde socialista, Francisco Fernández, allá por 2008, que podíamos aceptar y asumir una carga más de marginalidad absoluta, queriendo imponernos con su política, la forma de hacer de este privilegiado entorno y del valor del propio barrio, un auténtico gueto, con su pretensión de construir cientos de alojamientos de integración social, aquí apartados de todo pensaron que podríamos tragar con el sapo, cuestión por la que los vecinos a través de Aljama, salen en 13 ocasiones a la calle e interponen varios contenciosos contra el consistorio. Los vecinos de Puente Castro sólo queremos recuperar nuestra dignidad como ciudadanos de León, no como el lugar donde llevar lo que otros rechazan. Iguales impuestos: igual desarrollo.
Sólo un fuerte movimiento de reivindicación vecinal generado a través de la Asociación Aljama, han hecho que los vecinos de Puente Castro manifiesten su malestar durante años en la calle y hagan que desde el Ayuntamiento leonés se vayan dando pasos favorables, sembrando trabajo e ilusión en un ambiente impregnado de esta valiosa semilla de lucha.
De esta manera podrá ser recogida por la autoridad política en cada momento, haciendo que se vaya minimizando esa imagen de barrio marginal y abandonado.
El Ayuntamiento de León cumple así con una pequeña parte de la deuda histórica, aunque mantiene su brecha deficitaria con el barrio en muchísimos aspectos. Por fin, un alcalde —Antonio Silván— reconoce la deuda histórica con Puente Castro.
En este reducido espacio, Margarita Torres dota de cultura y pone de manifiesto la importancia de un barrio tan antiguo que extramuros de la ciudad forma parte inseparable de la misma con sus asentamiento romano y judío, así como lo hace como recibidor y puerta de León en el Camino de Santiago.
Falta una pequeña parte del proyecto también en nuestras calles, pero aun así sea enhorabuena para todos los leoneses este nuevo paso en favor de todos. Que sea un ejemplo a seguir y que quien venga le dé continuidad.
Fuente: https://www.diariodeleon.es/