NOTICIA EN LA QUE SE CITA A JOSÉ MELGARES GUERRERO, CRONISTA OFICIAL DE CARAVACA Y REGIÓN DE MURCIA.
Este día, tres de septiembre, bien merece que nos detengamos a recordar la memoria del pintor Obdulio Miralles que, en esa misma fecha de 1865, hace ahora 156 años, nacía en Totana. Venía al mundo en la calle Cartagena, en la actual General Aznar. Fueron sus padres Wenceslao Miralles, «notario y escribano de la villa», natural de Pliego y Francisca Javiera Serrano, natural de san Miguel de Murcia. Unos años después, nacía otro de los hijos del matrimonio, Francisco, que desarrolló con notable éxito la actividad fotográfica en Murcia, en el taller Luz y Arte, ejerciendo, además, la docencia en la Escuela de Bellas Artes, cultivando también con precisión y realismo la pintura. (El pasado miércoles, día uno de septiembre, José Antonio Melgares, Cronista Oficial de la Región, publicaba en un medio de comunicación regional una reveladora y sugerente reseña sobre este creativo e innovador artista, con motivo de celebrarse el primer centenario de una exposición de sus trabajos «con obras al pastel» en el Círculo de Bellas Artes de Murcia).
Centramos la atención en esta ocasión en Obdulio y en su anhelante búsqueda de la sublime esencia del color, una aspiración constante en la corta trayectoria de su existencia, pues un alto nivel de exigencia que se creía incapaz de alcanzar acabó generando una neurastenia que le llevó al suicido el 21 de diciembre de 1894, contando con 29 años de edad.
En ese tiempo, la ciudad de Murcia hizo inscribir su nombre en la «columna a la Fama» de la Plaza Santa Isabel, a la vez que le dedicaba una calle. Por su parte la de Totana, consciente de la calidad de Obdulio Miralles, en 1896 personalizaba con su nombre la antigua calle de La Hoya. No debió de cuajar la decisión, ya que en 1917 se aprobaba de nuevo designar como tal la calle Quintín y colocar «una lápida en la casa donde nació en la calle General Aznar», determinación que valoraba positivamente la familia, pero que, una vez más, se incumplía. Inobservancia que se quería reparar en 1926 al autorizar a darle su nombre a la antigua calle Álamo, acuerdo que tampoco se ejecutó. Actuaciones, por otra parte, bastante frecuentes en diferentes reconocimientos, aprobados por la Corporación y no consumados. Se hubo de esperar a fechas relativamente recientes para que se rotulase a una vía próxima a la rotonda con la carretera de Mazarrón, como «Calle del pintor Obdulio Miralles».
En la década de 1880 Obdulio había marchado a Cuba en donde realizó importantes avances en el tratamiento del dibujo. Allí fue nombrado director artístico de uno de los principales periódicos de la isla. De regreso a España, unos años después, fijaba su residencia en Madrid, trabajando intensamente en su formación y preparando las pruebas de acceso a la Escuela Superior de Pintura, reto que consigue con el número uno. Pensionado por la Diputación Provincial de Murcia, gracias al impacto que una de sus obras causó en la sociedad del momento, «La Vendedora de Periódicos», como también con el apoyo del ayuntamiento de Totana, le fue posible continuar sus estudios. Su pincel se mueve entonces con una singular transparencia, con cálidos e intensos brotes de creatividad, lo que le permitió obtener varios premios y reconocimientos. Totana, inmersa en un proceso de crisis financiera de cierta entidad, no pudo continuar apoyando económicamente al artista, con lo que perdía la oportunidad de enriquecer su patrimonio con algunos de los lienzos de Obdulio.
La figura y la obra de Obdulio Miralles han sido estudiadas con precisión y esmero gracias al excelente trabajo publicado en 2003 por Mª. Eulalia Miralles Lozano, investigación que le valió la concesión del Premio Alporchón en el año 2002. Esta monografía ha supuesto un acercamiento riguroso y científico a su personalidad y a su producción. En 2018, con motivo de la celebración de los cien años de la concesión del título de ciudad a Totana por el rey Alfonso XIII, el Ayuntamiento de la localidad presentaba un recorrido expositivo en la sala Gregorio Cebrián en donde, junto a otros autores, se exponían algunas de sus obras y se daban a conocer rasgos de su biografía.