POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)

Caminando por Valdeflora, en la falda del Naranco, acerté a adelantar a una madre que paseaba con su niña, cuando escuché: “¡Mamá, me aburro!”. Me detuve. “¿Te aburres?”, me dirigí a la desgraciada criatura, “¿Por qué? Aquí no hay tele. ¿Ves este árbol? Es un cerezo, pronto le brotarán flores rosas que duran muy poco, como la inocencia; ¿y ese pájaro negro de pico anaranjado? Canta como los mirlos y todo es cierto; tengo uno en la sintonía de mi móvil; ¿oyes un rebuzno? A la vuelta de la curva verás un burro pequeño con mirada de azabache; donde los setos, a poco que sigas, toparás con una casa en ruinas cuyos fantasmas tienden al sol sus sábanas de dos ojos; aquellas montañas nevadas, allá lejos, que parecen cuernos, se llaman Cornión, reserva natural contra el aburrimiento; a tus pies la niebla misteriosa que envuelve Oviedo, y en tu mano otra mano cargada de caricias… ¡Reacciona, mentecata!

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