POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Pues, señor, esto era en la leonesa ciudad de Sahagún -cuando Sahagún era emporio de ciencia y de fe- en los tiempos del reinado de don Juan II de Castilla (1406-1454) padre de la reina nuestra señora doña Isabel I la Católica.
Parece ser que residía en esa ciudad un judío converso, conocedor de «remedios para dolencias», cuya esposa, «cristiana vieja», se llamaba Catalina. Ambos habían oído contar la historia de Batara Guru, aquel príncipe hindú enamorado de Retna Dutmila con la que no pudo casarse,y quien, ante la tumba de su amor, vio nacer una planta asombrosa. La llamó «padí», alimento de los hombres, y nosotros la denominamos arroz.
Para Catalina y su marido el arroz era remedio y curación de todas las enfermedades.
Cayó enferma de muerte la pobre Catalina a causa de unas fiebres tercianas y su esposo -pesado él- insistía una y otra vez en que comiera arroz.
¡Que si quieres arroz, Catalina!, le decía a voz en grito… Y Catalina se murió sin responder.
Recuerdo ahora esta historieta, no porque pueda acoplarse a algunos sucesos judiciales recientes, sino porque el arroz puede ser plato importante en nuestras comidas cuaresmales.
Vamos a prepararlo con unas almejas en salsa verde.
Para ello haremos un «arroz blanco» según costumbre; aparte se elabora una salsa verde (aceite, ajo y perejil) y, ya en su punto, se le suman unas almejas. Una vez que abran sus valvas, almejas y salsa se incorporan al arroz a modo de baño superficial (no «revolver» para entremezclar) y se sirven de inmediato.
Se ofrece a los comensales recordando la anécdota sahagunera: ¡Que si quieres arroz, Catalina! Y todos disfrutarán en silencio… porque es un plato riquísimo.