REALPOLITIK. TRUMP, NETANYAHU, GAZA Y TODOS LOS DEMÁS
Mar 09 2025

POR MARÍA DEL CARMEN CALDERÓN BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CABEZA LA VACA (BADAJOZ).

Imagen idealizada de lo que podría ser la Riviera del Medio Oriente

Lo resumió bien el senador Coons: «Es un plan entre ofensivo y demente, peligroso y tonto».

Lo de Donald Trump con Gaza es una locura de invento geopolítico digno de figurar en los anales de la desfachatez histórica. Su idea de vaciar Gaza de palestinos y quedársela, para hacer «la Riviera del Medio Oriente», -dice-, con la bendición de Marco Rubio y su «to make Gaza beautiful again», tiene todos los ingredientes de una mala película: ignorancia, cinismo y un toque de delirio imperialista.

Marco Rubio es un senador republicano de los Estados Unidos por el estado de Florida  conocido por sus posturas conservadoras en política exterior, especialmente en temas relacionados con América Latina, China y el Medio Oriente. La frase «To make Gaza beautiful again» se relaciona con un comentario sarcástico que Rubio hizo sobre la Franja de Gaza en el contexto del conflicto entre Israel y Hamás. En enero de 2024, Rubio tuiteó esta frase junto con una imagen de Gaza en ruinas, sugiriendo irónicamente que la destrucción causada por los ataques israelíes podría ser vista como una oportunidad para reconstruir la región sin la influencia de Hamás. El comentario generó una fuerte reacción en redes sociales y en la opinión pública, con críticas de quienes lo vieron como insensible ante la tragedia humanitaria en Gaza, mientras que sus seguidores argumentaron que su intención era destacar la necesidad de eliminar a Hamás para mejorar la vida de los habitantes de Gaza.

Muchas personas consideraron la frase insensible y cínica, pues ignoraba la crisis humanitaria, la muerte de miles de civiles y la destrucción masiva de infraestructura en Gaza.

Algunos de sus seguidores y otros políticos proisraelíes interpretaron la frase como un mensaje de esperanza para una Gaza sin el control de Hamás.

La frase hace referencia al eslogan de Donald Trump «Make America Great Again» (MAGA), lo que también generó comparaciones con la retórica populista de la “derecha” estadounidense. Se trata de un eslogan político popularizado por Donald Trump durante su campaña presidencial de 2016 y que siguió utilizando durante su mandato y su campaña de 2020. La frase sugiere que EE. UU. tuvo un período de grandeza en el pasado y que se necesita recuperar ese estatus. Sin embargo, el significado exacto varía según la interpretación de cada persona:

– Para los seguidores de Trump, representa el regreso a una economía fuerte, el orgullo nacional, políticas de inmigración más estrictas y una postura firme en política exterior.

– Para sus críticos, el eslogan es visto como una referencia a un pasado en el que las minorías tenían menos derechos y oportunidades, por lo que lo asocian con un mensaje reaccionario o excluyente.

Aunque Trump hizo famosa la frase, no es nueva. Ronald Reagan la usó en su campaña presidencial de 1980 con un enfoque en la recuperación económica. Bill Clinton también dijo «Make America Great Again» en discursos de los 90. El eslogan se convirtió en un símbolo de la identidad del movimiento trumpista, reforzado por la icónica gorra roja con la frase en blanco.

A ver si después de todo va a resultar que hemos de entender el significado de “trumpista” en su versión fonética inglesa: “trampista…” Hay que saber que el imperialismo en el siglo XX quedó superado, después de una primera y una segunda guerras mundiales, no es de recibo que en el siglo XXI se retroceda, se involuciones en vez de avanzar, de evolucionar positivamente. En el estatus que tenemos hoy día como civilización, no se entiende que un poderoso, porque sí, avasalle, humille, destruya a quienes no tienen tanto poder. Las relaciones entre los distintos países deben establecerse democrática y cordialmente, justamente, no a conveniencia de un empresario que, aunque parecía que podía ser un buen gestor, una vez, una segunda vez en la Casa Blanca, ha decidido gobernar el mundo como si fuera su propia empresa para su ganancia particular y gloria de los EEUU de América.

NO. Eso está demasiado pasado de moda y hay que tener en cuenta también que Israel es un estado creado de la nada para asentar allí a los huidos del régimen nazi, a conveniencia de USA, para que no se asentaran allí les creó un estado para ellos a costa de los legítimos propietarios. Se vendió la idea como la realización de una aspiración bíblica y ancestral del pueblo judío: la tierra prometida.

El Estado de Israel fue proclamado oficialmente el 14 de mayo de 1948, marcando el nacimiento de un estado judío en la región de Palestina, entonces bajo mandato británico. Desde finales del siglo XIX, el movimiento sionista, liderado por figuras como Theodor Herzl, promovía la creación de un hogar nacional judío en Palestina, motivado por el antisemitismo en Europa, habría que tratar también sobre las causas de ese pretendido “antisemitismo”, pero eso daría para mucho y saldríamos del tema.

Tras el Holocausto, en la Segunda Guerra Mundial a manos de los nazis, donde murieron seis millones de judíos, aumentó la presión para establecer un estado judío como refugio seguro. Pero ahora resulta que ellos mismos están haciendo “bueno” a Hitler con su comportamiento con el pueblo palestino al que pretenden hacer desaparecer, están escribiendo en letras mayúsculas la palabra holocausto, siempre infame.

La ONU propuso en 1947 dividir Palestina en dos estados: uno judío y otro árabe, con Jerusalén como zona internacional. Los judíos aceptaron el plan, pero los líderes árabes lo rechazaron, ya que consideraban injusta la partición. Hasta el momento y progresivamente el resultado de esto ha sido que los “colonos” judíos han ido avanzando sobre el terreno palestino reduciéndolo a casi una entelequia, cuando el territorio realmente es de ellos, de los palestinos.

Teniendo todo esto en cuenta, llegamos a la conclusión de que desde la creación del estado de Israel han estado presentes tres factores: Sionismo y deseo de un estado judío Holocausto y presión internacional Plan de la ONU de 1947

La proclamación de la independenciase produce en 1948. El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión, líder del movimiento sionista, declaró la independencia de Israel en Tel Aviv. Un día después, Egipto, Siria, Jordania, Líbano e Irak atacaron al recién nacido estado, dando inicio a la Primera Guerra Árabe-Israelí (1948-1949). Las consecuencias fueron que Israel ganó la guerra y expandió su territorio más allá de lo otorgado por la ONU. Esto no es más que una involución a la Edad Media donde está presente lo que se llamó “derecho de conquista”. Más de 700,000 palestinos fueron desplazados, en lo que ellos llaman la Nakba («Catástrofe»). Desde entonces, el conflicto árabe-israelí ha sido una de las disputas geopolíticas más importantes del mundo.

Trump parece obviar el Derecho Internacional, parece considerarlo algo así como una broma, lo ignora y lo desprecia. Los palestinos no están por la labor de irse, ni deben irse, porque aquel territorio es su casa, su propiedad ancestral. No deben sujetarse a los caprichos de un magnate empresarial gobernante en la Casa Blanca, simplemente porque todo el mundo ha de respetar los Derechos Humanos y el Derecho Internacional.

Lo único que, por ahora, les queda a los palestinos es su identidad, las ruinas de sus casas y la tierra donde entierran a sus muertos. Y de ahí no los van a sacar sin pelear hasta que les quede la última gota de su sangre, esto es comprensible para cualquiera, incluso para Trump, al que solo mueven intereses imperialistas estadounidenses, quiere, como también quiere Putin, pasar a la Historia con letras imperialistas, pese a que la inmensa mayoría, en las elecciones, lo consideró la mejor opción… Pues como sería la otra opción entonces…

Trump pretende sacar a los palestinos de su casa y reubicarlos o directamente que se reubiquen ellos en otros países, estos países son,- a su entender-, los que hayan puesto en tela de juicio su insensatez geopolítica. Entre ellos está España, pero… Si Trump quiere la tierra y pretende quedarse con ella de todas, todas, ¿por qué no se queda él solito con todos esos pobres palestinos? Pobres, porque no tienen absolutamente nada, Israel se ha encargado de ello y USA ha apoyado a Israel. Dado que esto es así, quienes han provocado el problema, ahora internacional, tienen la obligación de arreglarlo. No vale decir que Hamas fue el autor del atentado en el festival musical, la respuesta ha sido devastadora y contra personas totalmente inocentes, bombardeando civiles, hospitales, guardería, colegios…, ¡¿qué culpa tiene un recién nacido de todo esto…?!, pues han sido masacrados por miles.

Habría que pensar en los orígenes de Hamas, ¿Existiría Hamas si no existiera el problema palestino? Es una pregunta interesante. Hamas surgió en un contexto muy específico, relacionado con el conflicto palestino-israelí. El grupo fue fundado en 1987 durante la Primera Intifada como una rama de los Hermanos Musulmanes en Palestina. Si no existiera el «problema palestino» o el conflicto con Israel, es difícil imaginar que un grupo como Hamas, con sus objetivos y su ideología, hubiera existido en la misma forma.

El «problema palestino» incluye décadas de despojo territorial, desplazamiento forzado, ocupación y la lucha por la autodeterminación. Estos factores fueron clave para la creación de grupos como Hamas, que se oponen a la ocupación israelí y buscan la creación de un estado palestino. Sin ese contexto de resistencia y conflicto, podría haber existido algún otro tipo de movimiento o grupo, pero no necesariamente Hamas tal y como lo conocemos hoy. Como dice el refrán, sin que se justifique lo injustificable, el atentado en el concierto y la captura de rehenes fue el lodo surgido de todo el polvo que han ido tragando en Palestina desde 1948, siendo el aludido refrán: “de esos polvos, estos lodos”.

Es probable que, en un escenario donde no existiera el conflicto palestino, las dinámicas políticas y religiosas en la región hubieran sido muy diferentes y no se habrían dado las mismas condiciones para la creación de Hamas. Sin embargo, en una región tan compleja como el Medio Oriente, es difícil prever qué tipo de movimientos habrían emergido en ausencia de este conflicto histórico. No se dan cuenta; o sí… Claro está que sí, que quienes están de más son ellos, los israelitas, los demás están en su casa. A los judíos, les crearon un estado como el que saca algo de una chistera, de chiste, ¿verdad…?; y los pusieron allí. A partir de entonces, no han respetado límites, sino que han ido comiendo terreno por todos los puntos posibles y con unas actuaciones salvajes.

Su política se basa en justificarse diciendo que Hamas es una organización terrorista, pero … ¿nadie ha pensado que estos existen simplemente porque están hasta la coronilla del despotismo del llamado pueblo de Israel. Pues es para pensar… Ningún país árabe se va a prestar a colaborar con una limpieza étnica en toda regla. El Ministerio de Defensa israelí ya maneja planes para una «salida voluntaria», pero ¿adónde van a ir si esa es su propia casa? Los ocupas son los israelitas.

La situación territorial de los palestinos es compleja si nos interrogamos si ellos están en “su tierra”; y está en el centro del conflicto israelo-palestino. Muchos palestinos, especialmente los que viven en Gaza y Cisjordania, no están en lo que considerarían su «tierra ancestral» de manera completa, ya que gran parte de esos territorios están ocupados por Israel y la situación del control sobre la tierra está marcada por décadas de disputas, ocupación y políticas de asentamientos. Es decir, llevan años queriéndolos echar de su propia casa.

Tras la creación del Estado de Israel en 1948, cientos de miles de palestinos fueron desplazados, convirtiéndose en refugiados y muchos de ellos viven hoy en campos de refugiados en países cercanos. De los que permanecieron en lo que es hoy Israel, muchos siguen siendo ciudadanos israelíes, pero viven en condiciones de desigualdad. Por otro lado, la franja de Gaza y la Cisjordania, incluido Jerusalén Este, fueron ocupadas por Israel después de la Guerra de los Seis Días, en 1967, lo que generó un largo conflicto por el control de esos territorios.

Aunque los palestinos tienen la aspiración de establecer un estado independiente en Gaza y Cisjordania, con Jerusalén Este como su capital, la ocupación israelí en estos territorios sigue siendo un tema de gran controversia. Israel ha establecido numerosos asentamientos en Cisjordania, los cuales son considerados ilegales bajo el derecho internacional, aunque Israel no los reconoce como tales. Mientras tanto, Gaza está gobernada por Hamas, pero también se enfrenta a un bloqueo israelí y egipcio que limita su capacidad para acceder a recursos y comerciar.

En definitiva, muchos palestinos no viven en las tierras que consideran su hogar ancestral debido a la ocupación, los desplazamientos forzados y las políticas israelíes; y la lucha por recuperar y establecer un estado propio sigue siendo uno de los aspectos más disputados de este conflicto. Egipto no tiene margen con su crecimiento demográfico desbocado. Jordania ya probó con los palestinos y terminó en Septiembre Negro, en 1970. Y la idea de Trump de que España, Noruega e Irlanda los acojan es un mal chiste.

No sabemos si Trump se da cuenta o lo ciega totalmente su imperialismo, pero está convocando a la muerte, a la guerra, a la Tercera Guerra Mundial, con la que pretendía acabar antes de que la empezara Putin. Va a resultar que la va a empezar él, porque la comunidad internacional no se va a someter a sus caprichos, no lo va a hacer, no debe hacerlo.

Con la ocurrencia urbanística e inmobiliaria de Trump, se entierra la opción de los Dos Estados, que, en realidad, debería ser uno: el palestino. A la comunidad internacional le quedará solo “hacer como en Jerez: dejarla caer”, -el refranero es sabio-, mientras el mapa de Oriente Medio se redibuja a cañonazos. Cuando no, pretender por todos los medios, mantenerse al margen para que no salpique a los distintos pueblos la insensatez del estadounidense amigo del israelita. Se destapa la Caja de Pandora y ya no se trata de garantizar la estabilidad en la región, sino -directamente- de asegurar los intereses de EE.UU. e Israel a cualquier precio. Con ello, Trump dinamita la normalización entre Israel y Arabia Saudit, uno de sus propios objetivos estratégicos.

Trump lanza la propuesta sin consultarla siquiera con diplomáticos ni militares, que ahora andan descolocados. …Pero… ¿y si sí?… -pensará Trump. Ni siquiera Netanyahu sabía nada cuando aterrizó en Washington. ¿Una simple moneda de cambio? ¿Una cortina de humo para tapar otras decisiones impopulares como el cierre de USAID? USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, una agencia gubernamental de EE. UU. encargada de proporcionar asistencia económica, humanitaria y de desarrollo a otros países; y que fue creada en 1961 por orden del presidente John F. Kennedy como parte de la política exterior de EE. UU. Con unos objetivos principales como eran promover el desarrollo global y los intereses estratégicos de EE. UU. Mediante la asistencia humanitaria: Respuesta a crisis como desastres naturales, guerras y epidemias. Reducción de la pobreza: Programas de educación, salud y generación de empleo en países en desarrollo. Democracia y derechos humanos: Apoyo a elecciones libres, fortalecimiento del Estado de derecho y promoción de la libertad de prensa. Salud global, con campañas contra el VIH/SIDA, malaria, desnutrición y fortalecimiento de sistemas de salud. Cambio climático y medio ambiente, con programas de conservación y energías renovables. Actuaba, hasta su cierre, en más de cien países de África, América Latina, Asia y Medio Oriente. Fue criticada por su supuesta influencia política en algunos países, ya que en ocasiones su financiamiento está vinculado a los intereses geopolíticos de EE. UU. Gobiernos como Cuba, Venezuela y Bolivia han acusado a USAID de interferencia política; y, en general, USAID constituyó una de las agencias de ayuda más influyentes del mundo, combinando cooperación internacional con los intereses estratégicos de EE. UU.

En cualquier caso, Washington no parece estar dispuesto ni a enviar tropas ni a financiar la reconstrucción de lo que sus bombas, lanzadas por Israel, han reducido a escombros. El pensamiento del líder USA viene a ser que: si pone dinero allí, es para rentabilizarlo él.

Trump ha resultado ser el presidente más pro-israelí de la historia reciente, como se encargó de agradecerle un Netanyahu exultante en el Despacho Oval. Ya reconoció la anexión del Golán, trasladó la embajada a Jerusalén e impulsó los Acuerdos de Abraham. Ahora, su Gran Israel pasa por Gaza… y Cisjordania, que espera en la lista de regalos.

Los Acuerdos de Abraham fueron una serie de tratados de normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y varios países árabes, promovidos por la administración de Donald Trump. Se firmaron oficialmente el 15 de septiembre de 2020 en la Casa Blanca, con la mediación de EE.UU. En estos acuerdos participaron Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Sudán se sumó después, en octubre de 2020; Marruecos, en Diciembre de 2020; Egipto en 1979 y Jordania en 1994 ya tenían acuerdos previos con Israel, pero estos nuevos pactos fueron históricos porque rompieron el aislamiento diplomático israelí en el mundo árabe. Los Acuerdos establecían el reconocimiento mutuo entre Israel y estos países; el establecimiento de embajadas y relaciones diplomáticas; cooperación en comercio, tecnología, seguridad y turismo; y el compromiso de evitar conflictos armados. El objetivo de su firma era la búsqueda de beneficios económicos y tecnológicos: Israel y los países árabes querían aumentar el comercio y la inversión; intereses geopolíticos: compartían un enemigo común: Irán. También estaba la presión de EE.UU.: Trump ofreció incentivos a los países árabes para que normalizaran relaciones con Israel (por ejemplo, permitió a Marruecos reclamar el Sáhara Occidental y quitó a Sudán de la lista de países terroristas). Significaban un cambio de prioridades en el mundo árabe: Los líderes de estos países consideraron que era más importante fortalecer su economía que seguir apoyando la causa palestina.

El resultado fue que Israel logró más aceptación en la región. Estos países árabes consiguieron beneficios estratégicos y económicos. EE.UU. reforzó su influencia en Medio Oriente. Por  contra, los palestinos vieron estos acuerdos como una traición, ya que históricamente los países árabes habían condicionado la paz con Israel a la creación de un Estado palestino. Otros países como Irán y Turquía condenaron los acuerdos.

Se incrementó la cooperación en defensa y tecnología, especialmente entre Israel y los Emiratos Árabes. También y, en consecuencia, se produce un mayor aislamiento de Palestina, ya que más países árabes normalizan relaciones con Israel sin exigir concesiones para los palestinos. Se produce la expansión del bloque anti-Irán, con una alianza tácita entre Israel y los estados del Golfo Pérsico.

En resumen, los Acuerdos de Abraham marcaron un cambio en el panorama geopolítico de Medio Oriente, fortaleciendo la posición de Israel y redefiniendo las alianzas árabes.

Ahora la postura trumpista parece ser como una lápida sobre la era geopolítica nacida en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial; y, si se viola este status quo se está invocando la Guerra Mundial, la tercera. Ya no se trata de derecho, diplomacia o consensos, sino que los términos serían que el pez grande devora al chico, sin disimulo, sin contemplaciones. Si alguien tiene dudas, ahí están las sanciones al Tribunal Penal Internacional, que Trump impone porque -según él- «amenazan la seguridad de EE.UU. e Israel«. O sea, impunidad total.

Se confirma EE.UU. como una potencia imperialista a la antigua usanza. Canadá debería ser el Estado 51, el Canal de Panamá nunca debió devolverse y Groenlandia es un bocado tentador que Trump quiere comprar o invadir por «razones de seguridad nacional«. Esto no es política, es nostalgia colonial disfrazada de realpolitik, «política realista», una forma de hacer política basada en los intereses prácticos y en el poder, en lugar de ideologías, principios morales o ideales. Las decisiones se toman según lo que conviene estratégicamente, sin importar valores éticos o compromisos ideológicos. Prioriza la seguridad y el poder del Estado sobre principios como la democracia o los Derechos Humanos. Puede incluir la guerra, la manipulación política o alianzas inesperadas para lograr objetivos. Los líderes pueden cambiar de postura si es necesario para mantener su ventaja. Todo se basa en pragmatismo, intereses nacionales, uso de la fuerza y diplomacia; y flexibilidad y adaptación según convenio. Un primitivismo de estado que hace a la humanidad involucionar a la Prehistoria.

Son ejemplos de esta forma de hacer política, de realpolitik, Otto von Bismarck en el siglo XIX, considerado el «padre» de la realpolitik, que unificó Alemania en 1871 mediante guerras estratégicas (contra Dinamarca, Austria y Francia). Formó alianzas con enemigos cuando le convenía y abandonó ideales nacionalistas si no eran útiles.

Otro ejemplo es la misma Guerra Fría (EE.UU. vs. URSS ). EE.UU. apoyó dictaduras anticomunistas (Chile, Irán, Indonesia) porque eran útiles contra la URSS. Ambos países actuaron por intereses geopolíticos, no por principios democráticos.

China y EE.UU. (1972) son otro ejemplo de esta forma de hacer política. En plena Guerra Fría, Nixon y Mao Zedong o Tsé Tung, normalizaron relaciones. Aunque EE.UU. era anticomunista, se acercó a China para debilitar a la URSS.

Está también Putin y la invasión de Ucrania (2022). Rusia justificó la invasión de Ucrania en intereses estratégicos (seguridad, expansión de influencia). No siguió normas internacionales ni valores democráticos, sino su poder militar y geopolítico.

La Realpolitik, en la que se encuadran los problemas de los que venimos hablando, se propone evitar decisiones idealistas que pueden ser poco realistas. Aumenta la estabilidad y seguridad del Estado y permite alianzas estratégicas sin importar ideologías. Puede justificar guerras, violaciones de derechos humanos y traiciones. Fomenta cinismo y desconfianza en la política y puede causar conflictos a largo y corto plazo por priorizar beneficios inmediatos.

Es otro ejemplo actual de realpolitik las relaciones entre Arabia Saudita y EE.UU. A pesar de que EE.UU. “defiende” los Derechos Humanos, mantiene relaciones con Arabia Saudit, un régimen autoritario, porque necesita su petróleo y su apoyo en Medio Oriente.

La Realpolitik es una forma de gobernar basada en el poder y los intereses en lugar de la moral o la ideología, es una estrategia “política” que ha definido la política internacional desde hace siglos pero que en pleno siglo XXI habría que superar, porque su uso no es progreso de la humanidad sino involución.

La idea de Trump al respecto de la franja de Gaza, aunque parezca una locura hay que tomarla en serio, tomarla en consideración, pues si Egipto y Jordania rechazan el plan, el líder USA puede presionarlos con aranceles o cortarles la ayuda, que en el caso egipcio asciende a 3.500 millones de dólares anuales solo en armamento.

Todo esto solo llevará a una meta, servirá para disparar el antisemitismo a nivel global. Lo resumió bien el senador Coons: «Es un plan entre ofensivo y demente, peligroso y tonto«. Con Trump al mando, siempre habrá una vuelta de tuerca más. La tragedia es que, con la relación de fuerzas actual, nadie tiene una solución para el avispero palestino. Habrá que confiar en la habilidad y agilidad de Trump para salir de los problemas y supongámosle un interior mínimamente altruista, en el que también caben los demás, no solo USA, que apoya a Israel por conveniencia.

FUENTE: https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/5208908/realpolitik-trump-netanyahu-gaza-todos-demas

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