POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
La megafonía, hoy tan de moda, es innovación moderna en las iglesias (templos).
El sacerdote y sus adláteres , tanto varones como mujeres, realizan sus lecturas y oraciones desde atriles situados a los lados del prebiterio y provistos de micrófono para que sus palabras sean reproducidas en todos los altavoces estratégicamente distribuidos en el local.
Antaño no era así. No había micrófonos ni altavoces y si el sacerdote predicador (en Colunga decíamos «pedricador») quería ser escuchado por el pueblo devoto, pronunciaba su homilía desde un púlpito (plataforma) elevado colocado en alguna de las columnas centrales del templo.
Y esto, además, debía hacerlo en voz alta y en hablar pausado , frecuentemente animando el discurso con gestos de aspaviento y «riñas» al auditorio.
Por mi comarca colunguesa tenían fama de alta oratoria sagrada los sermones que, a grandes voces, predicaba un sacerdote (no digo su nombre) «muy riñón».
Se cuenta que a la salida de una «hora santa», un día de Jueves Santo, preguntó una señora a una vecina amiga qué le había parecido el sermón de don XXX.
Contestó la interpelada:
.-¡Ay, fía; no se qué decite! .- Ayer pasé mala noche y aproveché el sermón pa echar un pigacín ; pero debió ser muy buenu lo que pedricó porque les voces eren muy grandes…Algo me paeció oir de una gallina que se perdía y eso preocupaba más a la xente que si no se sabía per onde andaba la fía…
En muchos sermones cuaresmales y semanasanteros el «pedricador» solía exagerar la descriptiva de los sufrimientos de Jesús a causa de nuestros pecados. Buscaba motivar el arrepentimiento de los fieles y cambios positivos en su vida; pero en ocasiones era tan exagerado el discurso que el resultado, en vez de penitencial, era irrisorio.
Así, un poeta un tanto humorista, recreó esta predicación cuaresmal:
«Un cura que predicaba
el miércoles de Pasión,
en medio de su afliccíón
estas frases murmuraba:
.- ¡Por vosotros Le prendieron,
por vosotros Le injuriaron,
por vosotros Le azotaron
y por vosotros Le hirieron!
Las mujeres que esto oían
a suspirar empezaban,
y unas, el suelo besaban,
y otras, llorando gemían.
.- ¡Por vosotros Le escupieron!
el sacerdote insistió.
Y entonces, un fiel gritó:
.- ¿Y por usted, qué Le hicieron?.
Estamos en Semana Santa.
Vivámosla con devoción y con respeto.
Y, ¿por qué no?, sepamos disfrutar de estos días de descanso para ser un poco más felices.