POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE CAMORA
Era mayo y corría la mitad de la década del 60 del pasado siglo. El curso agonizaba y una compañera de Lengua y Literatura del Claudio Moyano, Marisa Primo Martínez, me invitó a conocer a unos curas de los que le habían hablado con gran admiración por la labor que habían iniciado en una nueva barriada zamorana, con su parroquia, que se conoce en la actualidad como San José Obrero, constituyendo desde un principio todo un símbolo. La residencia de los tres sacerdotes estaba en el primer bloque de viviendas pasado el matadero municipal. En primer lugar me sorprendió la puerta abierta y una especie de esterilla de cañas que dividía el cuerpo de entrada con el resto de la vivienda y estaba decorada con alguna frase alegórica al sentido de la casa y de la disposición de sus moradores, un mensaje de solidaridad y entrega sin reservas. Algo nuevo y distinto se respiraba en aquella vivienda. Saludos y presentaciones, los típicos ofrecimientos de esos casos y con alguna frase más o menos discordante. El grupo estaba formado por Ángel Bariego, Manuel Tapia y Marcelino Gutiérrez Pascual. De aquel encuentro surgió una relación cercana que nos llevó a trabajar juntos. Poco a poco fui calando en lo más hondo de sus planteamientos y llegué a entender el movimiento del que se hablaba, medio a escondidas: el desarrollo comunitario. Un hito en este movimiento lo marcó la compra de la finca conocida como La Josa en la Cuesta del Bolón, en cuyas instalaciones estuve impartiendo clase nocturna durante varios años, sobre dos puntos únicos y fundamentales: geografía económica de España e historia contemporánea.
Después de unos años el grupo terminó rompiéndose, sin embargo la misión creada se mantuvo. Convocadas elecciones municipales en noviembre del 70, para renovar el tercio familiar en dicha barriada presentó su candidatura Ricardo Rodríguez Castañón.
Cuatro de las veintiséis mesas electorales estaban establecidas en el colegio Juan XXIII, en las cuales se votó en exclusiva a su candidato. Los elegidos fueron: Herminio Ramos Pérez, Aurora Sánchez Alonso y Ricardo Rodríguez Castañón.
La toma de posesión de los nuevos concejales se celebró el domingo 7 de febrero de 1971. El señor alcalde en un acto de simpatía y connivencia nombró al candidato de la barriada primer teniente de alcalde, lo que demostró una cierta contaminación y afinidad con las ideas de desarrollo comunitario. También se vio con meridiana claridad cuando con motivo de dar nombre a una nueva calle en el barrio se propone el de «Cañaveral» como sencillo y simple homenaje a la revolución de un país hispanoamericano. No solo la autoridad municipal sino también la eclesiástica se sintió atraída por el citado movimiento como lo demuestra el título de San José Obrero a la nueva parroquia que se construía en la barriada y en cuyos cimientos se enterró la portada plateresca de la Fundación Sotelo, un atropello más de los que en esa década se consumaron en nuestra ciudad.
Cada uno de los episodios citados daría para hablar largo y tendido y varios centenares de páginas. Seguiremos recordando.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/