POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Joaquín López Ortiz «Quinín», es una gran vecino nacido en Ulea, en la calle O`Donnell, en el año 1931. Hombre menudo, hijo de Hilario López y Luisa Ortiz; es el sexto de ocho hermanos, y es un hombre sencillo, amable, muy sensible y de una gran humanidad.
Biografía
En su época escolar descollaba, además de ser un adelantado en sus estudios, en su afición al fútbol y a la música. En los recreos de la escuela formaba parte de los equipos que jugaban en la Plaza Mayor y en la Replaceta de la Casa de la Condesa.
Jugaba de extremo izquierda y era una gozada verle jugar ya que driblaba y tenía un toque de pelota tan sutil que hacía las delicias de los jugadores de su equipo y de cuantos teníamos la suerte de verle jugar. A pesar de ser ambidiestro, tenía un gran manejo con la pierna izquierda y su regateo, muchas veces dejaba sentados a los defensas.
Durante su época de juvenil jugó con el equipo del Ulea C. F. y, cuando fue militarizado jugaba en el equipo de fútbol de su cuartel; en los torneos que organizaban los mandos del Ejército. Allí se alistó y fue destinado a la banda de música de la milicia ya qué, además de ser un virtuoso con el acordeón, dominaba el clarinete, así como la música de cuerda: la guitarra, el laúd y la bandurria.
Quinín, hombre amable y servicial, le adornaban unos principios morales muy arraigados y, de hecho, ayudaba en la iglesia parroquial del pueblo, tocando el armonio y cantando en el coro.
Se casó y se marchó a vivir a Madrid, donde tenía su trabajo y, cuando volvía a su pueblo de vacaciones, hacía las funciones de sacristán ayudando en dichas tareas a Antonio el de la Claudia y a Nicomedes Carrillo.
Tanto las vacaciones de verano como en Navidad y en Semana Santa, regresaba al pueblo y siempre se le veía en la iglesia, o visitando a los enfermos y ancianos impedidos, así como haciendo pequeños conciertos musicales.
Tras el fallecimiento de su esposa y una vez jubilado, reafirmó su residencia en el pueblo, dedicándose a la pasión de su vida: la música. Las romerías de San Antón al campo y las de «La mona de Pascua» al jardín, eran amenizadas por la música de Quinín.
También, en los atardeceres locales, se sentaba en la terraza de los bares y, acompañado de un vaso de vino, amenizaba a los concurrentes con las melodías de su inseparable acordeón.
Tras su jubilación, además de tocar varios instrumentos musicales y cantar, le salió la vena de ‘compositor’ y, entre sus obras destaca la letra y música del himno a San Bartolomé.
Cuando escribo este artículo, el día 27 de marzo de 2017, nuestro querido Quinín López Ortiz vive aún en su casa del pueblo, con su hermana Remedios, alejado del mundanal ruido; en el que se movió durante toda su vida.