POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Termina la Cuaresma y hoy es el primer día de la semana litúrgica, cuando Jesús entró en Jerusalén montado en burro y fue aclamado como el hijo de Dios. Dice el Salmo 118, versículos 26 y 27: “Benditos los que vienen en nombre del Señor, Él es el Dios que nos alumbra: ordenad fiesta con palmas hasta los cuernos del altar”. ¿Cuernos del altar? Cuernos alude a poderío, relacionado con las cornamentas de los animales; los altares de bronce se remataban con cuernos en las esquinas y los fugitivos de la justicia recibían asilo en la Iglesia si se agarraban a esos cuernos. Pues bien, Jesús entró por la Puerta de los Leones a Jerusalén y las multitudes agitaban ramas de palmera y de olivo, tendiéndolas al paso del modesto burro, burra o asno, que carecen de cuernos. Los días, con sus noches, de esta semana serán una calvaria, una cornada tras otra, rumbo a peor. Pero evitaré el spoiler por si la juventud me lee.
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