
POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
En una Asamblea de la Asociación de Mujeres de Ulea, auspiciada por la concejal del Ayuntamiento de Ulea, me invitaron para ser el moderador de la misma.
A pesar de haber trabajado como médico de familia durante muchos, acabé entendiendo nuevas facetas que desconocía en su profundidad; aunque intuía algo de ellas.
Se habló de «la madre perfecta» y nos centramos en las medidas que el Ministro de Seguridad Social y Migraciones D. José Luís Escrivá, expuso en un manifiesto. «Esto no es conciliar»; reclamando varias medidas que atañen de raíz a la verdadera conciliación familiar.
Cada una de las mujeres presentes -más de 25- definió a su manera ´»qué era la conciliación». La mayoría se decantó diciendo que «era un problema social muy serio y complejo»
Algunas de ellas, curtidas en mil batallas, abordaron, un tanto desmoralizadas, la primera cuestión y, antes de exponer sus motivos comenzó diciendo que la conciliación es un cuento chino que habíamos creado las mujeres, «creyendo que podríamos hacer lo que quisiéramos y que no existían barreras sociales para ser madres»
Todos y todas podemos conciliar; tengamos hijos o no. Se trata de conseguir un equilibrio sano entre la vida laboral y la familiar y, eso, a día de hoy, no ha sido posible y, por consiguiente: no existe.
No estamos conciliando, decía una mujer de unos 25 años; «estamos renunciando». Tras una pequeña pausa continuó diciendo: es verdad que esa actitud la hemos heredado de una cultura matriarcal ancestral y de un presencialismo que prima el tiempo laboral sobre el familiar y el personal.
En la actual pandemia del coronavirus -como en otras anteriores-, se ha demostrado qué, en la actualidad, el trabajo puede no ser presencial y podemos efectuar el teletrabajo, pero, teletrabajar teniendo hijos de corta edad en casa no puede ser nuestro futuro laboral. Así no puede existir la conciliación familiar.
Las trabajadoras sociales asistentes nos dicen que se llevan más de cinco años analizando, concienciando y visibizando el problema de la conciliación y hemos llegado a la conclusión de que es un camino que debemos transitar juntos; los agentes sociales, familias, empresas, Gobierno y Sindicatos. Se trata de una corresponsabilidad social ya que el cuidado de los hijos pequeños, así lo requiere.
Siempre surgían contratiempos, ya que la maternidad destapa los roles familiares y tradicionales; obligando a la mayoría de las mujeres a renunciar.
La delegación de mujeres que se entrevistaron con el Sr. Ministro, le pidieron que se pusiera en marcha «un plan Nacional de Conciliación», que incluya permisos laborales de maternidad y paternidad; cuotas en las empresas; bolsas de horas; permisos por hijos enfermos, bajas laborales inmediatas, para madres y padres cuyos hijos entren en contacto con el virus Covid-19 positivo. Sí, porque ¿qué hacemos si tenemos que trabajar y nuestros hijos están en cuarentena?
Esta pandemia ha puesto de manifiesto la falta de conciliación de los pilares sostenibles y estructurales que apoyan a las familias.
Entonces ¿Qué es la Conciliación? surgió un silencio sepulcral y, un grupo de madres uleanas, jóvenes, dijeron con insólita determinación: no se dan los pasos adecuados o es casi imposible. De pronto, una uleana con dos hijos pequeños, exclamó de forma rotunda» Los únicos que pueden conseguir la conciliación laboral y familiar, son nuestros abuelos», por delante de los colegios, el teletrabajo regulado con perspectivas de género, la reducción de jornada laboral sin pérdida salarial y una ayuda económica a las familias que tienen que trabajar fuera de casa.
En la actualidad existen situaciones extremas, tan desesperantes, que te obligan a tener que elegir entre la salud y el poder tener para comer; porque esta pandemia ha puesto sobre el tapete una situación insostenible, para muchas familias.
Mi pregunta, a todas ellas, fue la siguiente: Después de esta sesión de trabajo ¿Hemos aprendido algo positivo? Tras desmenuzar todas las propuestas y las realidades; unas reivindicaban la figura de la madre perfecta; porque aún no nos hemos desprendido del papel tradicional que hemos heredado, o bien, nos hemos acomodado en él»
La mayoría de las mujeres presentes no esperan nada -o casi nada- de la Administración y sus instituciones; ni de las empresas. De lo que sí están convencidas es de que «la mejor conciliación la proporcionan los abuelos»
Apenas hubo debate y salimos en silencio.
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