POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Lo repetiremos una vez más: el antroxu, antroido, entroido, antruejo, que es la puerta de entrada a la cuaresma penitencial, define días de mesa abundante y dulcería golosa.
Actualmente los restaurantes y las confiterías nos tientan con sus ofertas; pero antaño había que conformarse «con lo que daba la casa» y confiar en la ciencia e imaginación de la cocinera familiar (abuela, tía, madre…).
Nos lo recuerdan los versos, en bable occidental, de Eva González en «Xeitus»:
«Achigou l´antroidu, madre,
cuecha de la gabiteira
tsinguanizas ya butietsus,
el toucin ya las murcietsas.
……………
¡Madre!, güei tou como tsouca,
toi lo mesmu qu´ una cuerna;
¡madre! , fiérveme la sangre;
¿será l´antroidu que chega?»
Y de que la mesa, aunque humilde, era abundante nos lo testimonian estas coplas:
«Martes de antroido
has de venir;
cuencos y platos
han de ruxir.»
«Antroido godoiro
pasou por Arbón,
c´un cesto na mao
comendo rapón.»
¡Claro!
Ahora viene la pregunta obligada: ¿Qué es la rapa, o rapón, que pregona el cantar y que en muchas zonas de Asturias es plato desconocido?
Pues a ver cómo se lo explico.
Si la «borona preñada» es la excelencia de la «borona normal», al ocultar en su interior (de ahí lo del «preñe») un tesoro de embutidos y carnes; la RAPA o RAPÓN es la sublimación de la popular y humilde «torta de maíz», cocida en la chapa o al horno, al incorporarle cebolla y todas las galanuras posibles del cerdo.
Es como una «pizza» a la asturiana, pero en sabores de «gochu».
Es decir, con placeres de paraíso.
Vamos a prepararla:
Se amasa harina de maíz (75 %) con harina de trigo (25 %), un poco de mantequilla, agua templada, levadura de panadería y sal. Ha de resultar una masa homogénea, compacta y bien ligada. Se cubre con un paño y reposa en lugar templado durante una o dos horas.
Se estira la masa con el rodillo para formar una lámina gruesa y en ella se introducen «taquitos» de tocino, de jamón, de lacón, picadillo de cerdo o rodajitas de chorizo y un poco de cebolla frita.
Se dispone en fuente de horno y, cubierta con hojas de berza, hornea a unos 180-200º C hasta que esté bien cocida.
¡Oiga!
¿Y de postre?
¿De postre?
Más rapa, demonios, más rapa, que, como me decía una amiga de Boal, «ye boa pa tener familia».