POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Me ocurre a mí y a todo el que circule por la carretera: sé que el radar está en el Alto del Caleyu, en la bajada de la autopista donde el puente de Campomanes, a la salida de los dos túneles de la Bolgachina, a la entrada de Gijón, a la salida de Avilés, en la “y” griega, en la “i” latina, en el aire que respiramos… A veces salgo de Pravia, en dirección a Oviedo, cuando llego a Cornellana me acuerdo del radar que dejé atrás, en Quinzanas, y me pregunto: ¿A qué velocidad habré pasado? ¿A los 90 permitidos o a 97? La respuesta me la trae el cartero un mes después: “¡Te pillamos a 98, capullo, pon a enfriar cien euros, tontolaba! (Firma: el Sacamantecas)”. Pronto la DGT emitirá un comunicado de esta naturaleza: “En el día de hoy, desarmado y arruinado el chófer nacional, han alcanzado los picoletos sus últimos objetivos civiles. La circulación ha terminado”.
Fuente: http://www.lne.es/