POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuando yo tenía 11 añinos me ingresaron interno (¡milagro de Dios!) en el mejor Colegio de Asturias, que era y sigue siéndolo el Colegio de la Inmaculada, PP. Jesuitas, de Gijón. Era el P. Gonzalo Martínez S.J. , entonces «maestrillo», nuestro responsable de curso (lº de bachiller) y profesor de Lengua y Literatura.
En una de sus advertencias de los primeros días de curso algo dijo de «darle una colleja» al que fuera «revolvín» y, claro, yo, que venía de pueblo, no lo entendí.
En el recreo pregunté a un compañero, que era palentino, sobre eso de la «colleja» y, como en voz muy baja, me contestó. «Es una hostia dada por lo suave!».
¡Meca!, le expliqué, ¡si vieras las que da don Manuel en Colunga…!
Pasó el tiempo y, hace de esto casi 20 años, fui invitado por la Facultad de Farmacia de Granada para participar en unas Jornadas sobre Setas y su destino en la alimentación y en la Medicina.
En uno de esos días, comiendo en un restaurante, el camarero me informó que «tenían collejas muy frescas y cómo las deseaba».
Respondí que me aconsejara él y me recomendó en «revuelto con unas gambitas y jamón de Trevélez».
¡Qué maravillosa sorpresa!
Y como es mi norma, ¡hala, a investigar!
Descubrí -los libros enseñan mucho – que las collejas son unas plantas silvestres (Silene vulgaris, las dicen los botánicos) que surgen en primavera por caminos, linderos de fincas, terrenos en barbecho… Que son muy buscadas porque escasean a causa de tanto herbicida y que los niños, antiguamente, las llamaban «tiratiros» y «explotaculos».
¿Por qué esos nombres?
Resulta que las flores de las collejas tienen un cáliz en forma de globo. Al poner la flor en la palma de una mano y golpearla con la otra, «explota» el cáliz con un ruido parecido a un petardo o a un pedo.
Claro, claro… Igual que el ruido de una bofetada en el cuello.
¿Y por qué lo de Silene?
Parece ser que ese nombre científico se relaciona con Sileno, un dios griego, padre adoptivo de Dioniso, hijo de Pan y de la diosa Gea, que era muy amante del vino, gordo, bruto y cuando borracho, pedorrero .
Como la flor de la colleja «explotaculos».
Ahora la receta al uso extremeño.
Seleccionen las hojas tiernas de 1 kg collejas y límpienlas muy bien. Pongan a hervir agua con un poco de sal y al romper el hervor, echen las collejas y déjenlas cocer durante 3 minutos. Saquenlas y escúrranlas.
Aparte, en sartén con aceite, sofrían 3 dientes de ajo laminados y añaden jamón extremeño en dados pequeños y unas colitas de gambas. Rehoguen, incorporen las collejas y cuajen el revuelto con tres huevos bien batidos.
Sírvanlo con triángulos de pan de molde fritos.
NOTA.- Una de mis amigas de Monterrubio de la Serena, concretamente Mª Luz Vega Gómez, colgó este ramo de collejas que ella recolectó y vemos en la foto.
El revuelto lo preparó con aceite y jamón de Monterrubio, que ambos tienen Denominación de Origen.
¿Saben una cosa?
En Asturias desconocemos a las collejas, pero tenemos unas ortigas que son buenísimas para preparar este revuelto. ¡Verán que sorpresa!