POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE)
Parecido al estribillo de la canción tradicional y popular española militar de toque de diana, pero es el origen de la polémica surgida por la decisión de la junta directiva de la Asociación Hijos de la Inmaculada de modificar una de las tradiciones más antiguas de la procesión del Encuentro del Domingo de Resurrección de Torrevieja: la retirada de la mantilla de luto de la patrona por parte de la misma familia desde hace 76 años.
La primera asociación mariana de Torrevieja dedicada a la Inmaculada Concepción surgió a mediados del siglo XIX, dedicándose a la veneración de la santa Patrona y sufragando fondos para la construcción del nuevo templo parroquial. En aquellos años en la procesión del Encuentro desfilaba la imagen de Dolorosa, propiedad de las familias Rodríguez y Barceló, que al hallar al Santísimo era despojada del enlutado mantón, quedando cubierta por uno blanco.
A comienzos del XX, nace la Congregación de las Hijas y Siervas de María que se dedicó, entre otros menesteres, a la recogida de flores para el ornamento de la imagen, recaudar fondos para la construcción de su camarín, organización de las novenas a la Virgen, en mayo y diciembre, además instruir a los niños que por primera vez iban a recibir el Santo Sacramento de la Comunión, así como encauzar la coronación de la imagen, en 1965, inicándose por su presidenta, Angelita Castell Mínguez, una colecta popular que culminó al año siguiente con la coronación canóniga.
Acabada la Guerra Civil, se restableció la costumbre de la procesión del Encuentro y, al no contar con ninguna imagen mariana, fue la Purísima, obra de José María Ponsoda Bravo, la que desde el año 1941 arrancó la costumbre de que Bernardo Parodi Torres iniciara el tradicional descubrimiento del rostro de la Virgen de un manto negro que habiendo pertenecido a su hermana María Parodi, prestándolo cada año para este cometido de verse frente al Santísimo Sacramento representando a Jesús Resucitado ¿Por qué?
María Parodi Torres fue la hija mayor del matrimonio formado por Bernardo Parodi Boracino y Josefa Torres, propietarios de una tienda de comestibles y ultramarinos; se casó con José Alvar, yéndose a vivir primero a Bilbao y más tarde a Madrid, donde al estallar la Guerra Civil desaparecieron tras ser visitados por milicianos, no sabiéndose ya más de ellos. Acabada la guerra se le rindió un sentido homenaje poniendo su nombre a una de las calles de la población y, a partir de entonces, su familia prestó su velo para el Encuentro de la Resurrección, en acto muy emotivo y sencillo, con una Purísima sin flores en el trono, sin palomos revoloteando, sin pétalos de flores y aleluyas cayendo del cielo. Sin oropeles, ni lujos, ni alaracas, únicamente el sencillo Bernardo ‘el Torres’ que subía sobre el humilde trono de la Purísima, para revivir el recuerdo de la muerte de su hermana María Parodi, en un ambiente envuelto en la alegría de la Resurrección de los muertos en el juicio final.
Cerca de setenta y siete años han pasado, y la misma familia continúa prestando año tras año el negro mantón de María Parodi y, año tras año, Bernardo Parodi y su familia han sido los encargados de descubrir el rostro de la Purísima y no como honor, prebenda o canonjía, sólo para mantener aquella promesa en espera de la Resurrección.
Quién conozca a Bernardo Mínguez Parodi o haya conocido a su abuelo Bernardo Parodi Torres sabrá valorar este auto de fe a la Virgen, sin aspiración alguna de protagonismo, ni relumbrones, ni mirarse el ombligo, ni sacar la barriga, pero sí, y mucho, por devoción y tradición nada interesada, y mucho menos como privilegio, prorrogativa o merced a una acción sencilla que para esa familia siempre ha estado revestida de fe, amor, bondad y esperanza.
Al día de hoy, la Asociación Hijos de la Inmaculada, fundada en 1981, para fomentar la devoción a la Purísima, pretende romper con esa tradición iniciada a comienzos de los años cuarenta, provocando la destrucción del patrimonio religioso y cultural del colectivo torrevejense muy anterior a la existencia de dicha asociación. No sabemos quién o quienes decidirán el descubrimiento de la faz de la Purísima y/o qué baremación designará al hombre o mujer elegido, la edad, actitudes y preparación ¿Cómo y quién va a medir la devoción? ¿Concurso oposición? ¿Votaciones abiertas o cerradas? ¿Qué sabio jurado?
Formas hay muchas: En Sonseca, la Virgen de la Salud se le quita el velo antes del encuentro, y lo hace el párroco; en Malpartida, es el alcalde el que quita el velo a la Virgen del Rosario; en Madrigal de la Vera, la persona que quita el manto negro de la Virgen suele haber hecho una promesa y pedirle algo, lo que allí llaman ‘una manda’; en Candás, tres generaciones de una misma familia son las que han retirado el velo a la Virgen del Rosario en la procesión del Encuentro, el último, y que sigue siéndolo, es Joaquín Alberto González, que tomó el relevo de su padre el 20 de abril de 2014, costumbre ya iniciada por su abuelo; todo salió bien, con perfección, augurando según la tradición, una buena campaña de pesca para ese año en la población asturiana.
En Callosa de Segura es su cronista oficial Miguel Martínez Aparicio el heredero de la tradición familiar de retirar el manto a la Virgen en la procesión del Encuentro, pero con una salvedad, desde hace unos años descubre el rostro una persona representante de una de las cofradías de Semana Santa, Miguel hace de ‘maestro de ceremonias’ del acto, dirigiendo cómo, de qué forma y en que momento se ha de hacer la retirada del luto de la Virgen. Estamos a la espera de conocer cómo y se mutará una antigua tradición de cerca de ochenta años. ¡Es todo muy sencillo!