POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Los retrovisores laterales de los coches modernos vienen equipados con un espejo de gran angular en el que cabe mucha carretera, su fauna e incluso el famoso ángulo muerto, hasta tal punto que vemos si nos atacan por la retaguardia o tratan de pasarnos por encima. El retrovisor viene a ser la garita, el matacán para que el conductor vigile y sepa de dónde le vienen los tiros; no obstante, aleja las imágenes reflejadas y cuando adelantamos a un vehículo enseguida lo vemos pequeñito, se nos antoja lejos, pero al tratar de volver al carril derecho, oh sorpresa, resulta que todavía sigue el auto pegadito a nuestra nalga, chapa con chapa. Me recuerda a aquellas batallas de Gila al teléfono, en sus parodias de la guerra de África, cuando su capitán perdió una pierna porque sin darse cuenta puso los prismáticos al revés para ver el río; dijo: “¡Anda, lagartija!”, y resultó que se le acercaba un cocodrilo.
Fuente: https://www.lne.es/