PARTICPÓ MIGUEL ROMERO SANZ, CRONISTA OFICIAL DE CAÑETE Y CUENCA.
En esta vega descolgada a los pies de las severas y frías sierras se buscan los suaves aires levantinos. Desde la Cabeza de San Felipe se derrite la invernal escarcha mientras por el río Mayor, en busca del Cabriel, se viaja hacia costas de atardeceres y sol. Fue este el entorno, entre las importantes ciudades musulmanas de Alcalá de la Vega y Huélamo, donde comenzaron las importantes andaduras históricas de Cañete.
Su dibujo amurallado, silueta que juega con la sierra y la vega, nos habla de otros tiempos. Tiempos de poder y fama que se adquirieron fundamentalmente tras la conquista cristiana. Desde entonces, se convierte entonces en tierra fronteriza entre los reinos de Castilla y Aragón. Un punto estratégico de gran singularidad donde sucedieron momentos decisivos antes de que España supiera que era España.
Si hay una figura transcendental que destaca durante aquellos siglos, es Álvaro de Luna. Personaje cumbre en una época cumbre. Bajo el reinado de Enrique III, alrededor de 1390, nace en Cañete quien sería años más tarde copero del rey Juan II de Castilla; partícipe victorioso en una de las guerras civiles más largas y cruentas; el preferido de la corte real; el Condestable de Castilla, cargo fundamental en la organización y dirección del ejército castellano, y finalmente el hombre traicionado y condenado por su propia corte, quien puso fin a sus días en Valladolid en 1453.
Por la transcendencia del personaje, el momento histórico que le envuelve y la singular ubicación de Cañete, se producen cada año un evento histórico cultural que trata de perpetuar esta seña de identidad: La Alvarada de Cañete. Esta cita veraniega, cuando brilla la sequedad del amarillo en las laderas y refresca escuchar el débil rumor en las riberas, atraviesa sus calles irregulares, salta las murallas y borbotea por sus puertas. El pueblo se viste de colores del pasado y el aire timbrea con la dulzaina y el tamboril.
El complejo y transcendental pasado medieval de Cañete ha provocado que cada edición gire en torno a una temática única y diferente. Alrededor de ella se mueven un surtido de actividades que mueven los sentidos y los pensamientos de una u otra manera, pero que nunca dejan indiferente a nadie. Algunas como son las conferencias, grupos musicales, teatros tratan sobre esta temática anual. Otras más distendidas y ociosas como las representaciones medievales se repiten, de una forma similar, en cada edición.
Uno de los momentos más emblemáticos de La Alvarada es la presentación de la figura del Comendador o Comendadora Mayor de la Villa. Cada año cambia, pero su ambiente no. Gentes de todos los rincones se reúnen para asistir a este momento que pretende cruzar las barreras del tiempo.
Para hablar de su origen, aparece una nueva figura clave: el historiador Miguel Romero. Fue Miguel junto a un grupo de entusiastas los que se embarcaron para que, en palabras del propio Miguel: “El propio pueblo conociera su pasado histórico y pudiera servir además como detonante turístico.” Y veintitrés ediciones después, se puede asegurar que así ocurrió.
Fue en el año 1999 cuando se celebró aquella primera Alvarada que significó el primer evento de estas características en la provincia de Cuenca. Nunca antes un acontecimiento histórico había agolpado tantas actividades culturales. Nunca el pueblo de Cañete, con sus murallas, sus puertas y sus calles había vuelto a resonar tan presente en el territorio.
El origen del Programa de Actividades Culturales de la Alvarada, además de la voluntad y trabajo de sus organizadores donde destaca el papel de Miguel Romero y el Ayuntamiento de Cañete, se debe a la ayuda del Grupo de Acción Local de Prodese, cuya labor fue clave en sus inicios a través de la financiación económica del Programa Leader Plus y Leader 2007-2013. Durante estos dos programas, el Ayuntamiento de Cañete contó con estas ayudas que variaron entre 48.768,93 en 2003 a 7598,6 euros en 2013. A pesar de esta necesaria inyección para poder comenzar sus andaduras, su proyección y su mayor interés en los años posteriores ha sido la búsqueda de la autofinanciación.
Fruto de este trabajo, colaboración, esfuerzo y apoyo económico La Alvarada recibió el Primer Premio de Turismo de Castilla-La Mancha en el año 2000 y declarada como Interés Turístico Regional en el año 2014. Desde entonces, Cañete no sólo se ha establecido como un bello lugar de la Serranía de Cuenca sino una parada ineludible en las etapas veraniegas.
Este año 2023, en su XXIII Edición el tema elegido es su pasado sefardí, uno de los temas más enigmáticos y fascinantes de nuestra historia. En aquellos tiempos de Álvaro de Luna, cuando Castilla y Aragón eran reinos distintos y Cañete era tierra fronteriza en constante alarma, compartían tierra y calle cristianos, musulmanes y judíos.
Los judíos, que tomaron un papel relevante durante los siglos XII, XIII y XIV, fueron muchas veces mediadores entre los mudéjares y cristianos, y formaron parte de algunas de las grandes instituciones de aquella época como la Escuela de Traductores de Toledo. Alrededor de 1390, cuando nace Álvaro de Luna, se incendian y saquean las juderías de Castilla y Aragón. Mil años después, y tras mil quinientos años de presencia en la Península Ibérica, se produce su definitiva expulsión la cual sucedió en 1492 bajo el reinado de los Reyes Católicos. Para entonces Cañete acababa de dejar de ser una peligrosa tierra fronteriza.
Los descendientes de aquellos judíos expulsados se denominaron sefardíes por identificar a la Península Ibérica con el nombre del bíblico “Sefarad”. Uno de los casos más icónicos y que une nuestro pasado sefardí con Cañete es el del escritor Elias Canetti, quien, nacido en Bulgaria y de familia sefardí, comprobó que su apellido procedía de aquel pueblo castellano lejano que, a finales del siglo XV, tuvieron que abandonar sus antepasados: Cañete.
Bajo este marco histórico cultural de un interés arrollador se han hilado en esta edición numerosas actividades. Un programa donde han destacado seminario, conferencias, teatros, conciertos cimentados por el legado cultural sefardí, el misterio aún que rodea a la judería de Cañete y la importancia transcendental de la histórica tierra de Sefarad; así como las ya habituales representaciones históricas y la proclamación de Comendador Mayor de la Villa a José Manuel Rodríguez Uribes, embajador de España en la ONU y ex Ministro de Cultura y Deporte.
Comprender la historia es un reto de valiente carácter. Pues, ¿no es difícil incluso ordenar nuestros propios recuerdos y vivencias?. Por ello, embarcarse en este proceso de para desentrañar nuestro pasado es siempre una aventura con destino incierto. Primero, se debe elegir el sitio y el momento correcto. Y, si hay un lugar donde estos factores coinciden, uno de estos sitios es Cañete.
La Alvarada pretende redescubrir un retazo de nuestra historia para, de alguna forma, reinventar el futuro de nuestros pueblos. Profundizar en cuestiones de nuestro pasado que urgen respuestas para dar el valor que merece nuestra tierra. Rescatar oficios, prácticas y saberes de generaciones perdidas en el calendario del tiempo para que no se cubra la frágil memoria con las zarzas del olvido.
Cañete, con su singularidad y personalidad transcendental, es esa tierra fronteriza que vivió momentos dramáticos y decisivos antes de que España supiera que era España, y que hoy lucha entre su pasado y su futuro para otorgar un presente vivo, joven y soñador.