¿QUÉ SIMBOLIZA LA POPULAR MATRONA DEL ALMUDÍ? • DOS ÁNGELES CON FILACTERIAS QUE EVOCAN LA CARIDAD Y UN EXTRAÑO PELÍCANO QUE CORONA EL RELIEVE DOTAN DE MISTERIO A LA MURCIANA ALEGORÍA
Ene 30 2017

POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA

Los antiguos porches del Almudí, que aguantaron hasta entrado el siglo XX.
Los antiguos porches del Almudí, que aguantaron hasta entrado el siglo XX.

Se conoce como la Matrona de Murcia, uno de los símbolos de la hospitalidad que siempre engalanó estas tierras, representado por una madre, tallada en relieve sobre el escudo de la ciudad, que amamanta a un niño extraño mientras los propios aguardan a sus pies. La pieza, que no es sino una alegoría a la Caridad cristiana, adorna la fachada del Almudí, recién restaurada estos días cuando se cumplen dos décadas de la anterior rehabilitación.

Como símbolo de Murcia, han sido muchos los autores que han dedicado unas líneas a describir el escudo y el edificio que embellece. Incluso el que antes adornaba, pues está probado que la obra perteneció al antiguo pósito de la ciudad, también llamado almudí, alhóndiga, alfondega o pósito del pan, institución dedicada al depósito y compra venta de trigo y otros cereales.

El cronista Juan Torres Fontes aclaró en su día que existió un pósito musulmán en la parroquia de San Lorenzo, en la calle que después por ello se llamaría Granero y que Alfonso X ordenó trasladar en 1272 al lugar actual, entonces junto a la aduana, próximo al arrabal donde concentró a los musulmanes, al lado de la plaza destinada a celebrar ferias y mercados. Era la conocida, por ello, como calle de la Carretería, hoy Plano de San Francisco porque allí estuvo el convento de los franciscanos, con su iglesia de la Purísima Concepción.

Otra de las fechas que desempolvó Torres Fontes fue la del 5 de mayo de 1407, cuando se consignó que «la casa del almudí está muy mal parada, en tal manera que se llueven y pudren las vigas» y el carrizo «por no haber tierra roya». De junio de 1440 data el contrato de las obras del edificio, que se verían concluidas en 1575. O, al menos, se hicieron algunos trabajos como lo prueba la lápida que hay colocada justo encima de la matrona y donde puede leerse: «Los muy ilustres señores Murcia y patrones del pósito del pan mando hacer esta obra siendo Corregidor el Ilustre Caballero don Pedro de Ribera de Vargas Vecino y Regidor de Madrid. Año 1575».

El investigador Muñoz Clares anota un emplazamiento anterior del Almudí, en la plaza de San Julián, donde se mantuvo hasta 1554. El mismo autor recordó que ya el escritor Santiago Delgado denunció en su día en las páginas de ‘La Verdad’ el mal estado de edificio, logrando su restauración.

Una explosión acaecida en 1612 casi destruye el célebre relieve. Narraba el literato Frutos Baeza que «a las dos de la madrugada del primero de septiembre […] se desató sobre Murcia una horrible tempestad que puso en angustiosa zozobra al vecindario. Aumentó esta una horrorosa detonación a la que siguió el resplandor de una inmensa hoguera».

Un rayo había alcanzado en las cámaras donde se guardaban las armas del Regimiento de Milicias y la pólvora «voló la parte alta del edificio». Torres Fontes aclaró que la deflagración arruinó también los edificios colindantes, como el Parador, que luego se llamaría Posada del Almudí, o la casa del verdugo de la ciudad. «Quedaron inservibles casi la totalidad de los tres mil arcabuces y quinientos mosquetes allí depositados», añadía el cronista.

Porches derribados

Entonces sucedió algo extraño en estas lides donde acostumbramos a arrasar con todo aquello que huela a historia: las autoridades decidieron conservar el relieve e instalarlo en el nuevo edificio. Resulta interesante anotar que sobre la puerta principal del edificio, donde antiguamente hubo unos porches que fueron derribados, se conserva una placa ilegible, porque a nadie se le ha ocurrido dorar sus líneas.

Sobre la piedra puede leerse: «Reinando en las Españas la Majestad del Rey D. Felipe III Nuestro Señor, la muy noble y muy leal Ciudad de Murcia mando hacer esta obra siendo corregidor D. Antonio de Quiñones Pimentel Caballero del hábito de Calatrava y Comisarios D. Antonio Martínez, D. Juan de Saabedra y Avellaneda, D: Antonio de la Peraleja, D. Juan Marin de Valdés Alguacil Mayor de la Inquisición, Regidor, y Juan Vázquez Ramírez, Jurado. Acabose siendo Corregidor Gaspar de Ávila Balmaseda, Regidor de la Ciudad de Toledo. Año MDCXIII», año en que quizá concluyeron la fachada. El edificio, que en el siglo XIX sería cuartel de caballería y Palacio de Justicia, tardaría otra década.

Diego Sánchez Jara, en su obra ‘Intervención de Murcia en la Guerra de la Independencia’ recordó sobre la ciudad que «su fisionomía espiritual bien grabada quedó en el escudo que ornamenta la fachada de su antiguo Almudí. Allí, como símbolo de su generosidad, en el lugar mismo donde se guarda el trigo de sus campos y de sus huertas, se encuentra la Matrona dando el pecho a unos niños forasteros, mientras los suyos demandan en vano su alimento. ¿Se puede decir más?».

El pintor e investigador Muñoz Barberán atribuyó la autoría del relieve de la Matrona a Fernando de Torquemada tras encontrar unos recibos que prueban su salario y la dedicación a esta tarea durante dos meses. En uno de los documentos puede leerse: «Fernando de Torquemada, imaginario, veintidós reales en cuenta del escudo que hace para la obra del pósito. Enero de 1575».

Sobre que el relieve constituye una alegoría de la Caridad no existen dudas. De hecho, en las filacterias que portan los dos ángeles también esculpidos en la pieza, los regidores ordenaron esculpir: «Charitas quae ad creationem coegit ipsa cogat ad regendum», que viene a traducirse: «La Caridad obligó a su creación, ella misma obligue a su administración».

Culmina el relieve otra pieza que, por andar descabezada, al pronto pasa inadvertida. Se trata de un pelícano, alegoría entre otras cosas de Cristo, tal y como se representaba por los antiguos cristianos.

La tradición establece que estos pájaros son capaces de picotearse el cuerpo para dar su sangre a los polluelos cuando falta el alimento. Fuentes y Ponte, en su célebre obra ‘Murcia que se fue’ confunde al pelícano al escribir que «una águila tiene como volando, y no representará sino cuan alto el vuelo es de la imperial casa de Austria». Pero es, como se ha visto, más pelícano que águila.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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