POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO ÁVILA)
Estos últimos días se han sucedido numerosos festejos, que son como acontecimientos del calendario. Me he perdido el carnaval, que este año se libró `por los pelos, pero salió, y como me ocurre estos últimos años, cuando coinciden sus fechas con las de mis aguas termales. Cosas de la salud que me pide “tomar las aguas”. Lo mismo ha ocurrido con estas exitosas jornadas del Tostón o cochinillo asado y con las visitas a la morería. Pero las fechas reservadas son las que son.
A cambio, estas líneas de hoy son un recordatorio a esos días gallegos, días de mil aguas, de baños y de vendavales, como dice mi amiga Luz, “es que llueve horizontal…”. Mucha agua, vientos huracanados y gigantescas olas en el mar, que este año no vi, granizo, nieve y mucho frío. Eso sí, combatidos generosamente con las buenas viandas de Galicia y sus vinos Albariño, tan agradables como parecidos a nuestros verdejos…
Mis amigos de Galicia, que siempre me obsequian con agradables visitas, a la carta y según mis gustos, que muy bien conocen, y a pesar del tiempo climatológico, en esta ocasión me han regalado con tres joyas del románico gallego, que han sustituido con creces lo desapacible y húmedo.
La primera visita a Palas de Rei, la Iglesia de San Salvador de Vilar de Donas, una coqueta iglesia que es el resto de un antiguo monasterio, tan semejante como antiguo a San Martín de Mondoñedo, la antigua sede de aquel obispado. Nos recibe un pórtico y unas puertas que tienen unos herrajes muy trabajados y bellas filigranas, que han servido de inspiración a la decoración de unas piezas de la conocidísima cerámica gallega de Sargadelos. Sus pinturas murales del gótico internacional son extraordinarias, se sitúan en el ábside central, me recuerdan mucho a las pinturas prerrománicas de la basílica de San Julián de los Prados de Oviedo, y ambas con clara influencia de pinturas romanas. Un conjunto sorprendente en el que descubrimos un medallón con las figuras del Rey Juan II y María de Aragón, según nos relata el agradable guía voluntario. Destaca también en esta iglesia un buen relieve románico con un descendimiento, la Virgen con Cristo en sus rodillas.
Otra visita que me sorprendió fue a la Iglesia de Santa María de San Xiao de Ventosa, Agolada, un pequeño templo denominado “Catedral de arte rural gallego”, iglesia restaurada en su 8º centenario (1212-2012), y que destaca por su magnífico baldaquino, con relieves del románico tardío, que fue desmontado y colocado a modo de friso en los muros de la iglesia. También destacan el mausoleo de Lope Ventosa, s. XIV, con tempranas representaciones del cáliz eucarístico, el escudo de Galicia, o las pinturas murales del gótico popular.
La tercera visita fue a Orense para ver el Pórtico de la Gloria de su catedral, realizado según el modelo de Santiago de Compostela, que también ha sido restaurado recientemente, y que le ha devuelto la magnífica policromía de este románico realizado poco después del pórtico de Santiago, un románico extraordinario que ya evoluciona hacia el primer gótico, un conjunto bellísimo con un colorido sorprendente, el que debieron tener todas estas obras, pero que en su mayoría han perdido con el tiempo.
Tan buenos anfitriones como extraordinarias obras de arte, mi debilidad que tan bien conocen. Yo entiendo, a través del arte y sobre todo de la amistad y calor humano, mi debilidad por esa tierra del noroeste. No en vano por mi ciudad pasa esa gran vía de comunicación y cultura, la A6, que antes fue Calzada de Galicia, en el camino de Santiago del sureste, del que Arévalo es una etapa significativa y muy santiaguesa.