POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
La fecunda historia de Murcia y su huerta está plagada de incontables recovecos que no siempre, por tiempo o falta de investigaciones científicas, quedan al alcance del común de los vecinos. Entre ellos, el origen histórico de los topónimos que, además de usarse cada día y a cada hora, atesoran un apasionante recorrido a través de la historia. Sobre la cuestión, pronunciará esta tarde una conferencia el profesor Robert Pocklington en el Centro Cultural Las Claras, en Murcia. Será a partir de las 19.30 horas y estará acompañado por el catedrático de la Universidad de Murcia Francisco Flores Arroyuelo, y por el catedrático y alcalde de Murcia, José Ballesta.
¿Cuál es su topónimo preferido o el que más le sorprendió?
Es una pregunta complicada porque, a medida que avanza la investigación, uno se sorprende a cada momento. Me parece muy interesante el topónimo Churra, que ya existía antes de la Reconquista. O Beniaján, que dio nombre a dos lugares.
Uno por la acequia que partía desde Aljucer y así se llamaba.
Exacto. En aquel lugar se abrió una acequia. Luego, con el paso del tiempo, se produjo un asentamiento donde está el actual Beniaján, en el llamado Rincón de Villanueva. Y tomó el nombre del cauce. Así que hubo dos ‘Beniajanes’. Es muy interesante.
¿Hablará de estas cuestiones en su conferencia?
¡Claro! Me centraré, entre otras cosas, en el uso de la toponimia para el conocimiento de la historia de Murcia y su huerta, sobre todo en las etapas árabe y romana, aunque también visigótica. El conocimiento de esta materia, además, puede ser de gran ayuda para conservar nuestro patrimonio y atraer a más turistas a la Región.
¿Cuándo surgió su pasión por Murcia?
(Ríe). Fue surgiendo poco a poco, por fases. Llegué a España para perfeccionar el idioma e investigar. Aquí, en Murcia, hallé mucha información interesante que enseguida me cautivó. Cosas como, por ejemplo, la reconquista y el ‘repartimiento’ de la huerta.
Sobre la Reconquista, hay quien asegura que no se inició en Guadalete, sino aquí, en el campo de Sangonera.
Bueno, incluso hay quien dice que no hubo invasión. Aunque me decanto más por Guadalete, es cierto que en los textos antiguos existen diferentes versiones, incluso no interesadas. El paso del tiempo llevó a mezclar y confundir hechos. No dudo, en cambio, de que Sangonera acogió una célebre batalla.
¿Y qué me dice de la ciudad perdida de Ello?
Fue una de las siete ciudades que en el año 713 se acogieron al Pacto de Teodomiro. Y también hablamos de dos localizaciones. Una, en el Tolmo de Minateda, en Hellín. La otra, es posible que aquí en Murcia.
¿Podría ser la arruinada basílica de Algezares? ¿Qué pasó allí?
Todo comenzó a desaparecer en el siglo V. Igual que el castillo de los Garres. Quizá se debió al enfrentamiento entre visigodos y bizantinos. Política de tierra quemada…
¿Cómo se puede utilizar el conocimiento de la historia para el futuro?
Debemos emplear lo que sabemos, sin duda. Por ejemplo, el poeta al-Qartayanni citaba allá por el siglo XIII los nombres de muchas acequias y lugares.
Se podría crear una ruta de al-Qartayanni por la huerta.
¡Sería fantástico! Porque del patrimonio que existe pronto no quedará nada. Sería interesante dejar algunas acequias sin entubar, aunque fuera por tramos de interés, mantenerlas limpias, retirar las basuras… Los textos medievales también citan otros lugares.
Y recuperar San Esteban. Digo, de una vez…
El yacimiento contiene un barrio muy atractivo para el turismo. Sería interesante protegerlo y ponerlo en valor.
Fuente: http://www.laverdad.es/