ROMANCE-CRÓNICA DEL XL CONGRESO DE LA RAECO CELEBRADO EN OVIEDO DEL 26 AL 28 DE SEPTIEMBRE2014, DECLAMADO POR SU AUTOR JUGLAR A LOS POSTRES DE LA CENA EN EL HOTEL NH PRINCIPADO

POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)

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Señor Presidente Antonio,
de oriolana prosapia,
gracias por darme, señor,
la penúltima palabra
en esta cena fraterna
de la grey desparramada
en el Hotel Principado
de la región asturiana.

Seré estricto y riguroso
en contar estas Jornadas
con las sílabas precisas
que los cánones demandan
y con la oreja dispuesta
a oir sus bravos y palmas.

Espero que, con su venia,
el romance conste en Actas.

En Oviedo, capital
de Asturias, alta y pelaya,
en que los osos conviven
con castañas y manzanas,
metiendo desde hace tiempo
sus cuatro ungulares patas
donde no les llama nadie
que tenga la mente clara,
salvo el infausto Favila
que les presentó batalla
y salió descoronado
en la ocasión maladada…,
a veintisiete del mes
de septiembre, verde en ramas,
quiero recitar los versos
que me salieron del alma
durante el Congreso unánime
de los Cronistas de España.

Empiezo por viernes tarde,
sigo por su noche franca
y finalizo avanzando
el programa de mañana.

(Ecos de la libertad,
pluses de la democracia)

Este Principado es
mi querencia más preciada,
no sólo por su Letizia,
que es periodista galana,
si no por su rey Felipe
al que el pueblo ama y ensalza
y cual testimonio queda
la auditorial real fábrica.

Á las seis y media en punto
del día y hora de gracia,
recibimos todos juntos
la enseña que nos delata
como informadores fieles
de la geo-historia hispana,
y en el acto inaugural,
con su pareja de gala
se sienta el señor Alcalde
con Carmen Ruiz-Tilve Arias,
representante dignísima
de la tropa cronicana.

Usted dispone el contraste
con labia Galiana y sabia
y se suceden entonces
discursos a punta pala.

Inicia los parlamentos
la “prima dona” citada,
Cronista de la Ciudad
“Vetusta”, que así se llama
por mor de “Clarín”, ejemplo
de escritura literaria,
entre novelas y cuentos,
“paliques” y citas varias,
que responden al buen nombre
de don Leopoldo Alas,
excelso progenitor
de la cultura asturiana.

(Alas quisiera tener
para resaltar su “alias”)

A continuación y en rima
con la costumbre acordada,
se entregan los galardones
a la senectud ya cana
con más de 25 años
de servicios a la causa,
y como miembro de honor
a don Enrique Aguinaga.
A todos ellos, la gloria,
a todos ellos, mil gracias,
y a los nuevos de RAECO
bienvenida con Medallas.

Citaré solo a Josefa
de Avilés, hembra gris-plata,
con arrestos suficientes
para invocar a las xanas.

Luego obsequios, libro a libro,
como joyas por sus páginas,
y saquitos de garbanzos
de la tierra zamorana
y barcas torrevejeras
de sal a punto de playa
y aceite de Talarrubias
para una buena pitanza…

Clausurada la sesión,
la comitiva se alarga
hasta Trascorrales, bella,
cristalina y vieja plaza,
en la que la acoge alegre
una riada de gaitas.

¡Qué hermosura ser Cronista
de toda la gente llana!

Ya dentro del palacete,
un cátering, tapa a tapa
de quesos, chorizos, panes,
tortilla y huevos en salsa
regados por la sidrina
de las más frescas manzanas.

En éstas llega la noche,
se pone azul y lunada
y bebidos y contentos
nos marchamos a la cama.

En el hotel NH
se extienden suaves las sábanas.
¡A dormir, que queda mucho
que reposar en el alma!

Veintisiete de septiembre
dulce y doncel se levanta
como un sábado de gloria
con un canto en la garganta.

“Podría ser un gran día”…,
y lo fue, y ahora se explaya:
Asamblea general
a las nueve horas pasadas
y ponencias y ponencias
desde la cruz a la raya.

Al prerrománico astur
las damisolas se enraman
como flores escogidas:
cháchara, cháchara, cháchara….

Allá van Pepa, Dolores,
Amparo, Adela, Esperanza,
Marina y dos Lolas más,
Eva, Guadalupe, mi Ana,
Maribel, Lidia y Eugenia
y Rosa, la peruana,
y Carmen, Paca, Placidia,
Rosalinda… ¡cuántas, cuántas,
hasta cincuenta o sesenta
de casta y hechura brava.

No logro nombrar a todas,
pero tampoco hace falta,
porque ya están recogidas
en los pliegues de mi páncreas.

Miradlas cómo discurren,
cómo cascan, cuánto indagan,
cuánto discuten y evocan,
cuánto estresismo descargan
luciendo los pantalones,
las camisillas y faldas,
marylines desasidas
del marital brazo en guardia…

En la catedral se juntan,
y por la Cámara Santa
y por el claustro piadoso
y la cruz trilobulada
y el retablo redorado
bajo las bóvedas altas…
hombres y mujeres oyen
a un guía que les encanta,
lleno de sabiduría
entre el mentón y la barba.

A la salida del templo,
con reverencial distancia,
fotografías del grupo
en la solemne explanada,
y corriendito a almorzar,
¡hala, hala, hala, hala!,
apremia el beato Antonio,
sonrisa en su boca clara.

Por la tarde, más ponencias
nobles y documentadas
de Gabriel Pieras, Linaje,
y Melgares y Quijada,
y Luis Tomás, manisero,
y Tarifa, bien plantada,
y Soledad y Marina
y Joaquín Criado en andas,
y el que da Guerra en Arévalo,
y Ángel Esteban de Casla,
y Juan Jesús y Santiago,
Luis Lisón de Ojós y Alguazas,
con Esperanza Morón
y el Carretero de Parla,
Paco Rivero de Brozas,
Luis Romero “Benalcázar”,
Gonzalo Martínez, de Aspe,
Lendoiro con sus queimadas…

Se acabó la presidencia
del Resalt que las marcaba
con un reloj complaciente
para la entera mesnada.

Os dejo aquí un adelanto
del programa de mañana:
Como Domingo de Dios,
ir a la misa pascuala
y pasear presurosos
por la ruta clariniana,
recibiendo su hidalguía,
sus razones y enseñanzas.

Después clausura con cóctel
y décimas bien rimadas
del Alberto extremoduro
pleno de ingenio y de guasa.

Se acabó lo que empezó
porque Jaén nos aguarda.
Vicente Oya anda a la espera,
acudid a su llamada.

Antes de finalizar
esta endiablada romanza,
permitidme que enaltezca
la labor condimentada
de los colegas del bable
con la lengua castellana,
ilustrísimos señores
que han sido punta de lanza:
don Ángel Fuente Calleja
de la Noreña añorada,
don Luis Álvarez del Busto
que en el Cudillero acampa,
el señor Fidalgo Sánchez,
de Colunga, la de nácar,
José Domínguez Carazo,
de Siero pluma preciada,
y tantos y tantos otros
cuya figura destaca
y ocuparía el romance
por encima de la exacta
medida que habrá que darle
sin pasarse de asonancias.
La Virgen de Covadonga
con sus mercedes se vaya.
Asturias, patria querida,
gracias, gracias, gracias, gracias.

Y otras cuantas

Miradlas cómo discurren,
cuánto cascan, cuánto indagan,
cuánto discuten y sueñan
cuánto estresismo descargan
luciendo los pantalones,
las camisillas y faldas…,
marylines desasidas
del marital brazo en guardia.

Almuerzo a las catorce horas
en la principesca estancia
Y a la noche, y por descanso,
con cena bien concertada,
el Cuarteto appasionatto
rasga que rasga que rasga.

Llega el domingo de Dios
y todos aprisa encauzan
sus pasos atolondrados
por la ruta clariniana.

Clausura del gran Congreso.
Cada cual se va a su casa,
no sin antes compartir
un cóctel final con salsa.

En él estamos ahora.
Ya os he dado la tabarra.
Id y volved otro año
adonde ha dispuesto el Papa
de estos cónclaves fraternos,
el galiano de oriolana
prosapia con potestad
de dictaminar la plaza.
Será…

Antes de finalizar
esta enlazada romanza,
permitidme que enaltezca
la labor condimentada
de los colegas del bable
con la lengua castellana,
ilustrísimos señores
de nombre en punta de lanza:
don Ángel Fuente Calleja
de su Noreña añorada,
don Luis Álvarez del Busto
que en el Cudillero campa,
Modesto González Cobas
José Domínguez Carazo,
De Siero,
Cecilio Fernán Testón,
de Peñamellera Alta,
el señor Fidalgo Sánchez,
de Colunga, la de Nácar;
el señor García Linares
de Allande, allá en la montaña;
el señor Martínez Vega,
de Piloña
Don Leocadio Redondo,
de la portentosa Nava
y tantos y tantos otros
cuya figura se alarga
y ocuparía el romance
por encima de la exacta
medida que aquí hay que darle
sin pasarse de asonancias.

La Virgen de Covadonga
con sus mercedes se vaya.
Asturias, patria querida,
gracias, gracias, gracias, gracias.

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