POR MARTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE GETAFE (MADRID)
Se marchó un hombre humilde, honrado y justo, que sirvió sin límites a su comunidad y amó también sin límites a la Iglesia de Cristo, a la que sirvió con total entrega y espíritu de servicio difíciles de superar. Termina de fallecer mi querido amigo Don Luis Hernández, cura párroco de Perales del Rio y confesor de Santa Maravillas de Jesús.
El día 2 de abril, nuestro querido párroco y fraternal hombre de Dios, abandono este mundo para descansar al lado del Señor. Don Luis había nacido en Prados Redondos, provincia de Guadalajara, el día 30 de abril de 1931. Hijo de Timoteo Hernández y Herminia Pérez, tuvo dos hermanos Ana y Rufino y dos sobrinos Santiago y Belén, por los que sentía especial cariño y admiración. Ingresó en el Seminario de Alcalá en 1945 donde estudió cinco años y posteriormente, ingreso en el Seminario de Madrid donde permaneció 7 años más, siendo ordenado sacerdote el 15 de junio de 1957. Cantó su primera misa en su pueblo natal, el día 16 de junio de ese mismo año, es decir, un día después de su ordenación. Inició su carrera pastoral en 1957, como coadjutor en la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena de Getafe, al lado del insigne párroco Don Rafael Pazos Pría, y posteriormente, en 1963, fue nombrado capellán del Convento de las Carmelitas Descalzas de la Aldehuela y también párroco de Perales del Río, donde además de llevar la Parroquia de Los Santos Niños Justo y Pastor, atendía también espiritualmente a las Hermanas del Convento de la Aldehuela y a la Madre Priora y Fundadora, la Madre Maravillas de Jesús (Santa Maravillas de Jesús) que habría de marcar su vida. Participó con las Madres Carmelitas en la construcción del Colegio Santa Teresa, inaugurado el 15 de octubre de 1967 y el 8 de diciembre de 1969 hizo entrega de las primeras 16 viviendas prefabricadas, Obras financiadas por las Hermanas del Convento de la Aldehuela y construidas en el denominado barrio de la Inmaculada, también en el Ventorro de Villaverde y Perales del Río.
Tuve la gran suerte de conocerle allá por el año 1973, siendo yo funcionario del Ayuntamiento de Getafe, cuando surgió en su corazón la idea de hacer algo importante para resolver el problema de la vivienda en Perales del Rio y de toda las zonas rurales del entorno (La Aldehuela, El Caserío de Perales y su ermita, La Casa de Eulogio, La Torrecilla, Casas de la Aldehuela, La Finca de Don Antonio Macrón, La Marañosa, Las Casas de Salmedina y otros lugares de la zona) donde las familias, en muchos casos familias numerosas de seis o siete hijos en muchos casos, que por allí residían, carecían de viviendas dignas acordes a sus necesidades, pues muchas de esas familias vivían hacinadas en las históricas chabolas e infraviviendas rurales.
Un día, mientras don Luis hacía sus gestiones en el Ayuntamiento, se acercó a mí para saludarme y darse a conocer, porque alguien (don Gonzalo González el arquitecto Municipal) le había dicho: don Luis no se preocupe, Martín le va a ayudar. El me dijo, Martín tengo un problema muy grave y tengo que resolverlo, tienes que ayudarme, aunque solo sea para decirme que pasos debo seguir y que debo hacer. Aquella petición también rompió mi corazón y le contesté, don Luis yo no tengo tiempo, pues trabajo y estudio y llego a casa a las 11 de la noche, pero haré lo que pueda. Aún yo estaba soltero y podría dedicarle algún tiempo y ayudarle los fines de semana. Pero no fue así, él me iba metiendo cada día más en la situación y en el problema y decidí dejar los estudios temporalmente hasta que terminásemos la obra, aun así la dedicación debía ser total para poder ayudarle y alcanzar su objetivo: Construir 200 viviendas unifamiliares.
Respecto a su relación con la Madre Maravillas (Santa Maravillas) diré que era veneración mutua la que sentían. Ella se preocupaba constantemente por la salud y por el estrés que le producía toda aquella presión y responsabilidad por haberse metido en algo que él no dominaba ni sabía cómo iba a terminar. Cuando yo le preguntaba detalles de sus encuentros con la Madre Maravillas, me decía: Martín, es una Santa y conoce todo lo que estás haciendo por mí y por Ella.
Su cuñado Pascual le decía: “Luis vamos a ir a la cárcel como esto salga mal, estamos asumiendo muchas responsabilidades”. Este comentario lo hacía todos los viernes, cuando a las diez de la noche, después de que yo terminase de valorar los destajos y el trabajo realizado por los trabajadores durante la semana, nos reuníamos los tres en su casa de la Aldehuela, para hacer las nóminas de los más de 100 trabajadores que teníamos en la obra; nominas que oscilaban entre 800 y 1.100 pesetas a la semana, y así poder pagar las nóminas el sábado, que también se trabajaba hasta el mediodía.
Era habitual que al leer yo el importe que cada trabajador iba a cobrar, nos dijese a Pascual y a mí: a ese, refiriéndose a algunos determinados trabajadores, tienes que ponerle 200 pesetas más y ese otro 150, y a ese otro… Don Luis, ¿Por qué a ese le pone 200 pesetas más, le decía yo, y el respondía: él tiene ocho hijos y vive en una chabola del ventorro, hacinado, y con eso no puede alimentar a la familia. Yo le respondía, eso no puede ser, así es como iremos a la cárcel al no terminar las viviendas y entregarlas como usted pretende. Ese era don Luis; me consta que algunos de aquellos trabajadores no llegaron a pagar la totalidad del importe de la vivienda.
En más de una ocasión, por la noche, con un tractor sin luces prestado por Don Mauricio (Marques de Perales) y cuatro seminaristas con linternas para iluminar el camino en las cerradas noches, nos acercábamos a la fábrica de ladrillos PRERESA, a eso de las doce o la una de la noche, para recoger ladrillos, pues no había forma de traerlos por el cauce normal o reglamentario. Dos o tres empleados de la fábrica, de acuerdo con su Jefe, nos tiraban unos pales de ladrillos por un barranco, calientes y recién salidos del horno, pues existía mucha demanda de aquellos ladrillos y la fabricación no daba más de sí. En la explanada de la fábrica había decenas de camiones esperando toda la noche para poder cargar aquel ansiado ladrillo sílico-calcáreo, muy cotizado entonces.
No hace muchos días, el 8 de febrero, le rendimos un emotivo homenaje que había organizado la Asamblea Vecinal del Barrio, promovida por su presidente el gran Ángel Castiblanque, luchador incansable por la defensa del Medio Ambiente y natural de Perales del Río, hoy muy deteriorado; sobre todo el entorno del Rio Manzanares y sus riberas. Desde estas líneas dedicadas al “Gran Don Luis” quiero dar las gracias al amigo Ángel por su acierto, por la generosidad y por la oportunidad del momento elegido, al haberle rendido aquel gran homenaje, en el que pudieron participar todos los vecinos de la comunidad, dos obispos de Getafe, el Obispo Emérito don Joaquín y el Obispo Diocesano don Ginés, acompañados de varios sacerdotes, además del Ayuntamiento de Getafe y varias Asociaciones y colectivos.
Su perdida nos produce un gran pesar, sobre todo, porque era una persona entregada al servicio de los demás, ejecutor y promotor de una gran obra para las personas más desfavorecidas de aquel Perales del Rio de 1973, principalmente familias chabolistas y personas humildes y sin recursos.
Como ya adelanté tuve el gran honor de participar activamente junto a él, en la promoción y construcción de 341 viviendas unifamiliares -en dos fases- Centro Parroquial y Residencia de Mayores.
Los dos juntos, don Luis y yo, con el proyecto realizado y donado por el arquitecto municipal D. Gonzalo González y con su asesoramiento, que sintió también la necesidad de hacer algo y de involucrarse en ello, la generosidad de los Marqueses de Perales del Río, que donaron el terreno, con la colaboración muy especial y valiosa en el control económico y contable, del Sr. Pascual, su cuñado, pudimos realizar esta obra sin empresa constructora alguna, nada más que con nuestro propio esfuerzo y la maquinaria cedida y por amigos generosos que en aquella época uno tenía. Las obras de las primeras 200 viviendas fueron presupuestadas por tres empresas constructoras diferentes en un precio que oscilaba entre 550.000 pesetas (3.300 €) la oferta más barata y 625.000 pesetas (3.750 €) la oferta más cara. Las obras duraron 15 meses y su precio final de costo, sin intereses, fue de 198.000 pesetas del año 1974 (1.200 €). No podemos olvidar las acciones de apoyo y las aportaciones económicas realizadas por Santa Maravillas y las monjas Carmelitas de su Congregación, así como la generosidad de algunas personas que nos facilitaron maquinaria y precios de coste en algunos materiales. Cuando en la obra se terminaba el yeso u otro pequeño material, don Luis, con su Citroën Dyane, se acercaba a las yeserías de la zona por caminos polvorientos para acarrear ocho o diez sacos de yeso.
Al finalizar las primeras 200 viviendas (chalets adosados de tres dormitorios y un pequeño jardín) y entregarlas a sus beneficiarios, deberíamos proceder a demoler las Chabolas del Ventorro y aledaños (compromiso adquirido con el Ayuntamiento de Getafe al conceder la licencia) pero cuando fueron a derribar las chabolas, ya estaban habitadas otra vez; muchas de ellas por familiares o amigos de los que las habían desalojado para ocupar las nuevas viviendas. La voz se corrió inmediatamente y los que vivían en las chabolas comentaban a sus familias y amigos: aquí tenemos un cura que hace viviendas para los chabolistas. Las primeras 200 viviendas se entregaron el día 24 de noviembre de 1974, día de Cristo Rey.
El problema de vivienda en Perales del Río continuó existiendo, y por ello, don Luis me comunicó que teníamos que hacer 141 viviendas más para los nuevos chabolistas y personas necesitadas. Viviendas que también construimos a continuación. Estas viviendas eran de mayor superficie, incorporaban un pequeño garaje y costaron unas cien mil pesetas más.
Tras finalizar la segunda fase de viviendas, le preocupaba la carencia de equipamiento religioso acorde con las características y necesidades del nuevo barrio y, junto con la Madre Maravillas, se las arreglaron para construir con rapidez el Centro Parroquial y posteriormente la Residencia de Mayores. Toda esta fase constructiva fue financiada por la Madre Maravillas y sus monjas carmelitas.
Don Luis ha tenido una vida ejemplar y llena de sacrificio y de manifestaciones permanentes de entrega y generosidad, poniendo en práctica aquello que durante tantos años predicó. A don Luis le conocemos, aparte de por ser un ministro de la iglesia, le conocemos también por sus obras -Evangelio de San Mateo (Mt, 15-20).
Yo creo que Santa Maravillas, por entonces la Madre Maravillas, le inspiro para dejar patente la obra encomendada por Dios, como diría Ella. Ella fundaba Conventos para las Carmelitas y él construyó viviendas, para los más necesitados, que además carecían de ellas y vivían en chabolas, aunque también permitió acceder a las viviendas a familias humildes y de pocos recursos económicos.
Esto que él hizo en Perales del Río, son obras que no se hacen por motivaciones ideológicas o políticas, ni siquiera por creencias religiosas; esto que él hizo, es simplemente fruto de un corazón grande, lleno de amor y lleno de virtudes, aunque en este caso, su condición de hombre de la iglesia, marcase el sentido caritativo de todas sus acciones.
Yo tuve la suerte de que Dios le pusiera en mi camino, y aunque en principio estuve reacio a aceptar su invitación para ayudarle en el gran proyecto que tenía pensado realizar, al final claudique, dejando temporalmente mis estudios como ya manifesté. Él era un hombre convincente y persuasivo y se encontró con otro que nunca dice ¡NO!
Quiero finalizar diciendo que Don Luis fue para mí como un padre, yo que era joven y necesitado de orientación y consejos, como cualquier joven de aquellos años, aprendí de él lo que soy como persona. Me enseñó a confiar en los demás a entrégame sin límites y a dar lo mejor de uno. Siempre Dios te recompensa, me decía. Me casó en 1975 en una parroquia de Madrid, pues aún estábamos construyendo la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en el nuevo Barrio, y en ella, unos años más tarde, bautizó a IVAN, un hijo mío que falleció con tres años y medio en un accidente doméstico. Cuando le hicimos el funeral que don Luis quiso que fuese en la Iglesia que habíamos construido juntos, al finalizar el oficio, abrió el Sagrario y sacando de EL una Partida de Bautismo del niño que el custodió en tan grandioso Templo, nos la entregó y dijo: este es el recuerdo más bonito que podéis tener de él, lo he custodiado Aquí para vosotros.
Don Luis como buen cura de pueblo, se distraía también jugando con sus amigos y parroquianos una partidita a las cartas o al domino. Tocaba el acordeón y después de misa los domingos o en otros momentos del día, entretenía a los mayores alojados en la Residencia, interpretando canciones populares, pasodobles, villancicos y cosas así.
La Residencia de Mayores que construimos, lleva el nombre de Santa Maravillas de Jesús y en ella ha pasado los últimos días de su vida. Esta Residencia ha salido también en los medios de comunicación como una de las más afectadas por el virus COVID-19, motivo por el que presuponemos su muerte.
Mi reconocimiento y agradecimiento a las personas que han cuidado de él y le han dado tanto cariño, como son su sobrina Belén, a la que quería como una hija, su sobrino Santiago al que le rendía pleitesía y a todos los grandes amigos que le rodeaban.
El día 2 de abril a punto de cumplir los 89 años, entregó su alma a Dios, pasando a ocupar un merecido lugar a SU lado.
El día 5, domingo de Ramos, recibió cristiana sepultura en el Cementerio de Getafe, con la asistencia de su Sobrina Belén y un hijo de los Marqueses de Perales que la acompañó. Por razones obvias yo no pude asistir al estar restringida la asistencia a estos actos y ser yo persona de alto riesgo. Descansa en Paz amigo querido.
SEMBLANTE:
EL ACTO RELIGIOSO Y SU HOMENAJE DEL DÍA 8-MARZO 2020
SUS GRANDES MOMENTOS Y SUS EXPERIENCIAS DOCENTES
SU GRAN OBRA
Fuente: ‘IN MEMORIAN’: 2 de abril de 2020