POR ALEJANDRO GARCÍA GALÁN, CRONISTA OFICIAL DE PEÑALSORDO (BADAJOZ)
La FEPET (Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo), en la que se encuentra incardinada APETEX (Asociación de Periodistas y Escritores de Turismo de Extremadura), ha celebrado recientemente su congreso internacional correspondiente a 2013 en Puerto Rico (Mayagüez y San Juan). Representando a la Asociación extremeña han asistido Antonio Bueno, Diego Caballo -con sus respectivas esposas, Encarna y Mari Carmen- y el autor de estas líneas.
Para encabezar esta crónica viajera me viene a la mente mi primer conocimiento caribeño de la isla a través de una película que vimos en los comienzos de los años 60, “West Side Story”, pero que los responsables del film en el mundo hispano tradujeron por “Amor sin Barreras”. Se trataba de un apasionante drama musical, posiblemente el primero del que tengo recuerdo, y cuyo protagonismo correspondía a la sociedad puertorriqueña en Nueva York, enfrentada a la italo-norteamericana, donde el amor y la tragedia se entremezclaban profundamente. Rita Moreno y Natalie Wood representaban las dos máximas figuras femeninas de ambas comunidades en el film; Russ Tamblyn, George Chakiris y Richard Beymer, eran los referentes masculinos, todos rodeados de un elenco excepcional de grandes actores, y cuya codirección correspondió a Robert Wise. Desde aquel momento se me quedó grabado en el cerebro la frase “Puerto Rico, mi adorado”, correspondiente a una de las bellísimas canciones que en la película se interpretaban; de ahí este encabezamiento.
Vengo evidentemente entusiasmado de la isla conocida también con el apelativo Estrella, de su paisaje, su exuberante vegetación y sus gentes, en la que todavía el sello de España, la Madre Patria como muchos recordaban, está muy presente, comenzando por la lengua común. Han sido ciertamente unos días muy intensos, pero bien aprovechados por los 45 compañeros que hasta el Caribe nos desplazamos, y salvo los “incómodos enredos” en los que nos vimos envueltos a la ida en la escala del aeropuerto de Filadelfia, por lo demás todo fueron satisfacciones generalizadas a mi entender.
Tras la desagradable “movida” del aeropuerto de la capital de Pensilvania, donde fuimos vejados, tomamos de nuevo el avión con dirección a San Juan, aeropuerto Luis Muñoz Marín, que toma el nombre del personaje que, siendo Gobernador de Puerto Rico, firmó en 1952, junto a los Estados Unidos, el estatuto por el que se creaba el actual Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Al llegar a la capital puertorriqueña nos esperaba una guagua (autocar) que nos trasladaría hasta el hotel resort en Mayagüez, donde nos hospedaríamos, en la costa occidental de la isla, ciudad de 100.000 habitantes, conocida también como La Sultana del Caribe -que será capital de la cultura americana en 2015- y primer lugar por donde, según la tradición, se descubrió la isla de Borinquen, llamada por los españoles Puerto Rico.
La primera jornada de estancia -o estadía como ellos dicen- en la ciudad, la dedicamos a visitar el zoológico mayagüezano o yagüés, donde conviven en plena naturaleza los más de 600 animales de diferentes especies aquí acogidos, la mayoría exóticos para nosotros en España, entre otros el oso americano; la serpiente alsofi; la cotorra puertorriqueña -a la que no se puede molestar dado su fácil estresamiento-; el múcaro sabanero, también puertorriqueño; el águila calva procedente de los EEUU, sólo presente en Puerto Rico fuera de Norteamérica, emblema como se sabe del escudo estadounidense; el cóndor de los Andes; o la elefanta africana Mundy, con 31 años, que requiere de unos cuidados muy especiales. También contemplamos diversas plantas representativas de la isla, llamando nuestra atención especialmente el higüero, árbol cuya fruta, la higüera, es de un notable espesor, recordándonos su volumen a un melón, capaz de descalabrar a cualquier descuidado que por debajo del árbol pase; y pudiendo ser aprovechado el cuenco de su corteza para tomar café u otras bebidas. Abundan asimismo árboles en que sus raíces son sumamente someras y a su vez extensas en derredor del tronco al que se abrazan y sostienen formando un solo cuerpo. La visita al zoológico la realizamos guiados por la palabra sabia de Marisel Mora González, guía oficial de este recinto durante años y esposa del alcalde de la ciudad de Mayagüez, honorable José Guillermo Rodríguez, porque “quiero seguir trabajando en mi profesión y no depender de los míos”, como nos manifestó.
Concluida la visita al zoológico, nos trasladamos hasta el complejo museístico y bibliotecario “Eugenio María de Hostos”, presidido por un espléndido bronce del personaje, ubicado en la antigua hacienda del padre de este prócer, ideólogo, político, pedagogo, sociólogo y escritor puertorriqueño y mayagüezano del mismo nombre, bordeando hasta su llegada paisajes montañosos y quebradizos de especial belleza y exuberante vegetación, con estrechas carreteras llenas de curvas y deficiente estado de conservación. Eugenio María nació en 1839 en el barrio (pedanía) de Río Cañas, lejos del centro de la ciudad, en la vivienda de su pudiente progenitor, quien enviaría al hijo a estudiar a España, realizando éste los estudios de bachillerato en Bilbao para trasladarse más tarde hasta Madrid con intención de cursar la carrera de Derecho, que nunca llegaría a concluir. Posteriormente se traslada a la isla para unirse al movimiento de emancipación que consigue su objetivo en 1898, mas con la frustración de verse dominados los puertorriqueños de nuevo por otra potencia colonial extranjera, los Estados Unidos, tras haberse liberado de España. Su muerte acaeció en 1903 con el dolor de no ver su patria libre como era su deseo. La esclavitud en la isla se había suprimido en 1873.
Por la noche nos acercamos hasta el centro de la ciudad de Mayagüez, la plaza del Almirante Cristóbal Colón, presidida por la estatua del descubridor del Nuevo Mundo, para celebrar la Iniciación de la Navidad, frente a la Casa Consistorial o Alcaldía por un lado, y la catedral de Nuestra Señora de la Candelaria del otro. Hubo discursos en torno a la Navidad -Puerto Rico celebra la Navidad tal vez más larga del mundo, ya que comienza a principios de diciembre y termina a mediados de enero- con la interpretación de los himnos de Estados Unidos, Puerto Rico y Mayagüez, e intervenciones civiles de representantes del municipio y de las iglesias católica y presbiteriana, más ostras bellísimas actuaciones de bailes nativos y cantos populares de villancicos, parrandas, aguinaldos, plenas…, que hicieron las delicias de los asistentes al acto. La manifestación de luz y sonido final, simplemente espectacular. Observamos como el escudo de Mayagüez, que adorna el interior de la Alcaldía, recoge el popular mensaje de “A Castilla y León Nuevo Mundo dio Colón”, coronado por un castillo -del reino de Castilla.
Fuente: APETEX CARTA MENSUAL. Febrero 2014. Año XI. Número 122