REBUSCANDO ENTRE UNAS PÁGINAS
Ago 07 2016

POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

Adolfo Pérez León. Reproducción revista “Hogueras de Alicante 1936”.
Adolfo Pérez León. Reproducción revista “Hogueras de Alicante 1936”.

Confío en que quedara clara aquella controversia que me planteaba entre los términos escarbar y rebuscar, en la anterior “Vuelta a los Puentes”, pues sigo manteniendo, a pesar de la utilización popular del primero de estos términos, que hay que ser más escrupuloso en la utilización del leguaje e intentar dentro de lo posible ajustarse a lo correcto. Algo de lo que se pasa olímpicamente en algunos medios de comunicación, en los que se da cancha a sesudos contertulios que lo único que hacen es hablar de las miserias humanas de los demás, y en muchos casos inventándoselas. Así que, esperando utilizar bien el leguaje rebusquemos entre las páginas de aquella revista alicantina de 1936, en la que se le dedicó a Orihuela, cinco de ellas.

No sé porqué, siempre que trato sobre alguna publicación dejo para el final los anuncios, prestando poca atención a los mismos por falta de espacio. Sin embargo, esta vez, será al contrario, puesto que de las cinco páginas, casi un sesenta por ciento están dedicadas a ellos. Así, a página entera se presta atención a las “entidades suministradoras de las Casas de Beneficencia”, y en esa misma página, al horno y panadería de Antonio Rogel Navarro, que tenía despacho en la calle Almunia, 2 y sucursal en la Plaza de Abastos; a las carnes finas de vaca y de ternera que expendía Manuel Ribes Grau en la calle del Ángel; al despacho de leche de Antonio Cubí Alcocer, en la calle Meca, 15, que facilitaba a sus clientes el reparto a domicilio; a la vaquería de la Lonja, cuyo propietario era Francisco Pujante que se anunciaba indicando que disponía de un establo higiénico en el Camino de Cartagena; al exportador de frutas José Murcia, en Río, 4; a la pescadería de Antonio Murcia en la Plaza de Abastos; a la serrería mecánica especializada la fabricación de envases para frutas de Luis Saavedra, en la Alameda Vieja. Así mismo, se prestaba atención a los asentadores de la Lonja oriolana, los cuales se quejaban de que además de pagar por la parcela para sus operaciones a diario, los martes y sábados tenían que abonar según los bultos que introducían, llegando en esos días su desembolso hasta seis pesetas, además de veinticinco céntimos por bulto. En concreto, dichos asentadores consideraban ilegal el pago de la parcela, pues no ocurría en ninguna otra lonja, y pedían además que se reparase el tejado del edificio, puesto que los días lluvia se les dañaban las mercancías. Entre los asentadores que se anunciaban, estaban Francisco Bernabeu, Antonio Bernabeu Esteve, Andrés Menargues y Eduardo Ruiz “Chaguata”.

Habían otros anuncios como el de la fábrica de somieres La Valenciana, en la calle Nicolás Salmerón, 3; el establecimiento dedicado a la venta de loza y cacharrería de Antonio Cayuela, en la calle del Río, 6; el exportador de naranjas y limones Ruperto Gutiérrez. Como gran novedad, Pedro Cremós, daba a conocer el descubrimiento de “un rico y abundante caudal de agua potable” a tres kilómetros de Orihuela, con lo que se esperaba subsanar el problema existente en la población, ya que se podía abastecer a razón de 123 litros de agua por habitante y día. Por último, dentro de los anuncios, a página entera, se mostraba las nuevas instalaciones de la industria de Antonio Brotons Segarra dedicada al descascarillado de almendra, y cuyo edificio había sido construido “conforme a las orientaciones modernas y a las más sabias leyes de la higiene”, y cuya obra estuvo a cargo del maestro albañil Antonio Ortuño Larrosa.

Los textos literarios que aparecen son tres: Uno titulado “Orihuela”, en el que se hace un recorrido desde el origen de la misma y de su topónimo, hasta las aguas minerales de San Antón y la fertilidad de la huerta, pasando por su época visigótica, creación del Obispado y de la Universidad. Este artículo va acompañado de seis fotografías de Serna, que presuponemos sea el farmacéutico Alfredo Serna, que tenía su despacho en la calle Calderón de la Barca esquina a Obispo Rocamora. En ellas, nos lleva desde los naranjales hasta una perspectiva de Orcelis, teniendo como hilo conductor el río, en el que se refleja el convento de las salesas y la torre de Santa Justa, el Molino de la Ciudad y las traseras de los edificios de la margen izquierda a la altura del Palacio Episcopal.

El segundo texto, es un “Paseo sentimental” firmado por Juan Sansano, en el que rememora sus visitas a Orihuela, y los paseos por sus calles, por el Chorro “con sus arbustos señoriales” en el que se celebraban todos los martes feria de ganado. Así como, por las inmediaciones de San Francisco llegando hasta Nuestro Padre Jesús, para pasar por el ascenso al Oriolé y sus minas abandonadas. Las fotos que lo ilustran, del mismo Serna evocan el Palmeral, los crepúsculos, cipreses heráldicos y los naranjales.

El tercer texto, tiene por autor a Gabriel “Sitje”, Justino Marín, que lo dedica a Adolfo Pérez León “lapidario del arte”, del que dice que puso la escultura y el dibujo al servicio de las artes plásticas funerarias, y lo acompaña con un retrato del mismo y una fotografía de la lápida de Antonio Moya Ortuño fallecido el 5 de julio de 1935, y en la que el artista presenta esculpido un retrato del difunto.

Así, en estas cinco páginas, de aquella revista de 1936, recordamos personas, hechos y paisajes de la Orihuela de nuestros padres, gracias al rebusco entre papeles y entre las hojas de la misma.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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