POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Desde mediados del siglo XVII, la Corporación Municipal sacaba a pública subasta el cobro de los impuestos de los vendedores ambulantes, del mercadillo semanal, del degüello de reses en el matadero, de pesas y medidas en los colmados, del esparto y leña de montes bajos, de bebidas alcohólicas y del transporte fluvial en las barcas sobre el río Segura.
A la persona que se le adjudicaba dicha subasta, se le denominaba «Rematante».
Así sucedió durante más de dos siglos, hasta que, a principios del siglo XX, dichos rematantes se declararon insolventes; bien «porque no resultaban rentables o porque malgastaban cuanto recaudaban».
En el primer decenio del siglo XX, algunos rematantes depositaban como fianza el valor de una casa, una huerta, un corral, animales domésticos y, algunos que tenían buena reputación, «lo avalaban con su honor».
Sin embargo, dicha recaudación resultó ruinosa y, llegado al Ayuntamiento como alcalde Gumersindo Cascales Carrillo, reunió a su Corporación Municipal, en una sesión plenaria extraordinaria donde expuso tal anomalía y, para solucionarla, apremió el nombramiento de un «recaudador de impuestos del Ayuntamiento».
El Alcalde, con el asentimiento de Corporación hizo la observación de qué, a su vez, atendería también otros menesteres del consistorio. Dicho nombramiento recayó Emilio Tomás Pastor, en el pleno del Ayuntamiento del día 31de mayo del año 1928.