POR ANTONIO BARRANTES LOZANO, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DE LA SERENA (BADAJOZ)
Cualquiera que se acerque a Badajoz viniendo desde Portugal se encuentra con una escultura de Ricardo García Lozano. La escultura en cuestión es un monumento de bienvenida, de acogida a los visitantes procedentes del país vecino. La figura de una joven con el torso desnudo, de 5 metros de altura, con sus brazos extendidos nos indica la hermandad entre España y Portugal. Su ubicación y monumentalidad la ha convertido en un símbolo de la concordia de la capital pacense. Pero la escultura “Ciudad de Badajoz” no es más que una muestra del trabajo de este escultor villanovense.
Este verano, concretamente durante el mes de julio, en las redes sociales nos comunicaba que el próximo día 19 de septiembre, al fin, el busto de Muñoz Torrero lucirá en el Congreso.
Las instituciones extremeñas: Junta, Diputaciones y Alcaldías, unido al sentir generalizado de los que somos de esta tierra, clamaron para que uno de los principales artífices de la historia constitucional española estuviera presente en los salones del hemiciclo, donde ya lo están figuras relevantes como Argüelles, Martos, Mendizábal, Cánovas, Sagasta o Castelar; es de justicia que alguien que les precedió, que fue pieza fundamental en la redacción de la primera Constitución que abrió a España hacia la modernidad, su figura no estuviera olvidada en el templo de la palabra. Al clamor referido hubo una contestación positiva por parte de nuestros Diputados nacionales y el 5 de enero de 2017, en el diario Hoy, Fran Horrillo nos despertaba con la buena nueva. Muños Torrero estará presente en la Cortes.
El escultor villanovense, Ricardo García Lozano, que suyo fue el boceo propuesto y aprobado, asegura “que para él es un «gran honor» que una obra suya pueda estar en el Congreso de los Diputados «junto a otras de grandes artistas».
Y no es para menos. Ricardo me confesaba, no hace mucho tiempo, que sus escultores preferidos eran Miguel Ángel, Rodin y sobre todos P. Serrano… después todos los demás. Ahora junto a Serrano y algún otro como Benlliure, Borrás u Ortega estará tu firma bajo el busto de D. Diego Muñoz Torrero, ese extremeño, de Cabeza del Buey, eclesiástico, que desde el rectorado de Salamanca acudió a Cádiz en aquellos años del XIX donde la Patria luchaba contra el ardor imperialista de Napoleón. De brillante oratoria fue uno de los ponentes de la Constitución de 1812 junto a Agustín Argüelles cuyo busto, a este sí, se le recuerda en el Congreso.
No le ha sido fácil a Ricardo llegar, ahora se encuentra en plena madurez, como persona y como artista.
Ricardo nació en Villanueva en 1946, –
- “Mi familia es de Villanueva de la Serena, que yo sepa, desde mis tatarabuelos” – me dice- aquí vive, aquí ha fundado su familia, de la que habla con orgullo, de su mujer, Milagros, “una estupenda retratista”, de sus hijos: “la mayor Fedra, ha realizado algunos vitrales para particulares; la siguiente Beatriz está en Vietnam y es diseñadora de ropa femenina y Ricardo, es músico y en la actualidad es profesor de trompeta.” Total una familia en la que se respira arte.
Muy amigo de sus amigos, a los que recuerda continuamente, tanto aquellos de su infancia, con los que jugaba de niño en la “Calle Nueva”, que es como se conocía a la nominada como de “López de Ayala”, en la que sus padres tenían su residencia, como de lo actuales, que por su forma de ser, están en continuo crecimiento.
Es academicista sin haber pasado por la academia. Estudió primaria en la Escuela pública, en el aula que D. Aníbal Hernández tenía en su casa y bachillerato con D. Medardo Muñiz, quién le inculcó el vicio de la lectura, vicio del que no se cura. Comenzó peritaje mercantil, estudios que abandona por aburridos para trabajar en la gerencia de una empresa familiar.
Su vocación artística es remota, a mediados de los años 50 del siglo pasado, con la arcilla de unas obras que se realizaban en la calle, hace sus primeros modelados con creciente éxito entre sus allegados, esas cualidades innatas para el modelado no le abandonan en ningún momento, más bien se le acrecientan y apasionan:
- “ Aunque no tengo formación académica, creo que he leído un centenar de libros sobre el tema; así como las vidas escultores y estudios sobre su obras. Y he pasado centenares de horas aprendiendo por supuesto, las técnicas básicas en cuanto al moldeo; sobre todo en las diversas fundiciones en la que llevado mis trabajos; el método de ensayo-error me ha permitido hacer unos moldes, que según me comentan los fundidores, permiten la extracción de la pieza en cera sin apenas señales y una fidelidad extrema.”
Forjado así mismo y espoleado por conocidos y entendidos le animan a volcarse dentro del intrincado y voluble mundo del arte:
- “Dado que hacia esculturas hacía años, y varias personas relacionadas con el mundo del arte, me habían alentado a que me dedicase a ello profesionalmente, decidí probar suerte y de este modo hice mi primera obra pública; el busto de Felipe Trigo.”
Para definir su ubicación en el panorama de las tendencias, prefiero, mejor, que lo haga él: .
- “Soy figurativo; y aun si tener formación académica, soy bastante academicista. Prefiero expresar los sentimientos a través de la escultura, no por medio de conceptos abstractos; sino mas bien por aspecto formales concretos, tales como la postura (expresión corporal); y me gusta contraponer en las esculturas de personajes, frente a un rostro casi delimitado por planos unos ropajes arremolinados, como si toda las convulsiones del alma, se hubiesen descargado en los pliegues de los ropajes.”
Figurativas son sus numerosas obras que jalonan por Extremadura: “D. Pedro Cieza de León” en Llerena, “El Brocense”, en Brozas; “D. Pedro Calderón de la Barca”, en Zalamea; “Homenaje a la Constitución,” “La Virgen de las Cruces,” o “El emigrante,” en D. Benito; “Francisco Vera”, en Alconchel; “El Campesino”, de la que se encuentra muy satisfecho, en Villagonzalo… Un trabajo prolijo que afortunadamente continúa.
Entre las grandes satisfacciones personales destaca la suma de una de una de sus obras al Patrimonio Nacional:
- «Cuando el nuevo Rey fue coronado, me apeteció hacer un busto de Su Majestad. Lo hice porque creí que era un momento histórico», dijo. «Ese busto ha estado mucho tiempo en barro por casa y una vez que vi al alcalde le planteé la posibilidad de enviarlo a la Casa Real. Entonces, fue Miguel Ángel Gallardo el que tomó la iniciativa, envió una carta haciendo el ofrecimiento y cuál fue nuestra sorpresa que de vuelta recibimos otra carta en la que el Rey Felipe V mostraba su gratitud por el obsequio y aceptaba la escultura»