Bajo el rumor parpadeante de una lámpara,/ viejas palabras flotan, imprecisas./ Adónde van, quién sabe,/ ni de dónde vinieron./ Quisieran ser el germen de un poema,/ como el ave que olvidó su destino/ y persigue horizontes que nunca alcanzará./ Palabras son, palabras, / solamente palabras que despiertan. / Una luz las mantiene / a salvo de la sombra. / Buscan, bajo la lámpara, / el amor de algún verso. / No apagues esa luz”. (2012: 15)
“¿Dónde está tu secreto, / tu enigma de penumbras? / tanto tiempo a tu lado y continúo sin reconocerte. / Sólo cuando regresas, cuando asomas / con tu ropaje de triste transparencia / sé que eres tú otra vez, melancolía” (2012: 17)
“La mística agonía de las casas / que ya no engendran calles. / Un duende triste, oculto entre las ruinas / de cada pueblo abandonado, / toma la voz prestada del viento susurrante / para decirle a nadie que no hay nada” (2012: 21)
“Más cerca de la piedra que del aire./ Los restos de un redil abandonado/ como un silencio más de la pradera./ Escuchar el transcurso./ Sentir la última luz./ Contemplar el exilio de las nubes,/ que proponen al cielo el llanto de la lluvia./ Entender el lenguaje / del lugar y del tiempo. / ¿Ver sin ver?” (2012: 29)
LÍMITES (p. 41)
Nocturno y decidido,
sin pernsar en peligros ni amenazas,
como un valiente has cruzado la frontera,
y al mirrar hacia atrás
comprendes que el retorno es imposible.
¿Y todavía escuchas los ecos del regreso?
No pienses en volver, sigue adelante,
atraviesas el desierto silencioso,
salva los imbricados laberintos,
olvida el canto cruel de las sirenas…
¿Adónde has de llegar?
¿A otro desierto?
¿Al valle de la luz?
Inciertos los destinos te parecen,
disperso el horizonte,
escondido en la senda
que adonde te ha de llevar es a ti mismo.