POR MIGUEL ÁNGEL CALLEJA, CRONISTA OFICIAL DE NOREÑA (ASTURIAS)
La fiesta de la Virgen de la Cabeza, en el pueblo sierense de Meres, es una de las primeras romerías del calendario asturiano, cuando ya se va acercando el verano. Lástima que no podamos decir lo mismo de la meteorología, ya que no sabemos a ciencia cierta en que estación estamos.
La romería de la Virgen de la Cabeza goza del apoyo de cientos de romeros que participan en la misma, tanto en la procesión en los aledaños de la capilla a la orilla del río Nora, en un paraje precioso y muy bien cuidado, gracias al esfuerzo de los vecinos que ven como algo suyo tan hermoso lugar de disfrute en cuyas cercanías anidan cigüeñas desde hace varios años.
Y toda fiesta que se precie, aparte de la novena como bien dice el refrán, cuenta con la celebración culinaria donde les fabes siguen reinando en la mesa del día grande en sustitución de aquel arroz con pollo y la carne asada que eran lo típico antes de que la fabada se convirtiese en elaboración accesible e imprescindible en cualquier evento astur.
Y, tras la comida del domingo rodeados de familiares y amigos, llegamos al martes con la parte del festejo que se anunciaba como jira campestre, donde el bollu preñau a la antigua usanza, con pan elaborado en los obradores de la panadería Muñiz de Colloto y el chorizo de La Pilarica de Noreña, completan asimismo un menú donde no falta la tortilla de patata, la carne rebozada, la empanada de la cuñada, el chorizo de casa la suegra y el brazo de gitana de Pilarín de Casa Alicia.
Son los alicientes de la romería, donde, entre bocado y bocado y culín y culín de sidra Muñíz de Tiñana, se va saludando a los amigos que se encuentran una vez al año y van desgranando los recuerdos de otros tiempos que dicen lejanos, sellan los mejores deseos hasta la próxima edición y todos de acuerdo, comentan que este tipo de celebraciones lúdico-religiosas no pueden desaparecer porque entonces solamente nos veríamos en los entierros, hecho este que llenaba el bar junto a la iglesia, al igual que el día de la fiesta mayor, o sea, echando una vez más mano del sabio refranero… nunca era malo para todos.
Y tras esta celebración en Meres se van multiplicando el resto por la geografía astur. Quien esto les cuenta, ya tiene anotadas algunas más: la de San Esteban de Cuñaba en el corazón de Peñamellera y la del Pote en Santa Bárbara en San Martín del Rey Aurelio. Son invitaciones que hay que cumplimentar. Lo dicho: que no desaparezcan las romerías, y que el cuerpo aguante.