POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Grandes ratas se hacen fuertes en La Florida, reivindican mayor atención, en cuanto mamíferos, y nos recuerdan que fueron compañeras inseparables en la colonización del mundo. Así lo ven ellas; pero estos brotes hay que atajarlos ipso facto y hacer de la necesidad virtud. En “Una modesta proposición”, en 1729, Jonathan Swift, para evitar que los niños de la gente pobre de Irlanda se convirtiesen en una carga familiar e incluso estatal, propuso y difundió recetas para comerlos. Mutatis mutandis, el tripartito de Oviedo debería pensionar a las ratas, curarlas de leptospirosis, criptosporidiosis, fiebre hemorrágica viral, fiebre Q, peste bubónica… y, como hacen en Vietnam, China, Tailandia y Laos, venderlas a la gabardina en Gastromateo, o fritas, con un punto de vinagre de Alcantarilla (Murcia), que las deja suaves, de mejor gusto que el conejo y más bocado que la codorniz. La baba se me cae.
Fuente: http://www.lne.es/