POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (PRINCIPADO DE ASTURIAS). 

Llama poderosamente la atención el acuerdo tomado por el Ayuntamiento parragués el 29 de marzo de 1843, sobre la licencia para talar “mil codos o más, si se hallaren, en los montes comunes de Cea y Mampodre, a favor de don José Benito Losada, contratista”.

Esta persona fue enviada como capataz de don Manuel Ciarán, vecino de El Ferrol, para hacer acopio de madera destinada a la reconstrucción de la fragata “Perla” y del dique de dicho puerto gallego. Se acordó pagar un real por cada codo de madera “después de labrada y puesta en el tablero de Romillón a las orillas del río Piloña, términos de este concejo de Parres, cuya medida se verificará por un inteligente nombrado por esta corporación”.

¿Qué unidad de longitud era un codo? En casi todas las culturas, desde Egipto, un codo era la distancia que mediaba entre el codo y el final de la mano abierta (codo real) o a puño cerrado (codo vulgar). En Castilla se utilizaba el codo común, de media vara (1,5 pies o 24 dedos), que equivalía a 0,418 m. y también el codo real o de ribera, de 33 dedos (1 dedo = 1/16 pies), igual a 0,574 m.

La Corporación de Parres advertía que la corta de los “mil o más codos de que hubiere en esos montes o en otros comunes, deberán ser de robles descortezados y de las hayas que existan en aquel contorno, y que si necesitase más codos que los un mil, sea visto que se entienden al mismo precio, siendo de los árboles de que viene esta mención”.

Así se nombra una comisión, de la cual formaban parte -entre otros- el regidor y el síndico. Era propósito de la Corporación dedicar parte del dinero que consiguiesen con la venta, para levantar un puente en el Requejo, zona de Romillo. La fragata había sido construida en Cartagena en 1789, llamada “Santa Mónica”, alias “Perla”, e iba armada con 34 cañones.

Su historia de navegación es extensísima, hasta llegar a Cuba en 1825. Participó en varias batallas navales, incluso contra la escuadra británica. En 1835 llegó a la dársena de El Ferrol (Galicia) y estuvo allí ¡ocho años! por la falta de fondos para su restauración y no encontrarse en condiciones el dique donde debía entrar.

Aprobado, al fin, el presupuesto de la carena de firme o restauración de la fragata, las obras concluyeron el 26 de marzo de

1845, justamente dos años después de haber llegado a Arriondas el capataz habilitado por el contratista, José Benito Losada, en busca de madera de nuestros montes.

En veinticinco folios, escritos por las dos caras, con letra muy menuda, aparece en un libro de la Comandancia de Ingenieros de El Ferrol donde se detalla la restauración da la “Perla”.

Tres años después encontramos la fragata en Río de la Plata (Argentina), con las sesenta toneladas que pesaba su armamento, tras la restauración; en nada se parecía ya a la botada en 1789.

En el año 1867 la fragata “Perla” dio por finalizada su vida al servicio de los intereses marítimos de España.

¿No parece increíble que, hace 178 años, se viniese a buscar madera a los montes de Parres, nada menos que desde Galicia, donde lo que sobran son bosques? ¿Cómo se arreglarían para transportar esas maderas hasta El Ferrol por aquellas imposibles carreteras? ¿O era su idea acercar las maderas hasta Ribadesella y llevarlas, después, por mar hasta el puerto coruñés?

Como ocurre tantas veces, no se deja constancia de estos detalles, no ya propios de un acta municipal que se debe atener más a los asuntos concernientes al concejo directamente.

Para certificar que el trato se hacía de acuerdo con lo firmado, el ayuntamiento delegó en el síndico José García Vallés y en Luis Granda “regidor séptimo”, junto con dos peritos, José del Canto y Onís, por la municipalidad, y Manuel Llerena di Rundie, por el contratista ferrolano, “reservándose la corporación la tala de otras maderas y de su distribución”.

Así se firmó el expediente de acuerdo a lo dictado por la Diputación Provincial para estos actos., 21 de enero de 2021.