RESEÑA DEL LIBRO “HERNANDO DE SOTO, MÁS ALLÁ DEL VALOR. NUEVAS APORTACIONES DOCUMENTALES A LA HISTORIA DEL HIDALGO JEREZANO”.
Dic 09 2021

POR FRANCISCO CILLÁN CILLÁN, DR. EN FILOSOFÍA Y LETRAS. CRONISTA OFICIAL DE PUERTO DE SANTA CRUZ Y DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA (CÁCERES).

Estamos ante un voluminoso y minucioso trabajo, dividido en cinco partes, de excelente presentación y fácil lectura, con aportación de variado y amplio número de documentos.

En la primera parte los autores, zanjan de una vez por toda, a nuestro parecer, la larga polémica que se estableció desde hace siglos por saber cuál era el verdadero lugar de nacimiento de Soto.

Tres localidades extremeñas se lo han disputado por razones diversas: Bancarrota, Badajoz y Jerez de los Caballeros. Los dos autores se inclinan por el último de los lugares, aportando documentos y pruebas evidentes, recogidas durante más de treinta años, asegura el Académico de número, Feliciano Correa, que no dejan dudas de su naturaleza. Entendemos que las principales de esas pruebas son las respuestas que dan los participantes en el Interrogatorio para la concesión del hábito de Santiago a Hernando de Soto y su testamento, que realiza en plena conquista, donde, temerosos de morir en tierras tan desconocidas o en alta mar, pide que sea enterrado, si es posible, en la iglesia de San Miguel de Xerez, donde está sepultada su madre.

Pero en el Interrogatorio, el 4º participante, Álvaro Romo, no duda en afirmar que conoció al padre de Soto, Francisco Méndez Soto, natural de Xerez, y a su madre, Leonor Arias Tinoca, nacida en Badajoz, que después de casados se fueron a vivir a Xerez y allí los vio con su hijo Hernando. Se citan a otros historiadores de diferentes épocas que en sus escritos han defendido la teoría jerezana, entre los que destaca, por su aportación inédita, el jurista, académico e historiador cacereño Muñoz de San Pedro, Conde de Canillero.

En el presente estudio se rechaza la defensa barcarroteña, defendida por el Inca Garcilaso y Antonio de Herrera en sus Décadas, por considerar que el primero estableció tal consideración de oída, pues solo tenía dos años cuando Soto abandonó el ejército almagrista, que se dirigía a la conquista de Chile, decepcionado por no respetar el nombramiento que Almagro le prometió de su lugar teniente y se dirigió a España. Herrera, que no pisó tierras americanas, copia sin más consideración lo que Garcilaso expresa. Quien defienden esta hipótesis consideran que allí estaba el mayorazgo de los Soto y en dicha población vivía su hermano. Igualmente, los autores critican la naturaleza fijada en la capital pacense, defendida por el cronista Pedro Pizarro, primo hermano del Conquistador del imperio Inca; afirmada por la esposa de Pedrarias, suegra de Soto, e igualmente se señala en las capitulaciones que el rey Carlos I le otorga para la conquista de La Florida, porque estos “confunden lo general (tierra de Badajoz) con lo particular (la localidad), al aludir al todo sin precisar las partes”; o el estante, permanecer en un lugar, con el nacer en un determinado sitio. El que sus padres se trasladaran a la ciudad pacense algunos años después no quiere decir que naciera en ella.

A continuación ambos profesores e investigadores, con solvencia demostrada en múltiples trabajos publicados en libros y revistas científicas de prestigio, abordan el apasionante estudio biográfico de Hernando de Soto, que a los 14 años, o tal vez a los 16, como afirman otros, se enroló en la expedición que organizó Pero o Pedro Arias de Ávila, más conocido como Pedrarias Dávila, que iba a las Indias Occidentales como Adelantado y Gobernador de Castilla de Oro. A pesar de su corta edad y baja estatura pronto lo veremos luchar y tomar puestos de responsabilidad como un verdadero y avezado soldado. Allí se encontró de nuevo con su paisano Vasco Núñez de Balboa, antes de que fuera ajusticiado, se granjeo la simpatía y el aprecio de sus jefes, por su arriesgo, valor y valentía en la lucha contra los indios y liderazgo entre sus compañeros, y a edad joven fue nombrado capitán de caballería.

Participó en la conquista y colonización de Nicaragua, donde tuvo encomienda y negocios económicos, pero su espíritu aventurero no le dejó quieto en la ciudad de Granada, que participó en su fundación y fue corregidor, ni en la de León, donde vivía, y salió en ayuda de Pizarro, con un barco y cien soldados, acompañado de su amigo Ponce de León, cuando el Trujillano se encontraba en la lucha con los naturales de la isla de Puná.

Desempeñó roles importantes y definitivos en la conquista de Tahuantinsuyo, entre los que destacamos la presencia con un puñado de jinetes ante el numeroso ejército inca y las cabriolas, resoplidos y carreras que con el caballo hizo en presencia de Atahualpa, para demostrar la fuerza del animal, provocando el pánico en centenares de guerreros enemigos. Fue uno de los tres capitanes de caballería, cuya actuación fue decisiva en la captura y derrota del emperador en Cajamarca, descubrió la ciudad indígena de Caxa, y estuvo todo el camino en vanguardia, afrontando con valor y destreza los ataques de los hombres del general inca Quisquis, hasta llegar con sus jefes a Cuzco, capital del imperio.

Decepcionado con las promesas incumplidas por sus superiores, como hemos dicho, Soto regresa a España con una gran fortuna. Y el 14 de noviembre de 1536 contrae matrimonio con Isabel de Bobadilla, hija de Pedrarias y de su esposa de igual nombre que la hija, la cual se movía con destreza y soltura en la corte, comprando voluntades con las muchas ganancias que su marido conseguía en cabalgadas y rancherías que realizaba frecuentemente para conseguir oro y capturar indios, que luego vendía en las islas. Era además nieta de aquella Bobadilla, camarera de Isabel la Católica y su amiga personal, de la cual se decía: “En Castilla, después de la reina, la Bobadilla”. Había entrado, por lo tanto, a formar parte de una familia muy influyente. El 20 de abril del 1537 se firman las capitulaciones en Valladolid, por las que se le nombra gobernador de Cuba y adelantado de La Florida, dura empresa le aguardaba, donde habían fracasado líderes como Ponce de León, Ayllón y Pánfilo de Narváez.

Sin embargo, Soto no se aminora, preparó una flota de diez barcos, entre navíos y bergantines, y más de 600 hombres. Compró armas, municiones y bastimento, y, sobre todo, azadones, sogas, serones, espuertas, hierro, acero y todo lo necesario para poblar. En junio de 1538 ya estaba en la Habana, y en mayo del año siguiente sale para La Florida, donde llega a la bahía de Tampa, después de 7 días de navegación, a la que bautiza con el nombre de bahía del Espíritu Santo, por ser dicha festividad. Desde el primer momento el Jerezano dio grandes muestras de valor, poniendo en peligro incluso su vida. Se encontró con un mundo carente de un gran imperio, que soñaba conquistar, y de oro o de otras riquezas tangibles, con grandes extensiones de terreno sin población, a veces poblados abandonados o habitados por feroces guerreros, a los que tuvo que repeler y vencer; sin intérpretes ni guías que le condujeran por selvas llenas de fangales y pantanos, difíciles de atravesar, pobladas de millones de mosquitos, imposibles de combatir.

Con la barrera impenetrable de los Apalaches, con más de 2.000 metros de altura, sin caminos ni senderos abiertos, que cruzaron por repechos y laderas con profundos precipicios. O el inmenso mar de agua dulce, que consideraron al río Misisipi, con sus espléndidas vegas, pobladas de variadas y hostiles tribus indígenas, que atravesaron tras construir algunos bergantines o barcazas para salir al golfo de México. Nada de todo ello le detuvo ante su espíritu aventurero y el gran valor que en todo momento mostró. Hasta que el 21 de mayo de 1542 falleciera, después de luchar duramente contra elevadas fiebres que le consumieron en 5 días.

Las dos últimas partes de tan interesante estudio son un compendio de documentos y artículos publicados en prensa y revistas en defensa y rechazo del nacimiento del jerezano en los tres lugares señalados. Al final presentan una amplia bibliografía, tanto utilizada como no, del personaje objeto de estudio, que sin duda se deberá tener en cuenta en cualquier estudio serio que se quiera realizar sobre el mismo. En conclusión, estamos ante un trabajo minucioso, serio, reflexivo, bien elaborado, realizado por personas muy solventes, digno del personaje tan ilustre que trata y de estar en la mejores bibliotecas.

Revista de Estudios Extremeños. 2020, Tomo LXXVI, N.º III I.S.S.N.: 0210-2854, págs. 1281 a 1283. Feliciano Correa y Juan José Estepa García. Edita: Editamas. Badajoz, 2020. 678 págs.

Fuente: Dirección de la revista donde aparece dicha reseña:

https://www.dip-badajoz.es/cultura/ceex/index.php?cont=reex

 

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