POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
La actual sede en Colombres (Ribadedeva) de la «Fundación Archivo de Indianos y Museo de la Emigración» recibió en origen el nombre de “Quinta Guadalupe” en honor a la esposa del poderoso vecino de la localidad Íñigo Noriega Laso (Colombres 1853- México 1920).
El edificio fue construido en 1906 y fue poco utilizado por la familia, la cual se lo ofreció como cobijo y residencia al presidente de México Porfirio Díaz cuando éste se vio obligado a abandonar el país, tras el triunfo de la Revolución Mexicana, aunque nunca vino a Asturias.
Este edificio fue un proyecto del arquitecto montañés Valentín Ramón Lavín Casals y presenta cuatro fachadas independientes.
Con un gran patio interior y dos pisos con arquerías de madera policromada de gusto árabe, acoge numerosas salas dedicadas a la memoria de tantos cientos de miles de asturianos que se vieron obligados a emigrar -especialmente a los países latinoamericanos- para intentar labrarse un futuro mejor, lejos de la pobreza en la que sobrevivían en Asturias.
Algunos hicieron fortuna -como en el caso que nos ocupa-, pero la mayoría se acomodaron a otras formas de vida y tuvieron mejor suerte que en su tierra de nacimiento, aunque no se enriqueciesen. Algunos regresaron casi tan pobres como habían partido.
Este edificio de Colombres -símbolo de la riqueza y el poderío del indiano Íñigo Noriega- está rodeado de uno de los más notables jardines de Asturias, con árboles de gran envergadura, especialmente magnolios y palmeras.
En este edificio presentó ayer “Asturias Actual” el libro digital “Asturias, Ribadedeva. Una ventana al Paraíso”, el cual recorre a través de 1.200 páginas, con miles de fotografías, todos los pueblos del concejo, su realidad económica, social y cultural.
Un amplísimo recorrido por su paisaje y paisanaje que se puede ver en el enlace:
http://www.mediaimagen.com/ribadedeva/mobile/index.html
Este cronista fue profesor en el Colegio Público de Colombres entre los años 1978 y 1982, por lo que fue invitado a escribir unas líneas para dicho proyecto editorial, las cuales se recogen en el siguiente texto:
EVOCACIÓN DE UNOS GRATOS AÑOS
Me invitan a escribir unas líneas para esta publicación que el lector contempla sobre Ribadedeva y con sumo gusto lo hago, pues siempre es agradable traer a la memoria el recuerdo de mis años como maestro en su Colegio Público, en Colombres, entre 1978 y 1982.
Cuarenta años después aquellos alumnos y alumnas son ya maduros ciudadanos de la vida, cada uno en su cometido y dedicación, sin olvidar a los que ya nos han abandonado antes de lo que sería lógico y natural.
Como ocurre tantas veces, el reconocimiento de los buenos tiempos pasados llega aplicando a aquellos años una mirada retrospectiva.
Marcaba aquel tiempo el inicio de una nueva etapa para España; ensayábamos la llegada de la democracia en la que ya vivían mucho tiempo antes casi todos nuestros vecinos europeos.
España miraba al frente con la esperanza de una transición que ya no volviese más hacia atrás y que -de una vez por todas- encajase sus identidades, sus diversas fraternidades y abrazase para siempre sus lazos de unión, superando tantos sufrimientos de desencuentros que parecían crónicos… porque España tiene un poco -o un mucho- del dios Jano de la mitología romana, con sus dos caras, con una mirando hacia el futuro y otra hacia el pasado, tropezando cíclicamente en errores que se consideraban olvidados y sin acabar de desterrarlos para siempre.
Ahora que el tren de la vida va dejando atrás algunas estaciones -tanto en maestros como en alumnos- tenemos más tiempo para meditar y valorar el tiempo pasado.
Ribadedeva siempre nos evoca la tranquilidad de sus pueblos, la laboriosidad de sus gentes, el paisaje entre el Cuera y el Cantábrico, el eco americano de tantos hijos que marcharon a la emigración, la cueva del Pindal, las ruinas de Santa María de Tina, la torre de Noriega, sus múltiples y animadas fiestas…
Pervive el mejor recuerdo de tantos compañeros y -de manera muy especial- el de quien era su director, José Luis Ángel Gutiérrez Avín, fluyendo al presente multitud de buenas evocaciones y añoranzas.
No debo olvidar aquí a la compañera Rita María Luisa González Llano, parraguesa como este cronista, siempre abnegada, incansable trabajadora, prudente y religiosa a carta cabal.
Aquella sencilla mujer había nacido un 25 de mayo de 1918, siendo bautizada en la parroquia de Santa María Magdalena de Cayarga (Parres) el mismo día, alargando su piadosa vida hasta el 22 de agosto de 2017.
Casi centenaria fue ejemplo de discreción y cautela, con una muy marcada vocación dedicada a la enseñanza en Colombres, además de en otros varios lugares.
La Institución Teresiana fue su lugar de retiro, dio sentido a su voluntaria entrega y la acogió hasta el final de sus días.
Sólo me queda desear a tantos antiguos alumnos, compañeros, amigos, vecinos de Ribadedeva en general y de Colombres en particular -y a cualquiera que lea estas líneas- mis mejores deseos para que su vida sea lo más plácida posible en un entorno tan rico en historia y paisaje.