RAMÓN QUEIRO FILGUEIRA, UNA PÉRDIDA IRREPARABLE.-RECORDANDO AL PRESIDENTE DEL ACTO DE CLAUSURA DEL XLIV CONGRESO DE R.A.E.C.O CELEBRADO EN SEVILLA
Jun 17 2021

POR PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ, CRONISTA OFICIAL DE DOS HERMANAS (SEVILLA)

Ramón Queiro Filgueira

El 28 de octubre de 2018 se celebró en Sevilla el solemne acto de clausura del XLIV Congreso de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales.

El acto tuvo lugar en el Salón Carlos III de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Ocupó la Presidencia, por delegación de doña Isabel de León, Marquesa de Méritos y Presidenta de la Real Institución, el Académico Numerario don Ramón Queiro Filgueira,

En su nombre, con elocuencia y afecto, dio la bienvenida a los congresistas que llenaban el salón de plenos de la Academia, poniendo de manifiesto la importancia de recibirles en una institución cuyos orígenes se sitúan en la Academia que en 1660 creara Bartolomé Esteban Murillo, y ponderó la importante labor que realizan los cronistas, como testigos y transmisores de la historia.

 

Don Ramón Queiro presidiendo el acto de clausura del Congreso Nacional de Cronista Oficiales en Sevilla, con el presidente de la RAECO y de la Federación de Cronistas Mexicanos y saludando al Decano de los Cronistas de España, don Enrique de Aguinaga, al finalizar la clausura del Congreso.

 

Tras una larga enfermedad, que sobrellevó con entereza admirable, la Arquitectura ha perdido uno de sus más notables maestros y la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría uno de sus miembros más relevantes.  Su vida, como él mismo diría, fue un rodar de aquí para allá del territorio nacional buscando una vocación que encontró en Sevilla, ciudad para él muy querida: “Sevilla – decía – tiene razones para ser narcisista. Yo que no soy sevillano llegué aquí y me quedé enamorado, y no deseo vivir en otro sitio”. En Sevilla se casó con Mari Carmen Quijada, una sevillana de Osuna, y en Sevilla nacieron sus hijos.

Con Don Enrique de Aguinaga, cronista de Madrid y Decano de los cronistas españoles

Su biografía es, como diría de él Rafael Manzano, primero maestro y luego compañero y amigo entrañable, un grandioso ejemplo de superación. “Nací – diría-  en una muy pequeña aldea de Galicia, que se llama Meixonfrío de la parroquia de Lousame. Por lo tanto, yo soy una persona de aldea. Tuve la fortuna de que la maestra de la aldea aconsejara a mis padres que yo fuera al instituto. Hice Aparejadores en Madrid y entré en Andalucía por Cádiz, que es como se debe entrar en la Bética. El recorrido de mi vida ha sido Vigo, Tenerife, Las Palmas, Cádiz y Madrid. Allí estudié aparejador. En el último año ingresé en la Politécnica del Ejército y salí de proyectista de Armamento y Construcción y Aparejador, pero llegue al convencimiento de que mi vocación era la arquitectura. Todavía no había salido la primera promoción en Sevilla y decidí retornar a Andalucía. Cuando estaba en Tercero, empecé a trabajar con Rafael Manzano y a conocer Andalucía, recorriéndola desde Jaén a Cádiz y de Málaga a Huelva. Trabajé en un lugar tan privilegiado como es el Alcázar. Aquello definió mi futuro. Estuve trabajando con él los últimos años como aparejador, y después quince años colaborando con Manzano, coincidiendo con Alfonso Jiménez, y desarrollando toda la política de protección del patrimonio que hacía el grandísimo director general que fue don Florentino Pérez Embid”.

Y a partir de ahí, una brillante carrera de Arquitecto, estudioso de la Arquitectura, conferenciante y destacado Arquitecto. Se admira sobre todo su extraordinaria labor de restauración de edificios monumentales, donde luce junto a su exquisito respeto a la integridad del monumento, su buen hacer en la modernización de sus elementos esenciales. Ahí están, por citar solo algunos de sus logros la restauración del Hospital de Venerables Sacerdotes, terminando el trabajo que inició el gran Fernando Chueca Goitia, la restauración de la Casa Palacio de los Pinelo, sede de las Reales Academias de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, Medicina y Buenas Letras y la imponente  restauración del Convento de los Terceros y Palacio de los Ponce de León (hoy sede EMASESA), que obtuvo el Premio ‘Hispania Nostra” en 1990.

Fundó el estudio QUEIRO, arquitectos, diseñadores, constructores y pensadores de Sevilla que operan en los campos de la arquitectura, el urbanismo, la rehabilitación, la investigación y la docencia.

Fue Catedrático de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad de Sevilla, Presidente del Colegio de Arquitectos de Sevilla y del Consejo Andaluz de Colegios de Arquitectos.

Ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría en 1995, ocupando la plaza de Académico Numerario que habían ostentado figuras tan destacadas como Galnares Sagastizábal y Juan Talavera.  Su discurso de ingreso fue “Sevilla: Ordenanzas y Morfología Urbana” y le contesto el Académico Rafael Manzano Martos que le saludó con estas palabras que hoy son un testimonio de afecto que compartimos en la Academia: “Aquí tenemos, revestido de las galas académicas,  a un hombre que todo lo ha ganado con su esfuerzo, que nada le ha sido dado gratis ni por herencia en esta vida”.  Descanse en paz.

 

 

 

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