POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

La actividad comercial en toda la comarca del Valle de Ricote a finales del siglo XVII era muy importante y, como consecuencia, en sus aledaños, abundaban los ladrones y embaucadores.

Asaltaban en los caminos a viajeros que con sus reatas de acémilas transportaban su mercancía a los distintos mercados de la comarca. Además, en las poblaciones pequeñas tales como nuestro pueblo, que tenían la iglesia abierta durante la mayor parte del día, con escasa o nula vigilancia, era frecuente encontrarse en el interior del templo a presuntos profesionales de joyería y relojería que, haciendo uso de sus dotes persuasivas, engañaban a los presentes si los había y cometían sus saqueos.

Ya, a finales del siglo XVIII, acudían hasta aquí unos viajantes originarios de Blanca, de la saga López Núñez, cuyo cabecilla atendía por el alias de ‘El requinto’, por ser el quinto hijo de una familia de 12 hermanos y que, al ser mellizo en el quinto parto de su madre, se le bautizó con el sobrenombre de requinto.

Pues bien, estos entendidos en joyería y relojería expoliaron la iglesia de San Bartolomé de Ulea, de sus joyas más vistosas e incluso, al decir que iban a arreglar el reloj de la iglesia, acabaron sustrayendo sus piezas más valiosas.

También visitaban a las familias que tenían relojes y joyas de gran valor; a los que se ofrecían como expertos arregladores. En multitud de ocasiones, se llevaban la mercancía para reparar en sus talleres y, en algunas ocasiones, desaparecían los técnicos reparadores sin posibilidad de rescatar las piezas que se habían llevado; para arreglar en sus talleres: Se producía un robo flagrante.

Como este problema era frecuente, en varias poblaciones de la Región de Murcia, Salvador Vinader, Regidor de la Región de Murcia, hizo saber que en muchos pueblos viven afincados -cambiando de ciudad con frecuencia- embaucadores que con el pretexto de componer relojes y joyas, engañan a sus dueños y, por tal motivo, avisa entre otros al Ayuntamiento de Ulea para que tome la providencia necesaria, en esta materia, con el fin de evitar los quebrantos que se producen.